Coetus: Orquesta de Percusión Ibérica
Coetus: Orquesta de Percusión Ibérica
Tiana, 1 de octubre de 2016
En la Sala Albéniz de Tiana, no cabían los músicos en el escenario, por lo que hubo una especie de cambio de rol: músicos y la mayoría de los espectadores en la platea, y el resto de los asistentes en las sillas dispuestas en la escena. Más de cien instrumentos, de todos los tamaños, que los conté, la mayoría de percusión. El encargado de la sala pasa colocando botellas de agua para los artistas y para ello lleva una caja de cartón repleta. Y cuando los músicos en los momentos apoteósicos llegan a los veintitrés, sabes que algo va a pasar en ese concierto.
Pero estas cifras, estos datos, de por sí no tienen ningún valor. El valor no era la magnitud del mismo, el valor era el contenido, de una calidad musical que, por supuesto, no me sorprendió ―conozco a Coetus desde hace muchos años―, a la que unieron ese día la calidad humana que se desprendió del mismo y que generó una emoción que vivimos todos.
El grupo, formado esencialmente por instrumentos de percusión, junto a tres cantantes, había planeado la actuación como una especie de reencuentro entre los actuales miembros, y algunos músicos que habían estado o están circunstancialmente con ellos. Especialmente Eliseo Parra. Y lo destaco por dos razones: la primera es que Coetus es, en un tanto por ciento muy elevado, obra suya ―Aleix Tobias, director del grupo, dijo que sin Eliseo Parra, Coetus no existiría―; la segunda es porque era la despedida como cantante del grupo y, de alguna forma, daba la bienvenida a la nueva voz masculina que ahora está con ellos, la de Carles Dènia, junto a las voces femeninas de Ana Rossi y Carola Ortiz. Y si ésta era su intención primigenia, todo ello se vio desbordado en el momento más emocionante de la noche cuando, agradeciendo al pueblo, Tiana, donde él vivió y a los músicos con los que tanto tiempo estuvo y al cariño que existe entre ellos, Eliseo Parra empezó a cantar su famosa Havanera pidiendo a los asistentes que la cantaran con él. Ni él ni nosotros la pudimos acabar, llenos de emoción especialmente la del propio Eliseo Parra que, acabado el recital, nos confesaba que nunca en la vida le había pasado algo así en el escenario.
Pero nos estamos adelantando. El concierto duró 2 horas y 20 minutos, y como decía, era una de las primeras actuaciones de Carles Dènia con Coetus y lo pudimos disfrutar ya desde el primer momento, con unos Cants de Treball que, con el contundente acompañamiento de las percusiones, inició entrando por la puerta del teatro, hasta llegar al escenario. Unos cantos que le había oído en otras ocasiones pero que aquí potenciaba, con el refuerzo de la Orquesta de Percusión Ibérica ―como ellos se hacen llamar―. Inmediatamente interpretó, tras una preciosa introducción de Guillem Aguilar con el bajo eléctrico, Tot i que em creia fort i ferm com una roca, el tema que abre su álbum El Paradís de les paraules y que, como pasaría unos temas después con otra de las canciones del disco, Mira aquesta panerola de gesmils, tomaban una nueva dimensión con el acompañamiento del grupo.
Tras esta entrada apoteósica del Carles Dènia, que refrendó el acierto para incorporarlo a Coetus, sonaron algunos de los temas clásicos del grupo, como La Zorra, o La Molinera, para dar paso a otro de los momentos mágicos de la actuación cuando una inspiradísima Carola Ortiz nos regalaba el precioso tema de Maria del Mar Bonet, Què volen aquesta gent?, sabiéndolo llevar a su terreno, sin la presión que significa cantar algo tan popularizado, consiguiendo ofrecernos una versión magnífica que las percusiones en un crescendo paralelo a la letra de la canción, fueron subrayando.
