Andrzej Olejniczak

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Andrzej Olejniczak

“Different Choice” Quadrant, 2010

Polonia ha dado grandes figuras del jazz desde la visita de Dave Brubeck en los años `50. El largo período de estancamiento cultural con el que su gobierno amuralló a la población no consiguió que ésta finalmente rompiera de repente el silencio de hormigón con apuestas tan arriesgadas como las de Krystof Komeda, Tomasz Stanko o Zbigniew Preisner en sus inicios, por citar sólo tres ejemplos de esta hornada musical. Con más imaginación que técnica, estos nuevos llegados al jazz aportaron frescura y, sobre todo, la herencia directa de músicos excepcionales de la Europa Oriental que también habían sido acallados más allá de las fronteras con bandera soviética. En su formación académica habían quedado proscritos todos los lenguajes foráneos, por lo que el aperturismo al extranjero se acogió como una revolución que afectó –para bien– no sólo a nivel cultural, sino también filosófico y vital.yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Andrzej Olejniczak

Andrzej Olejniczak es hijo de esta generación. Cargado con un currículum a sus espaldas que nace artísticamente en 1976, Olejniczak lleva ya unos cuantos años pateándose las carreteras de medio mundo. Asiduo de la escena jazzística patria –Iñaki Salvador, David Xirgu, Albert Bover, Jordi Gaspar o Ruper Ordorika han contado con su ayuda– junto con otros encargos más alimenticios –para Mecano, Manzanita, Orquesta Mondragón y Miguel Ríos, entre otros–, el saxofonista polaco ha dado buena cuenta de sus dotes en discos tan alabados por la crítica como Catch (Elkar, 1994), Cycle Man (Satchmo, 1999) o aquel añejo pero canónico New Romantic Expectation (Poljazz, 1983). Retomando ese pasado reciente, Olejniczak reinventa su propio autohomenaje en su último trabajo, incluyendo las piezas New Romantic Expectation y New Romantic Temptation a ritmo de tango arrabalero.

Acompañándose en todo momento de un cuarteto de cuerda –el Apertus String Quartet–, en Different Choice el saxofonista combina armonías de aire mozartiano con lacitos disonantes característicos de la Segunda Escuela de Viena, aderezándolo con el brillo de un Stan Getz y el virtuosismo comedido del último jazz nórdico. De sensible expresividad, aunque sin caer en la exageración, en las seis piezas escritas o arregladas por Krzesimir Debski (de un total de nueve que contiene el disco) la música está por encima del sentimiento. Y ésa es quizá la única pega para un disco excelente como es éste, pues no hay aquí espacio para la improvisación, tal vez obligado por el formado del ensemble. En efecto, Different Choice suena a jazz en las partes solistas, pero termina siendo un buen disco de música de cámara de corte clásico. Y apenas se percibe el cambio, pues parte del mérito de los intérpretes reside en alcanzar el equilibrio entre dos lenguajes aparentemente distantes entre sí.

Hay que recordar, sin embargo, que el jazz está llamado a ser considerado como la música culta del pasado siglo, como bien han demostrado compositores de la talla de George Gershwin, Igor Stravinsky, Dmtri Shostakovich, Ornette Coleman, Wynton Marsalis, Jan Garbarek, Lluis Vidal o Jordi Sabatés, por citar tan sólo unos pocos. La propuesta de Olejniczak, por el contrario, apunta hacia otros derroteros: desde el lirismo juguetón con el que abre el disco (Poïse) y baladas más dispuestas para el sobeo de sofá (Cantabile in h-moll), se rinde pleitesía a maestros de la vanguardia europea como Béla Bartók, György Ligeti o György Kurtág en temas como la Canzonetta o la Music for soprano saxophone and string quartet, cuyos títulos ya señalan estar más cerca de los gustos de un auditorio clásico que de uno mal acostumbrado al jazz de apalanque. Es en piezas como las citadas o en las soberbias Radkowi y Reminiscence dónde saxo y cuerdas consiguen una simbiosis perfecta, quedando más matizado el protagonismo de Olejniczak, quien va remarcando los acentos mientras sus colegas van tejiendo los ritmos –un colchón sonoro muy del gusto de Ryuichi Sakamoto cuando se pone estupendo y no le da por disfrazarse de dj para gafapastas–.  Es en esta segunda mitad del disco cuando la música se vuelve más agreste, exquisita y retorcidamente compleja, idónea para escuchar en estos tiempos de incertidumbre mundial. Al margen de modelos y etiquetas (ya sean artísticas, políticas, morales, religiosas o nacionales, qué más da) que ya han dejado de ser representativas de nadie, discos como Different Choice son, como indica el título, una sabia elección distintiva. www.euskalnet.net/olej | Relacionados |  Iván Sánchez Moreno

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