Ferran Savall

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Ferran Savall
“Impro”. Alia Vox, 2014

Como su título apunta, el segundo disco de Ferran Savall reúne una colección de improvisaciones –más un cover de la BSO de El mago de Oz (Victor Fleming, 1939)–. Mucho había llovido desde su debut en solitario con Mireu el nostre mar (Alia Vox, 2008), un compendio de nanas y canciones tradicionales en clave folk en el que contó con la colaboración de Jordi Gaspar, Dimitri Psonis, Javier y Mario Mas. Sin embargo, en todo este tiempo el hijo de Jordi Savall no ha estado inactivo y en silencio, sino todo lo contrario, acompañando en proyectos ajenos a músicos como Roger Blavià, Jordi Bonell, Arianna Savall, Driss El Maloumi, Hakam Gungor y Montserrat Figueras.

Precisamente a esta última –fallecida hace tres años– le dedica Ferran su último trabajo, íntegramente grabado en Cardona y con la participación de Pedro Estevan en la percusión y de Jordi Savall en la viola de gamba (Jaroslaw). Su voz cristalina, muy dada al exceso melismático, recuerda en ocasiones al añorado Jeff Buckley (Somni). También se acerca a géneros como el jazz (Sense fer soroll), el soul (Cardona Blues), minimalismo (Wonder), bossa nova (Plaça del Sol) y música africana (Nous horitzons). Discípulo de Xavier Díaz-Latorre, Andrew Lawrence-King y Rolf Lislevand entre otros (todos ellos, por cierto, ex-miembros del Hespèrion XX que lideraba su padre), Ferran Savall se curtió más y mejor como músico autodidacta y libremente en las calles del barrio de Gràcia, en Barcelona, escuchando con atención y devoción a Israel Kamakawiwo’ole y Al Jarreau –su influencia es notoria en Somewhere over the rainbow y El joc etern, respectivamente– y desarrollando recursos imaginativos con la guitarra acústica y la tiorba barroca, dando rienda suelta al canto con total espontaneidad. El resultado son estas melodías sedosas y sedantes, usando las cuerdas de su instrumento como fondo rítmico en ostinatto sobre el cual teje sus impros vocales evitando la palabra dicha.

Conferido como un sencillo pero honesto tributo a Montserrat Figueras –la pieza Comiat d’una mare es una clara evidencia–, el disco presenta los créditos del libreto incluso con una humilde letra minúscula, aunque en diversos idiomas para asegurar su mayor difusión (catalán, castellano, francés, inglés, alemán e italiano) y las ilustraciones interiores y portada de Olga Álvarez que son casi instantáneas manchas de tintas al estilo de Rorschach (¿quizá una llamada a la inconsciente catarsis?). +info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno