Arianna Savall
Arianna Savall
"Peiwoh"
AliaVox, 2009
De casta le viene al galgo. Tras Sopra La Rosa (Mirare, 2002) y Bella Terra (AliaVox, 2003), Arianna Savall vuelve a demostrar que su reconocimiento no se debe únicamente a un apellido ilustre de la música actual (como en su momento los Bach, los Strauss, los Shankar o incluso los Millet -sí, sí, hubo un tiempo en que dicha saga también era famosa por su contribución a la cultura nacional y no sólo por el currículum delictivo de algún miembro del clan-). Acompañada para la ocasión por su hermano Ferran y los maestros Javier Mas (Leonard Cohen), Dimitris Psonis (María del Mar Bonet), David Mayoral (Eduardo Paniagua, Radio Tarifa) y Pedro Estevan (del grupo Hesperion XX de su padre Jordi), Arianna Savall ofrece en Peiwoh una agradable mixtura de estilos y aromas: ora celtas, ora árabes, improvisadas o inspiradas en cantos gregorianos, tibetanos, sufís o con aires de fado, country, danza barroca, jazz, chacarera, bolero o saeta flamenca, además de covers de un viejo tema de Lorenna McKennitt (She moved through the fair, reconvertida por los Simple Minds en Belfast Child), una jiga de Alan Stivell (Morrison´s Jig, incluida en la Celtic Suite) y una toccatta semidesconocida del siglo XVII (Liebes-Lied). Tal es la diversidad de Peiwoh, aunque en general parta de una antigua leyenda -la que da título al disco- sobre el origen mítico del arpa (por cierto, Arianna toca hasta cuatro tipos distintos).
El ritual sagrado del que participaba antaño toda creación (artística o no, pero asimismo todas conllevan fertilidad y emoción) tiene en la música una metáfora universal. Siendo cada vez más evidente la influencia que la filosofía oriental tuvo sobre las raíces del pensamiento helénico -como cuenta el mito de Peiwoh sobre el poder que el arte tiene sobre las almas-, la cita a Okakura Kakuzô -autor de esa joyita que es El libro del té (Azul, 2001)- resulta una muy sugerente excusa para hilar las quince historias (más un bonus track) que reúne el disco. No en vano, el instrumento que tañe Arianna Savall es un clásico en todos los rincones del mundo, sea en Persia, Egipto, Grecia o Irlanda, por ejemplo. Dado que la suya no es una voz de gran intensidad (metálicamente atiplada como la de Montserrat Figueras y Teresa Salgueiro), necesitaba de un instrumento capaz de envolverla sin taparla. En tal caso, la sonoridad del arpa es suave y cálida, apropiadísima por dúctil para combinar con la base rítmica propia de los géneros mediterráneos, la vibración de la cuerda que entreteje un tupido tapiz con el instrumento protagonista (y que es parte indisoluble de la teórica armonía cósmica de los primeros pitagóricos y, por extensión, de todas las ciencias naturales), y la poesía cantada, verdadero hálito de la psique humana. Al respecto, la selección de textos es excelente. Arianna musica poemas de Rûmî, Rilke, Lorca, Martí i Pol, Juan Ramón Jiménez, San Juan de la Cruz y San Francisco de Asís, entre otros. Por eso, Peiwoh tiene un doble valor: como disco y como libro, bellamente editado por AliaVox.
Como no podía ser de otro modo, el nivel musical es altísimo. Además de las arpas de varias épocas y puntos geográficos, suenan también otros instrumentos de exótica procedencia (o cuyo nacimiento se pierde en el albor de los tiempos): tiorba, santur, bouzouki, laúdes y liras de Creta, junto al hardingfale, un tradicional violín noruego que produce un efecto similar a una voz aguda. La amalgama de estilos se adapta muy bien al ensemble que rodea a la solista, con momentos álgidos en Si tornes, Aurora y Canción de la muerte pequeña. Sin embargo, la larga duración del CD y la extensión de algunas piezas lastra un poco el conjunto, echándose de menos en ocasiones la tijera. En cualquier caso, el preciosismo no debe ser confundido nunca con el fin, sino con el medio. Lo contrario es plástica sin estética, y la forma acaba devorando el mensaje. Pese a todo, Peiwoh es un derroche de talento que no obstante aún no supone la cota máxima de la artista. Relacionados www.ariannasavall.com // Iván Sánchez Moreno