Alicia Morales, cante Y Paco Vidal, guitarra

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Sandaru. SFB El Dorado, 11 del 2 del 2021

La versatilidad de los programadores de la SFB El Dorado es sorprendente, hacía siete días teníamos el riesgo de Tomás de Perrate y Marco Serrato con la poesía de Helios Gómez y ahora volvíamos al flamenco más clásico con una de las jóvenes voces con más futuro. Alicia Morales es una cantaora granadina que después de sorprender a la crítica con su primer trabajo La novia de cristal, Droguería Music 2019 se acercaba a la sala Sandaru para ofrecernos una hora de cante tradicional, poco tiempo pero intenso ya que esta mujer se deja la vida en cada canción. Hubo un momento en la soleá que me parecía imposible que no pudiera romperse, pero no. Aguanta y juega con su voz con la seguridad que solo dan los años o la fuerza en lo que uno cree. En el disco se acompaña de diferentes guitarras, en esta ocasión su escudero fue Paco Vidal un joven discípulo y paisano de Manolo Sanlúcar y que ha aprendido de su maestro la discreción de la guitarra acompañando al cante. Empezaron por tientos con algunas letras de carceleras y ya dejó claro que no iba a andar con recortes fáciles sino que se iba a bajar hasta el fondo del pozo. Aprovecha Vidal el espacio que tiene para regalarnos una falseta limpia y hermosa. Para rematar por tangos con letras de su paisano Morente. Aprovechó para saludar, y siguieron con unas malagueñas, la guitarra suena sincera pero discreta, entra por todo lo alto, con riesgo Alicia Morales, con unas letras de El Mellizo y la voz juega como quiere con el texto y con los ayes. Incluso en los abandolaos que cierran el cante su voz sigue siendo poderosa, sin evitar el festejo. Explica Morales que ha tenido una buena comida con buen vino y de ahí la necesidad de tanta agua, se le nota feliz y segura y se van por cantiñas, y al menos a un servidor le recordó a La Perla (con todo lo que eso supone) la guitarra de Vidal seguía discreta pero eficiente, volvieron a aparecer las letras de Morente,  y la guitarra gozaba de un ratito de gloria, Morales que estaba palmeando se dio cuenta y le dejó espacio. Cerró con unas alegrías cordobesas y de nuevo recordó a Morente con La tarde que mataron a Espartero y ahí se vino arriba como su paisano. Aprovechó para hablar de su disco y hacer una seguiriya que aun que no es un cante granadino Morente sirve de excusa para hacerla, entra con riesgo, Vidal le sigue el pulso y le apoya la tensión, que es mucha. Aguanta arriba, sabe usar el silencio y sabe dar a entender la grandeza de este cante que puede conjugar la tristeza con la belleza como ningún otro cante. La guitarra de Vidal cada vez más presente, el dúo es perfecto. Una entrada larga de soleá en que juegan a encontrase, otra vez el juego de subir arriba con seguridad y dejar tiempo a la guitarra para crear esa tensión que tan bien le sienta al cante. Estaba claro que cada vez la garganta estaba mejor, más caliente y nada le daba miedo, aquí se produjo lo que comenté al principio (que creía que rompía la voz) terrible. Quisieron terminar por bulerías, risueña la guitarra, palmas seguras y un poco de descanso para la voz que no va mal de vez en cuando, acercándose a Lole y Manuel y a las típicas canciones por bulerías (Las rosas y las camelias) Aunque no quiso marcharse sin probar su voz sin micro y después de los merecidos aplausos volvió con un fandango cortito. Una gran noche, corta pero intensa. + info | Fotos: Joan Cortès

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