Concierto de Maria del Mar Bonet y José María Vitier

BONET & VITIER

Teatre Joventut de L’Hospitalet

8 de marzo 2019

 

El pasado viernes 8 de marzo algo mágico sucedió en el Teatre Joventut de L’Hospitalet. Dentro del marco del festival BarnaSants, la cantautora mallorquina Maria del Mar Bonet y el pianista y compositor cubano José María Vitier presentaron un espectáculo conjunto creado a raíz de la colaboración de ambos en el último trabajo discográfico de Bonet, Ultramar, grabado en Cuba con músicos cubanos, y editado en 2017,  entre los que tiene un lugar de honor el maestro Vitier. En el disco, el cubano acompañó a Maria del Mar Bonet en dos temas propios: el poema Amor (que el padre del pianista, el poeta Cinto Vitier, dedicó a su entonces novia, la poetisa e investigadora literaria Fina García Marruz, cuando eran adolescentes) y la composición para piano Danza de fin de siglo, a la que pusieron letra para Ultramar el poeta valenciano Albert García y la propia Maria del Mar, en forma de un sentido canto a La Habana.

Son dos de los temas que se pudieron escuchar en el pasado recital, que abrió José María Vitier interpretando al piano, y acompañado por el multi-instrumentista cubano (y Viceministro de Cultura) Abel Acosta, algunas de sus preciosas y rítmicas composiciones, que navegan siempre entre lo europeo y lo afrocubano, y que estuvieron acompañadas por unas proyecciones en las que pudimos disfrutar, entre otros paisajes, de algunas de las sugerentes ilustraciones de la esposa del pianista, la pintora Silvia Rodríguez Rivero. El broche a este primer bloque musical lo puso un tema perteneciente a la banda sonora de la galardonada película Fresa y Chocolate.

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Es entonces cuando Maria del Mar Bonet hizo su entrada en el escenario, con su voz abriéndose camino entre aplausos para interpretar la sugerente La Dansa de la primavera, esta vez acompañada por la (también sugerente) guitarra de Abel Acosta, seguida de la rotunda Nosaltres les dones. El tema, publicado en su álbum Alenar en 1977 (a partir de un poema de la finlandesa de origen sueco Edith Södergran), adquirió un significado especial al ser cantado el Dia Internacional de la Mujer. Una de sus estrofas, “volies una dona i trobares una persona”, es una máxima para mí antológica.

La canción brasileña Amor de indio (popularizada por Milton Nascimento) dio paso al bloque cubano del recital, en el que Bonet interpretó las piezas güajiras Tonada camagüeyana y Zapateo, y las ya citadas Amor y Danza de fin de siglo, arropada por Vitier y Acosta logrando una simbiosis musical que tuvo su cénit cuando Maria del Mar sorprendió al público al adentrarse en un terreno desconocido hasta ahora, el Ave María de la Misa Cubana de Vitier, cantando en latín sobre las filigranas del piano y la percusión de los músicos, que además la acompañaron recitando cantos yoruba. Un jardín musical que nos descubrió a una nueva Maria del Mar (que no deja de sorprender en su experimentación y búsqueda), mujer fuerte y empoderada que pareció reunir en su voz toda la energía y el ímpetu de sus antecesoras (y también las sucesoras); todas las mujeres en una.

Previamente, la mallorquina ya había interpretado alguno de sus temas clásicos como No voldria res més ara, y también una nueva canción, Quan surtis lluna plena, adaptación del tema del cubano Noel Nicola que dedicó a los presos y presas políticas y a todas las personas exiliadas.

Con el público ya totalmente rendido a sus pies, Maria del Mar atacó los bises con dos clásicos (casi) ineludibles: Què volen aquesta gent? (que dedicó “a una amiga”, Carme Forcadell) y La balanguera, esta vez a ritmo de jazz cubano.

Una noche con una Maria del Mar Bonet en plenitud que nos sigue emocionando con su capacidad para crear nuevos paisajes musicales.

Fotografías: Juan Miguel Morales