CASAMANCE. LA MÚSICA DE LA TIERRA
La región de Casamance está situada en Senegal, en el extremo oeste de África, y a pesar de su pasado como colonia de portugueses y franceses, se las ha arreglado para conservar sus tradiciones ancestrales. La esencia de su cultura radica en su expresión musical, absolutamente orgánica y enraizada en la tierra, parte fundamental y vital para sus habitantes, que viven rodeados de una densa vegetación tropical y una importante red fluvial.
Casamance es toda fuerza y poderío, no en vano el conato más importante de la resistencia nativa frente a los colonizadores se dio en 1942, liderado por una mujer, Aline Sitoé Diatta, símbolo de la resistencia desde entonces. A pesar de que en aquel momento no prosperó, Casamance volvió a reclamar su independencia en 1960, cuando la consiguió Senegal. Le fue denegada por Dakar, dando lugar a un conflicto que aún hoy perdura, aunque ya esté casi extinguido.
La primera vez que escuché hablar de este cautivador lugar fue gracias al documental Casamance. La banda sonora de un viaje, en el que el cantautor DePedro, acompañado por el locutor de radio Ángel Carmona, emprende un periplo por esa región en busca del griot Lamine Konté. Un griot es un narrador de historias africano, cuyo equivalente en occidente sería el trovador, que podría considerarse germen de nuestra figura de cantautor. En el documental, DePedro se declara rendidamente enamorado de Casamance y consiguió transmitir ese interés a nuestro compañero el fotógrafo Juan Miguel Morales, que contactó con la ONG de La Bisbal Projecte Xevi para acceder a la región senegalesa.
Morales admite que le sorprendió esa África que tuvo ocasión de conocer en Casamance, alejada del típico paisaje de la sabana que tenemos los occidentales: “Es una región frondosa y fértil. El río Casamance, que desemboca en el Atlántico, le da su nombre a esta zona donde el arroz, la fruta y la pesca son algunas de las riquezas que ofrece.
Aunque el pueblo diola es el grupo étnico mayoritario, podemos encontrar también otros, como mandingues o lebu, que conviven perfectamente. Como también conviven las religiones musulmanas, cristianas y animista. El pueblo diola, además, es un gran defensor de su lengua y su cultura”.
Nuestro fotógrafo consiguió hacer un exhaustivo reportaje lleno de imágenes interesantes y, parapetado tras su cámara, fue testigo directo del movimiento musical actual: “Llegué a Casamance de la mano de la ONG catalana de La Bisbal, Projecte Xavi, y de dos de sus colaboradores: Charles Lamine Diabone, alias Kingki, oriundo de Oussouye, y Vieoux Goudiaby, Vie para los amigos, oriundo de Diannah. Ambos son diola.
Desde 2003, Projecte Xevi promueve iniciativas que ayudan a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. La mayor parte de sus proyectos se concentran en la baja Casamance, donde trabajan para el desarrollo urbanístico, económico y social de la zona colaborando con entidades locales y tratan de fomentar una estructura sólida en los centros de formación y las pequeñas cooperativas que les permitan la autosuficiencia.
Los proyectos que llevan a término se desarrollan después de trabajar, observar y detectar en el terreno las necesidades más básicas. También trabajan desde Catalunya, con escuelas, sensibilizando e informando de las condiciones de vida y la realidad de los países del África Occidental”, nos explica.
Parece ser que la música llena Casamance, y está presente en todas las expresiones culturales. Hay tambores y cantos en cada fiesta y en cada ritual. Y estas sonoridades populares se transmiten de generación a generación, respetando sus formas originales, pero dándoles un barniz de contemporaneidad casi invisible pero patente. La escena musical es importante, aunque se carece de una infraestructura para dar a conocer y exportar a sus artistas, pero la creatividad campa a sus anchas.
“Se pueden encontrar sonidos puros, que nos llegan desde la lejanía de los tiempos casi tal y como se tocaban antaño, pero ahora fusionados con la rumba y el son, el reggae o el afrobeat, por ejemplo. De la mano de Kingki y Vie pude visitar a algunos de los músicos que allí crean y se desarrollan y escucharles y charlar con ellos”, confiesa emocionado Juan Miguel.
