Fernando G. Lucini, pedagogo y musicólogo
FERNANDO G. LUCINI: “A MÍ ME HA HECHO COMO PERSONA LA CULTURA CATALANA”.
El incombustible pedagogo y musicólogo Fernando González Lucini ha pasado por Barcelona para presentar dos libros: su volumen de memorias “Mi vida entre canciones” y “En la raíz del silencio”, un libro absolutamente necesario en el que Lucini recupera poemas y dibujos inéditos del gran olvidado Antonio Mata, uno de los fundadores del movimiento Manifiesto Canción del Sur de los setenta y poeta maldito fallecido en 2014.
Es cuando se lee a Fernando G. Lucini en su blog “Cantemos como quien respira” (el nombre, originalmente salido de la boca del poeta Gabriel Celaya, ya ofrece datos de lo que significa la música para Fernando) o en alguna de las entradas de su Facebook, que uno toma conciencia de su trascendencia en el mundo de la canción de autor. Porque en las distancias cortas este profesor apasionado de la música es un hombre de mirada vivaz, campechano y directo, que despacha anécdotas sobre nombres ilustres de nuestra cultura como quien te cuenta lo que hizo ayer con sus amigos. Pero no hay que olvidar que la persona que tengo delante es también el autor de los volúmenes “Y la palabra se hizo música”, obra imprescindible para entender el nacimiento y la evolución de la música popular en el estado español y Latinoamérica.
¿Cómo te presentarías a ti mismo?
Pues soy un maestro ya jubilado que ama la canción, y he dedicado toda mi vida a escuchar, a defender y a escribir sobre la canción de autor.
¿Cuál es el motivo de tu viaje a Barcelona?
Un grupo de amigos relacionados con la canción de autor me han organizado un acto para presentar mis últimos libros. Y estoy encantado de estar en esta ciudad. Yo siempre reivindico que nací en Girona y tengo unos genes que yo llamo ambientales, porque a los dos años de vida me marché a Andalucía, concretamente a Jaén, con mis padres, y sin embargo yo creo que el tiempo que pasé en Catalunya me tuvo que influenciar inconscientemente, porque yo empecé a amar la canción a través de Raimon, de Lluís Llach y Maria del Mar Bonet y a partir de ahí me abrí al mundo de la canción.
Todos estos artistas que nombras forman parte del colectivo de la Nova Cançó. ¿Es un movimiento especialmente importante para ti?
Pues es un componente sustancial de mi vida porque a través de sus canciones, de su obra, empecé a entrar en lo que luego ha marcado completamente mi vida. Por eso venir a Barcelona a presentar mi libro “Mi vida entre canciones” me emociona mucho. Yo paso ya bastante de presentaciones pero este gesto solidario de un grupo de amigos que unieron su esfuerzo para que yo pudiera venir me emociona mucho.
¿Recuerdas en qué momento fuiste consciente de que esas canciones que escuchabas rompían con lo que se había hecho hasta entonces y que iban a marcar una época?
Durante mi adolescencia en Jaén yo empecé a colaborar con las comunidades cristianas de las parroquias, porque en aquel momento todos los movimientos progresistas se movían en ese ámbito. Y en una de las comunidades había un cura llamado de vocación tardía, porque primero había ejercido como abogado, que pertenecía al Partido Comunista. Y un día este cura rojo me dijo: “te voy a regalar un disco que te va a encantar. No lo vas a entender pero te va a encantar”. Y entonces me regaló el e.p. “Al vent”, de Raimon. Y cuando puse el disco en el pick up de mi novia de entonces lo entendí todo sin saber catalán. Por la noche, ya en mi casa, seguía con esa canción en la cabeza y recuerdo que pensaba que aquello era otra cosa. Sentí la libertad y me identifiqué con aquel cantor que no sabía ni quién era. Y a los dos días decidí que tenía que irme de Jaén, porque allí no había viento ni libertad, ni en mi familia tampoco. Y cogí un tren y me vine a Madrid. Ahí empezó mi vida en libertad y mi acercamiento a la canción.
Y una vez en Madrid, ¿cómo entraste en contacto con todo este mundo de la canción en el que te has desarrollado profesionalmente?
Pues cuando llegué a Madrid estuve tres meses durmiendo en un banco del Paseo de Recoletos y un buen día conocí a un periodista que estaba haciendo una entrevista en la calle de la Cibeles y resultó que era el director de una revista llamada Noticias Obreras, de la Juventud Obrera Católica. Nos hicimos amigos, me fui a vivir a su casa y empecé a escribir en la revista. Poco a poco me fui estabilizando y empezaron a mandarme discos y a partir de ahí empezó todo.
