Baldo Martínez

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“Cuarteto Europa” Nuba Records, 2018

Cuanto más escuchó este nuevo trabajo del cuarteto de Baldo Martínez más pienso en Man Ray y sus películas. La música que propone el contrabajista gallego no está pensada para consumirla sino para escucharla, aun que puedes dejarte envolver por estas composiciones y hacer como si no fuese la cosa contigo, a la larga te atrapan y tienes que tomar partido. Por eso es arte, porque te obliga a participar. ¡Hagámoslo! Antes de nada advertir que debes olvidarte del concepto tan trillado de cuarteto de jazz, con sección rítmica, piano y un viento. En este caso se trata de contrabajo (Baldo Martínez), batería (Ramón López),  violín (Dominique Pifarély) y trombón (Samuel Blaser) van a trabajar en 2 + 2, 3 +1, o 1+1+1+1 y no tienen que dar explicaciones a nadie. Empezamos con Isla de Piedra. Al igual que aquella Balsa de piedra de Saramago, la Isla que nos propone Martínez viaja libremente por países célticos (ese violín así lo quiere) impulsada por el potente brazo de López que rema incansable para dicho fin. Es un tema largo y en el intermedio puede permitirse un hermoso pasaje en que el trombón se luce por encima de todos sus compañeros, después el contrabajo tiñe el atardecer atlántico con un solo  que te atrapa sin piedad. La travesía, seguimos por esos mares del norte, mares que parten del final de la tierra, mares que asustan pero atraen. Aquí sí que podemos hablar de sección rítmica como segurizante y dos solistas que como velas osadas se lanzan a descubrir nuevas experiencias.  Vuelta de tuerca, toda la razón, cambio radical en el planteamiento, más cerca de Henry Threadgill que de otros autores. El contrabajo marca una línea de trabajo y no hay solista que valga, todos a las órdenes de Baldo Martínez. Sombra, López abre huecos, deja entrar a los solistas y después tensa la situación, parece que trabaje detrás pero su sombra es fundamental. Trombón y violín viajan por esa Europa de tragedia sostenida. Viaje ONS, el trombón (supongo que con algún tipo de sordina) nos sumerge en el fondo marino para llegar a Ons después de un par de minutos en que parece que te va a faltar el aire, el pulso fuerte del contrabajo te rescata, y Martínez ayudado ahora por Ramón López inyecta la energía suficiente para salir a flote y llegar a la isla con fuerza. El violín de Pifarély se marca un dúo con el contrabajo impresionante. Tiempo perdido, ahora el dúo es de trombón y violín, ambos se entrelazan en líneas que partiendo de la música clásica europea tejerán nuevas formas musicales, la batería de López a su servicio. Contemplando es el tema más corto, un solo de batería que sirve de parada reflexiva. Puente del estrecho, como si de las sirenas de la Odisea se tratase, el trombón de Blaser ronronea a nuestro alrededor prometiéndonos algo misterioso, ¡dejémonos seducir! Al otro lado del estrecho oímos con claridad las percusiones africanas de Ramón López. Y para terminar Locura otoñal, que maravilla de composición, son ilusiones mías o en ese ritmo frenético ¿hay un guiño al Otoño porteño del maestro Piazzolla? + info | relacionados

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