El maestro del bosque
En idioma diola sería Dia Karamba. Así es como sonaría el nombre de este magnífico poeta y cantautor que empezó su trayectoria musical en 1992 en el coro de la iglesia de Oussouye en Zinguinchor, la capital de Casamance. En 1995 se trasladó a Dakar, donde experimentó con el hip hop y participó en grupos como Bataillon Blender de Guêdiagualle de Fou Malade o Les Mots V Esprits, banda que fundaría en el 2001. Dia Karamba, que llegó a participar en 2008 en una gira por el Estado español junto a Daara J Family y otros reputados artistas senegaleses, cuenta que sus primeros años “fueron de búsqueda. Trataba de conocer, estudiar y experimentar para después construir algo personal”.
En 2010 emprendió su camino en solitario, se incorporó al estudio Black Record y empezó la creación de su obra que hoy le representa, como él mismo explica: “Hace como siete años que vuelvo a vivir en Casamance. Me he movido mucho por aquí y he conocido profundamente mi tierra, no solamente mi cultura diola. He estudiado la mandingue y la lebou, y eso me ha hecho entenderme mejor a mí mismo y ha ayudado a que mi música mejorase y tuviera su voz propia. Construyo un discurso afrobeat muy de aquí, enraizado, con instrumentos autóctonos de las tres culturas de Casamance, aunque canto exclusivamente en diola”.
Dia Karamba hace una música que representa sus raíces y ofrece al mundo su manera de ver lo que ocurre a su alrededor, que está íntimamente conectada con su entorno. Para ello cuenta con la colaboración y el talento del productor de Dakar Sidaty Mballo, alias Digo, con el que trabaja estrechamente desde hace un tiempo. Juntos aparecen en la fotografía que abre este reportaje. Talento le sobra, su dificultad es una constante: la falta de infraestructura y de dinero para dar a conocer su propuesta.
El príncipe del ecoting
Roger Diabone es un diola natural de Oussouye. Como es familia de uno de los últimos reyes animistas de la zona, Roger es príncipe. De hecho, tiene un grupo llamado Los Príncipes con el que hace música y representa obras de teatro.
Roger también se siente íntimamente ligado a su tierra: “El ecoting es básicamente un palo que encuentras en cualquier bosque, fabricado con una especie de calabaza y piel de cabra. Lo toco porque es un instrumento que usaban nuestros ancestros cuando estaban en el bosque recogiendo vino de palma. Está ligado a nuestra comunidad. Cuando se cocina colectivamente siempre hay alguien que lo toca y anima el grupo. O cuando se reúnen los vecinos en la plaza pública después del trabajo. Desde siempre, alguien coge el ecoting y explica historias cantando con él”.
El relato de Roger me trae a la memoria a los viejos trovadores, y el sonido de su música también me hace pensar en uno de los posibles orígenes del blues que tocaban los esclavos de origen africano en los campos algodoneros de los Estados Unidos. Lo que en su cultura sería un auténtico griot, vamos.
“Cuentan que un viejo cantante y tocador de ecoting quería conquistar a una bella mujer que estaba muy solicitada en la comunidad y discutía con sus amigos sobre quién de ellos la conseguiría. Y al final, fue él con sus bellas canciones, quien consiguió enamorarla”, nos explica Roger.
Parece ser que las formas de seducción no han cambiado tanto con el tiempo y no puedo evitar reflexionar sobre lo bueno que es viajar para abrir la mente y el espíritu y ver que las diferencias con otras culturas en el fondo no lo son tanto…
Humabedul: La princesa Eka y Adiatta
Este interesante dúo de sugerente nombre es una de las propuestas más interesantes de la zona de Oussuye por como aúnan tradición y fusión desde 2018.
“Cada uno de nosotros aportamos nuestros instrumentos y nuestra tradición porque pertenecemos a pueblos diferentes, para mezclarlos también con los ritmos de fuera que nos gustan e influyen. La música no tiene fronteras para nosotros”, explican.
Son autores de los temas que interpretan y eligen hablar de cosas que tienen que ver con su entorno. Una vez más, encontramos una formación musical con una mirada moderna y receptiva pero absolutamente enraizada en su realidad, en su tradición.
