Enrique Morente
Enrique Morente
”Pablo de Málaga”
Caimán 2008
Una vez se ha saltado al precipicio no hay punto de retorno, y si se sobrevive a la caída, o al aterrizaje, la adrenalina pide más. En ese caso, el sujeto trata de experimentar, de volver a repetir la sensación de vacío bajo los pies. A Enrique Morente parece ocurrirle algo parecido. Tras romper esquemas y mentalidades trazando nuevos caminos con el monumental Omega, el maestro sintió el vértigo de la experimentación y de seguir creando sin traicionar su origen y su esencia. El guitarrista norteamericano, y amigo del músico, Pat Metheny, dice de él que siempre está preguntando al flamenco: “y tú qué más puedes ser”. Y de eso trata este nuevo álbum, de crear otro interrogante al arte flamenco, desde la perspectiva personal del granadino, fijando la atención en los textos del pintor malagueño Pablo Picasso, con ánimo innovador.
El álbum es una creación que bebe del encargo realizado al autor por los responsables del nuevo museo del pintor en Málaga. A partir de ese hecho desencadenante, y con los poemas inéditos que el también poeta Rafael Inglada, experto en Picasso, aportó, Morente se puso a trabajar basándose en “el sentido de la libertad y el desenfado” que Picasso tuvo “en su falta de pretensión como escritor”.
También vale destacar aquí que tan sólo nos referiremos a la parte auditiva de este álbum ya que la parte material y gráfica no nos ha sido desvelada, quizás para que la industria discográfica ahorre costes, o para que los críticos que no tienen una firma en un medio generalista importante se conformen sólo con hablar de la creación sonora.
Así, el nuevo álbum de Morente vuelve a ser inconformista, a romper patrones y a profundizar en su proceso de experimentación. El artista utiliza siete textos, y algo más, con la firma de Picasso, un soneto de Góngora y otros retazos propios, de Inglada y de la tradición.
Seguramente, los puristas no andarán muy de acuerdo con la vía trazada por Enrique, pero los amantes de jugar con los elementos del pasado y el futuro tendrán una opinión bien distinta. De esta forma, el artista desenhebra su concepción flamenca para componer un collage flamenco en donde vale casi todo, desde lo más clásico a temas que rozan el alma rock, la mezcla, las programaciones, los ritmos extraños y las voces casi de ultratumba, por denominarlas de alguna forma.
Comienza el álbum la sobrecogedora Guerni-Irak, la más cercana a Omega y en donde Eric Jiménez, de Los Planetas, que ya tocó con Lagartija Nick, seduce con la batería. El tema empieza crudo y extraño para pasar al flamenco y acabar rompiéndose con un quejío doloroso y el llanto multitudinario de voces que sufren con el sonido de los bombardeos. Le sigue Tientos griegos, con brisas helénicas y Autorretrato, donde el cantaor utiliza la voz del pintor. Malagueña de la campana y Soleá de los números son dos piezas más “tradicionales”, mientras que Compases y silencios desorientan la escucha con el uso de los elementos que dan nombre al tema, además de los casi jadeos del maestro.
Angustia de mensaje es un maremagnum de postmodernidad, de mezclas y sonidos electrónicos, voces susurrantes y deseos de plasmar en música la contemporaneidad de las comunicaciones personales. Se cierra el trabajo con Adiós Málaga, en donde las hijas de Morente, Estrella y Soleá, junto a su esposa Aurora Carbonell, aportan el punto de vanguardia a un tema de corte flamenco con vistas al infinito. Tampoco debe olvidarse el papel de los colaboradores que participan, como Niño Josele, Pepe Habichuela y el Paquete, a la guitarra; el Maestro Matrona, al cante; Maca, al bajo y Juan Andrés Maya e Iván Vargas, al baile; entre otros.
En conclusión, otro paso atrevido hacia delante de un maestro que sigue generando adrenalina para seguir arriesgando y saltando. ¡Si opta por el clasicismo flamenco, no salte! // Antonio Álvarez