Volvían los temas conocidos de Coetus con el gallego Alalá de Muxia, introducido por Xavi Lozano tocando la valla ―el instrumento de viento que él ha creado a partir de una valla de obras de la calle, y que tiene un sonido absolutamente especial―, con las voces de las dos cantantes luciéndose. Tras un parlamento y una exhibición de pandero cuadrado de Aleix Tobías, alma mater del grupo, comenzaron con una unión de temas sin solución de continuidad, como Segador o Espejo sol y luna. Luego el turno de la ya comentada, Mira aquesta panerola de gesmils, con un excelso Aleix Tobías con el pandero redondo, en este caso.
Entonces llegaban dos de los temas estrella de Coetus, como Estes Seguidilletes, y Maria Ramo de Palma; para continuar con un tema procedente de Sudamérica, una tonada llanera de Venezuela que interpretaba una Ana Rossi repleta de emoción, transportándonos con su inspiradísima voz a las tierras de ultramar, en un viaje que solo su sensibilidad nos podía proporcionar.
Llegaban los primeros convidados de la noche, los italianos Gino Montanari y Pepe Frankcon la tabla y el rebab afgano, que improvisaron un tema con las percusiones del resto del grupo y Carles Dènia cantando junto a ellos unos versos con aires de saeta que, con los instrumentos asiáticos que tocaban los invitados, crearon una atmósfera de lo más sugerente.
Era entonces el turno de Eliseo Parra con su Havanera, acogido con un sincero y extenso aplauso. Esa Havanera interrumpida por la emoción suya y del público, que le premió con una ovación de más de dos minutos, para atacar, ahora todos y con el cantante más o menos recuperado, tras una extensa introducción instrumental, que le ayudó a reponerse, Vengo de Moler, donde Eliseo Parra, como haría en los temas siguientes, nos demostró que además de un increíble cantante es también un bailarín consumado. Van por el aire, la siguiente canción la introdujo con su guitarra, en este caso flamenca, Mario Mas, otro de los colaboradores ocasionales del grupo, que demostró su extenso dominio del instrumento; y un Antonio Serrano con el enorme bombo, que domina en la escena con si de un tambor de juguete se tratara, ejecutando un ritmo endiablado en una actitud que mantendría hasta el final del recital.
Iba acabando el concierto cuando presentaron a las dos últimas invitadas, Anna Farrer y Rusó Sala, las dos magníficas cantantes que también colaboran con ellos en ocasiones y que se añadieron al grupo para cantar Charro va alternándose todos los cantantes en las diferentes estrofas; y culminar todos juntos la actuación con un Verde Gaio, ambos temas extendidos ―casi veinte minutos entre los dos―, con los que ponían punto final a esa mágica noche.
Todos los conciertos de Coetus a los que he asistido, desde el primero que vi de ellos en Mataró en el primitivo Cruilla, hace ya muchos años, me han parecido magníficos, pero este último ha sido algo especial. La presencia de tantos invitados, de tantos amigos que les han acompañado; la emoción del momento especialmente con Eliseo Parra; la calidad de todos los intérpretes ―además de los ya citados forman parte del grupo Acari Bertrán, Andreu Hernández, Martí Serra, Martí Hosta, Fran Lucas, Didac Ruiz, Alberto Carreño, Bernat Torras, Anna Tobias, Marc Vila, Mariona del Carmen, Angelo Manhenzane―, nos transportó una noche más a disfrutar de un grupo absolutamente singular, donde casi dos decenas de músicos, esencialmente percusionistas, llegan a unas cotas interpretativas extraordinarias bajo la dirección de Aleix Tobías. Son muchos los factores que los potencian: la elección de los temas; la perfecta interpretación de todos los componentes; la coordinación de todos ellos bajo una dirección que los convierte en un mecanismo de relojería en el mejor de los sentidos; y la alegría que transmiten en cada momento, que forma parte inseparable de esta Orquesta de Percusión Ibérica con la que tanto hemos gozado y que tanto hará gozar a todos aquellos que los escuchen.
Por cierto, el próximo viernes día 8 de octubre a las 21:00h en el Teatre Kursaal de Manresa, dentro de la Fira Mediterrània tenéis la ocasión de ser una de esas personas que gocen con Coetus. No os los perdáis. +Info|Relacionados|Texto: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO