Bruce Springsteen with The Sessions Band

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Bruce Springsteen with The Sessions BandBruce Springsteen with The Sessions Band
”Live in Dublin”
Sony Bmg Music
www.brucespringsteen.net

 

A estas alturas de la partida, poco más se puede decir del cantante de New Jersey, especialmente si eres uno de sus casi fanáticos seguidores: se escriba lo que se escriba sobre él, cae en saco roto ante su legión de incondicionales. Claro que ha trabajado muy duro para lograrlos y conservarlos: pocos artistas deben llenar recintos deportivos (y mantener la tensión de esos enormes espacios) con la única compañía de una guitarra acústica. Pero ahora que han coincidido la edición de este grabación (doble disco más dvd) y la enésima gira de despedida de Sus Satánicas Majestades, me asalta la inevitable comparación. Y, desde luego, entre este intento (acertado o fallido, cada uno lo verá a su manera) de traer al presente canciones del imaginario colectivo estadounidense o empezar un concierto con Start me up como cada vez desde hace no se sabe cuántos años, me quedo con la apuesta de Springsteen por moverse (un poco, tampoco demasiado) en la fotografía de su carrera. Sí, tal vez no resulte muy creíble que este multimillonario (aunque en los años setenta fuera el rockero de la clase obrera) cante ahora el tradicional Pay me my money down o ese duro alegato que es How can a poor man stand such times and live de Blind Alfred Reed. Pero no cabe duda que Springsteen se esfuerza por ofrecer algo más a sus seguidores, sobre todo desde el escenario. ¿Alguien le obligaba a realizar aquellos maratónicos conciertos de más de tres horas? ¿Alguien le ha pedido que adaptara clásicos de su repertorio, como Atlantic City o Growin’ up, y los reconvirtiera de tal forma que en la primera audición resultan prácticamente irreconocibles? Los excesos de una banda de diecisete personas a veces se pagan (como en Love of the common people), pero sobresalen de forma destacada las aproximaciones que la orquesta, engrasada a la perfección, realiza a estilos como el gospel (los coros de This little light of mine), el dixieland (los vientos de Eyes on the prize), el country (el banjo y los violines de My Oklahoma home), los sonidos celtas (la penny whistle de Mrs. McGrath) o el zydeco (el acordeón de Jesse James). Incluso en American land, la voz de Springsteen y los arreglos recuerdan en algunos momentos (tal vez por aquello de grabar el concierto en Dublín) al legendario grupo The Pogues y a Shane MacGowan, su etílico cantante. Fiel a su condición de animal de escena, The Boss vuelve a dar en este disco lo que pocos pueden alcanzar: intensidad, entrega y sudor para quien quiera escucharle. Nada más y nada menos. // Jordi Urpi