Aynur | Hevra

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Aynur
“Hevra” Membran / Karonte, 2014

En una línea similar a la de trabajos anteriores (una equilibrada combinación de canciones tradicionales recuperadas y nuevas composiciones con influencias diversas), Hevra (“juntos” en kurdo) es el nuevo disco de Aynur Doğan tras cuatro años de silencio discográfico. Se toma su tiempo la kurda entre cada visita al estudio, pues desde su debut internacional con Keçe Kurdan (Kalan Müzik, 2004) ha publicado sólo tres discos más (aunque ha realizado numerosas colaboraciones). Pero, la verdad sea dicha, merece la pena esperar si después podemos escuchar frutos como éste. Porque, además, con cada proyecto Aynur añade nuevos colores a su propuesta para mostrar, al mismo tiempo, un respeto innegable por su cultura propia y una intención que nunca ha disimulado por llevarla un paso más allá (ahí quedan sus composiciones propias, como Diyarbekir o Tobedar im). Para realizar Hevra, Aynur ha contado con la colaboración de Javier Limón (cuyo nombre está unido a los de, entre otros, Bebo Valdés, Buika, Enrique Morente, Mariza, Andrés Calamaro, Yasmin Levy, Paco de Lucía, Eleftheria Arvanitaki…). El madrileño enriquece el bagaje de la cantante kurda más desde un sobrio y elegante trabajo en los arreglos que añadiendo un grueso de toques aflamencados que, tal vez, algunos esperaban. Inteligente decisión, pues la voz poderosa y expresiva de Aynur no puede volar como vuela sin la compañía fiel del kaval, el ney o el clarinete, instrumentos que Limón consigue entrecruzar a la perfección, gracias a su buen tino, con la guitarra, el bajo eléctrico, el piano, la percusión e, incluso, el cante (Saúl Quirós en Derya kenarinda bir ev yapmisam, por ejemplo). Las ráfagas de guitarra flamenca con las que el propio Limón inicia Pês nare o la citada Tobedar im no cierran espacios al daf o el tambur, que dibujan sus propias y melancólicas melodías. Pero, sin duda, nada sería posible ni emocionante sin la personal voz de Aynur. Cómo se mueve entre los complejos ritmos que le plantean los pies de Belén López, en Yar melek e, o las cuerdas de Limón, en Dil ji min bir, tal vez los dos ejercicios en los que la kurda se muestra más flexible y abierta. Cómo se parte y nos parte el alma cuando canta acompañada sólo por el tambur de Cernil Qoçgirî, en Sìsilê, o el piano de Ariadna Castellanos, en Xerîw, dos piezas que desde caminos diferentes nos muestran ese camino minimalista en el que también y tan bien se mueven las músicas de raíz (y que, cómo debe ser, fueron grabadas en directo, voz e instrumento al mismo tiempo). Ha pasado una década desde que la conocimos y es un placer decir que nuestra apreciada keçe kurdan ha vuelto a regalarnos una obra de gran altura. // www.aynurdogan.net/ | Relacionados | Jordi Urpi

 

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