Según parece, una canción te cambió la vida, te hizo dar un paso definitivo. ¿Cómo crees tú que pueden influir las canciones en la sociedad y en las personas?
Yo siempre suelo decir que los creadores de canciones no son conscientes de los efectos de esas canciones en las personas que las escuchan. Si lo supieran yo creo que les daría vértigo. En este caso un adolescente del sur fue libre gracias a una canción.
Tienes una formación pedagógica y has sido profesor de lengua y literatura durante muchos años, ¿cómo confluyen en tu labor profesional la canción de autor y la pedagogía?
Tengo que decir que yo descubrí la poesía a través de Paco Ibáñez, que según decía Gabriel Celaya “es el cantor con el que sueñan todos los poetas”. Y, precisamente, estando un día en casa de Celaya, del que era muy amigo, éste me espetó: “Recibo una miseria por los derechos de autor y cada vez vendo menos, y la culpa la tienes tú, porque eres maestro. Los maestros explicáis la poesía a través de la métrica. Y así es normal que la odien los chavales. Sería mejor que los niños oyeran primero los poemas, y luego ya se les explicaría cómo se consigue el ritmo”. Y, efectivamente, pensé que tenía razón y empecé a pensar en el juego que la canción de autor podía hacer a la canción. Me inventé una asignatura que se llamaba Música, Canción y Pedagogía y empecé a enseñar a los poetas a través de los cantores que los habían musicalizado. Incluso en clase de geografía humana cuando hablábamos de la emigración les ponía a los alumnos canciones que hablaran del sentimiento del emigrante, cantadas por Carlos Cano o Pablo Guerrero, por ejemplo. Además, que también era un modo de difundir esta canción de autor que siempre se ha encontrado con tantos obstáculos. Al fin y al cabo, considero que esa ha sido siempre mi labor, la de difusor.
¿Y por qué en este momento un libro de corte autobiográfico como “Mi vida entre canciones”?
No es algo nostálgico, ni siquiera onanista. Es algo que comenzó como un ejercicio de memoria para mí mismo después del ictus que padecí hace unos años. Cuando me recuperé decidí sentarme durante una hora y media al día en un banco que tengo frente a mi casa a rememorar hechos acaecidos en mi vida para comprobar si el ictus había dejado secuelas en mi memoria. Y pude comprobar que en absoluto…, de hecho creo que se ha agudizado mi capacidad cognitiva porque no paro de tener ideas para nuevos proyectos.
Háblanos de alguno.
El más importante es el que ando ahora metido. Se trata de una colección de libros monográficos sobre la poesía cantada de los grandes poetas, dedicado cada uno de ellos a uno diferente, en los que recopilaré todas las musicalizaciones que se hayan hecho de sus poesías hasta el momento en cualquier idioma, época y parte del mundo. El primero va a ser el dedicado a Miguel Hernández. Tengo Neruda prácticamente hecho, Lorca, Miquel Martí i Pol lo tengo muy avanzado. Y he decidido pasar de las editoriales y editarlo a través de campañas de verkami, como he hecho con mis últimas publicaciones. He descubierto que tengo muy buenos seguidores amantes de la canción que creen en mí y están dispuestos a dar un apoyo económico para que estos libros se publiquen. Y así edito doscientos ejemplares firmados y numerados y, aparte, ochenta o noventa para regalárselos a los amigos.
¿Crees que hay una buena relación entre música y poesía?
Absolutamente. Y también necesaria. Mucha gente descubrió a Miguel Hernández o Antonio Machado gracias a los discos de Serrat. O la difusión que ha hecho Paco Ibáñez de autores como, León Felipe, Góngora, Quevedo, Celaya, Blas de Otero y tantos otros. La música ha ayudado a la poesía a difundir su mensaje, y yo considero que mi labor es difundir a ambas; en el fondo difundir la cultura.
¿Piensas que estamos en un buen momento para este tipo de publicaciones?
Estamos viviendo ahora mismo un momento de una gran incultura, yo diría que radical y es lamentable el desprecio que se le hace a la cultura catalana, a la que el estado español le debe tanto, y en particular al movimiento de la Nova Cançó, que ha sido inspirador. Yo podría decir que no sería quien soy hoy si no lo hubiera conocido. +Info. Foto: Juan Miguel Morales.