Estrella Morente

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53 Festival Porta Ferrada

Sant Feliu de Guixols, 11 de agosto de 2015

Ya estaba anunciado que Estrella Morente iba a presentar un espectáculo puramente flamenco en su actuación en el Festival de Porta Ferrada. Si hubo alguien que, por despiste, pensó que iba a escuchar los temas, o al menos alguno de ellos, de su último trabajo, Amar en Paz, una visión de la música de Brasil desde el flamenco, de la mano de Fernando Trueba, y con la compañía de la guitarra del Niño Josele, se equivocó totalmente. Ni siquiera el guitarrista que la acompaña en su disco estaba aquí con ella.

Y para corroborar que estrictamente de flamenco iba la cosa, el concierto contó con una puesta en escena como si de un tablao se tratara. La cantante en el centro, con dos guitarras, José Montoyita y José Monty, a su izquierda, las palmas y las voces de Ángel Gabarre, Antonio Carbonell y José Morente, a su derecha, y, un poco rompiendo el formato, Pedro Popo a la percusión en un extremo del escenario. Una presentación simple pero efectiva en la que la cantante iba evolucionando, entrando y saliendo de escena para enfatizar los temas con sus movimientos.

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Estrella MorenteEn un escenario totalmente a oscuras empezó a sonar una guitarra, la otra, las voces masculinas desde el fondo de la escena, mientras se acercaba al proscenio Estrella Morente que se añadía al grupo interpretando, junto a ellos, el poema de su padre, Enrique Morente: “Un mundo, /dos mundos, /medio mundo /se ríe del otro medio, /que llora…” Con estas palabras que el que fuera también su maestro entonaba en el Alegato contra las armas, sentaba las bases de un recital que iba a transcurrir por los caminos del recuerdo y los homenajes.

Unas alegrías, Coquinas, daban paso al grueso del recital; al que seguían los temas Bulerías por Soleá; la Habanera Imposible, una preciosa y personal versión del bonito tema de Carlos Cano, precisamente la que fuera una de las dos canciones que cantó ante la tumba de su padre, el día de su entierro; una seguirilla, que también se la habíamos oído cantar a Enrique Morente en la película, Flamenco de Carlos Saura, y en la que Pedro Popo se marcó unos bailes, muy aplaudidos; Galeria, una taranta; y las Seguirillas de la verdad, de la que recordamos la versión que, junto al también tristemente desaparecido Paco de Lucía, hizo en su disco, Autorretrato. Tras una intervención en solitario de las tres voces que la acompañaban; escuchamos su versión de La Alhambra lloraba, la singular suite que creo su padre en honor a Bernarda y Fernanda de Utrera, que pasa por las bulerías, los tangos y los jaleos extremeños, y cuyo verso: ”Los mimbres del rio iban con Bernarda/La Alhambra lloraba cantando a Fernanda”, a la muerte del maestro se transformó en un recuerdo para su figura. Llegó entonces otro homenaje, esta vez inesperado.

Con unos acordes de Moon River comenzaban las guitarras para dar pie a Estrella Morente a atacar una sevillanas antiguas a las que puso letra en su citado disco Autorretrato, que eran un homenaje a Lola Flores, La Faraona, como ella la llama. Un doble homenaje, de hecho, a la cantante y a las sevillanas, un cante que no se utiliza mucho en el flamenco, pero que ella quiso también recordar. Eran las Sevillanas a Lola las que sonaban, donde fue desgranando fragmentos de La Zarzamora, Ay Pena Penita Pena, Tengo Miedo, A tu vera, Niña de Fuego, Llévatela, No dudaría, Coraje de vivir, entre otras, extendiendo el recuerdo a toda la Familia Flores, y también a la guitarra de Montoyita. Acogido con aplausos por los asistentes, que le brindaron una ovación final.

Acababa el recital con el agradecimiento de la cantante, muy parca en palabras, tanto que no llegó a presentar a los yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Estrella Morentemúsicos que la acompañaban, con los tangos más famoso de su repertorio, En el alto del cerro, con los que levantó al público al final, mientras se iban los artistas siguiendo el ritmo de la música, para volver y ofrecer los consabidos bises.

En este caso fue solo uno, pero intensísimo, porque, como ella dijo, a su padre le hacía mucho ilusión que el flamenco cantase en catalán, veía aquél que había como un hilo directo entre ambos, y ella, que dijo sentirse muy catalana, quería homenajear nuevamente a Enrique Morente, cantando el tema de Lluís Llach que grabaron juntos en su momento, Vida, una de las canciones más bonitas de la noche y que ella, disculpándose por la pronunciación, interpretó de una forma magistral, cerrando su actuación con un broche de oro.

Estrella Morente, tanto en su faceta más purista como en la aventuras que emprende sin ningún reparo, está en un momento dulce de su carrera, a pesar de las tristes circunstancias que tanto la han afectado. “No sé vivir sin mi padre”, llegó a decir en su momento. Pero es que ella no está viviendo sin él, porque su recuerdo, su impronta, está ahí, en cada instante, en cada cante, en cada proyecto; una presencia que ella ha sabido asimilar en su viaje hacia ese futuro inimaginable, por sus posibilidades, que nos depara la cantante; un porvenir, sin barreras, que Estrella Morente está trazando día a día con su música, como nos demostró la otra noche. +Info | Relacionado |Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO 

 

 

 

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