Ambos coinciden en su relato: “Hay músicos de Casamance que viven en Dakar y vienen aquí a actuar. Nosotros hacemos lo contrario, creamos aquí, en los bosques de Casamance, y si hace falta vamos a la ciudad a ofrecer nuestro trabajo. Así que tenemos nuestras raíces aquí a todos los niveles de forma consciente y voluntaria. Aunque es muy difícil ser artista aquí. No puedes vivir de ello, necesitas otro trabajo. Participas en fiestas y festivales, pero eso no te da para vivir. Lo haces porque te sale del corazón, pero no hay dinero ni infraestructuras. Es muy duro”, admiten muy a su pesar.
Jally Junior Jawara -Kora Sano-
A pesar de su juventud, este músico mandingue procedente de Diannah, dentro de la región de Casamance, es un prodigio expresándose con el instrumento mandingue por excelencia: la kora. Su abuelo y su padre ya fueron músicos excelentes de kora, y él creció rodeado del sonido de esta mezcla de arpa y laúd africano que tanta belleza y fuerza transmite.
“He vivido bellos momentos conociendo y aprendiendo con mi padre y mi abuelo este instrumento, y aprendí al mismo tiempo a hablar y a tocar. Es un talento que se aprende y también se hereda. Y me siento orgulloso de ello”, nos cuenta Jally Jr Jawara, que se expresa con la kora de varias maneras, desde la pureza más tradicional a la experimentación más absoluta, tocando solo o con una banda con la que busca acercarse con su instrumento a las sonoridades contemporáneas que más le interesan. “Sigo experimentando y creciendo con la kora, aunque jamás olvido la música más tradicional. Me gusta hacer bailar, conectar con el público y que disfrute”, nos confiesa. Nos habla también de la dificultad para vivir de la música en Casamance: “Me dedico a esto porque está dentro de mí, pero no hay ninguna facilidad, me siento abandonado y solo en este empeño”.
Ibrahim Baba Nguida
Otro de los músicos que despuntan en Diannah es Ibrahim Baba Nguida, perteneciente a la cultura balante. Es un gran músico de balafón, una especie de xilofón al que él mismo define como “piano africano”, fabricado a base de un teclado de madera con resonadores de calabaza
Vive en Diannah y allí mismo ha montado un atelier donde construye y vende estupendos balafones. Luthier y músico a la vez, descubrió que era más fácil vivir de la construcción y venta de sus instrumentos que tocando en fiestas populares. Sobre todo, teniendo en cuenta que en Cap Skirring, no muy lejos de Diannah, hay un cierto movimiento turístico.
El sonido del balafón, acompañado por el canto de Ibrahim, nos sumerge inevitablemente en el paisaje frondoso de una Casamance rica y abundante donde las dificultades para proyectarse también son abundantes, como queda patente en el discurso de todos estos músicos.
Se puede conocer más sobre el Projecte Xevi y contactar con ellos por medio de su web www.projectexevi.com.
Por otro lado, y a petición suya, nos gustaría ofrecer la posibilidad de contactar con los músicos que aparecen en el reportaje, ya que es complicado encontrar su trabajo en las diversas plataformas digitales.
Podréis contactar con Dia Karamba, Roger Diabone, Humabeul o Ibrahim Baba Nguida por medio de Kingki. Su teléfono es +221 77 406 88 99 y su mail es monsieurdiabone@gmail.com.
A Jally Junior Jawara se le puede contactar por medio de este teléfono: +221 78 378 35 96.
Y si decidís ir a escuchar a estos músicos, y muchos otros más, porque la escena musical en Casamance es inmensa, y pasáis por Diannah os recomiendo hacer una parada en el campamento de Maria y Samba.
María, oriunda de Barcelona, ha construido junto a su pareja, Samba, original de Casamance, un lugar muy especial para descansar, comer y hacer unas espectaculares excursiones por este entorno de ensueño. Además, María trabaja desde Diannah en proyectos de desarrollo para mujeres de Casamance. Su contacto es +221 77 665 03 78.
Fotografías: Juan Miguel Morales