Ennio Morricone
Ennio Morricone
“Guardian of the clouds”
Universal Music
Veinte años después de interpretar Con el cielo en las manos, su único encuentro con el maestro Astor Piazzolla (a quien parece homenajear encubiertamente en La tragedia di un uomo ridicolo y en la atmosférica y espectral I Gelsomini), en el afortunado camino de Carel Kraayenhof se cruza ahora otro dinosaurio. Ni más ni menos que el gran Morricone, con quien ya coincidiera en el disco Focus (Universal Music, 2004) acompañando a Dulce Pontes. De aquella irregular grabación retoman aquí Antiga Palabra, junto a otros temas añejos reciclados para la ocasión, reinstrumentándolos para bandoneón solista, junto con nuevo material para exclusivo lucimiento de Kraayenhof. Sin embargo, y contra todo pronóstico, ninguno de los arreglos benefician las piezas originales. El resultado se acerca más al efectivo encargo alimenticio que es que al verdadero fruto de una honestidad artística. El nuevo pelotazo comercial del productor Francesco de Melis tendrá en breve el dudoso honor de hallarse entre los compactos de saldo de la pestaña de la new age en cualquier supermercado de barrio. Le sobran esos aires célticos de gaitas y hasta inclusiones de teclados con enchufe –algo que al compositor siempre le vino demasiado grande–. En fin, se hace mayor y prefiere vivir de rentas. Y es que el maestro siempre se mostró celoso con su trabajo, tanto que roza lo obsesivo: no deja que le versione nadie ni tampoco que otra batuta dirija sus obras. Es por eso que cada vez tira más de los discos a dúo, como acostumbran últimamente Pavarotti, Santana o BB King, por citar sólo a tres de distinto género. Pero cuando se llega a su edad, todo tropiezo tendrá disculpa si se mantiene uno tan productivo como él. Hasta en eso les pasa la mano por la cara a todos los demás músicos, por más jóvenes que sean. // Iván Sánchez Moreno