Zenet
Zenet
“Además de cantar, hay una historia que hay que contar”
Zenet , como cantante y Toni Zenet, en su faceta de actor, es un polifacético artista al que hemos podido ver en algunas series de TV, como El joven Picasso, El comisario, La forja de un destino…; y en películas: Morirás en Chafarinas, Mensaka, El camino de los ingleses… Como cantante, está presentando su tercer trabajo en solitario, La menor explicación, tras Los Mares de China y Todas las calles. Un cantante inclasificable, que suena a él mismo, con unas canciones provistas de unas letras buenísimas y unas melodías entre el jazz, el tango, la copla, la bossa nova, el ragtime… Inclasificable, como he dicho. Y además con una vocación muy temprana:
¿Qué queda de aquel niño que en su casa, con su hermana y el palo de una escoba como micro, organizaba festivales de Eurovisión?
(Risas) ¡¡Hombre!! ¡Mucho! Todo. En cierto modo, cuando estoy encima de un escenario, en ese taburete alto y tengo el micrófono delante, ese niño está ahí, cumpliendo un sueño. Yo siempre digo que me siento una persona privilegiada, porque a pesar de haber tenido momentos muy malos y haber pasado por rachas, como todo el mundo, si algún día soñé en poder jugar a hacer cine o hacer música, pues lo conseguí.
En tu casa se oía mucha música, pero no querían que fueras artista.
Y además habían muchos tipos de música. Porque siendo andaluces, el flamenco estaba ahí; pero también Beatles, Chet Baker, Chavela Vargas, Atahulpa Yupanqui, o Bola de Nieve. Evidentemente allí estaba el abuelo, que intentaba dar una vida un poco más seria a este chico: estudios de banca, artes y oficios, pero no llegó a ninguna parte. Cuando decidió que no había manera me llevó al Conservatorio de Música y Arte Dramático en Málaga. Fui a estudiar Arte Dramático, aunque la música siempre estaba ahí. Después de estudiar la carrera, ya me establecí en Madrid. Tienes que hacer el oficio de castinero (risas), porque el casting en sí es un oficio. Al final cuadré, con el papel de Picasso, que me abrió las puertas para hacer otras cosas con otros directores que yo admiraba. Entonces cuando tenía un cierto tiempo libre, además de hacer otras labores, ya sabes que todos los actores somos camareros ocasionalmente (risas), decidí en uno de esos huecos, pegarle un empujón a la música. Es donde formamos la primera banda con Javier Viana, Sur. S.A.. Dura tres a cuatro años. Llegamos a hacer dos discos editados: A golpe de pellejo y Mala racha, y un tercer disco inédito, que se lo quedó la compañía. Lo que hicieron fue meter el contrato en la nevera y dejarlo congelado durante mucho tiempo. A partir de ahí hice algo, como han hecho muchos otros artista, que es seguir haciendo proyectos musicales, pero sin la obligación de tener que hacerlo con ese nombre.
Y empieza el trabajo junto a Javier Laguna que ya había colaborado con Sur S.A.
Si fue con el tema Infinito + 3. Pero hay un momento determinado que había que cambiar. Entonces hay un parón, y a partir de ese parón hay una pequeña evolución a nivel mental, y entonces empiezo a recuperar géneros que había tocado muy poco. Es cuando conozco a José Taboada y empiezo a buscar un entorno más jazzístico, que te da mucha libertad musical y permite flexibilizar todos los géneros. Empezamos a hacer una serie de jam sessions donde jugueteábamos e improvisábamos mucho. A veces venía media letra de Javier Laguna y la corregía estando entre el público, y hacíamos cosas que eran una locura. Fue ahí donde conocimos a Juan Ibáñez. Dijo: “Aquí hay manteca”, y pensamos: “Bueno, pues habrá manteca” (risas)
El trio al que tu llamas León, Quintero y Quiroga, hacéis el primer disco.
(Risas) Si exactamente, ahí surge Los Mares de China. Con mis ahorros tiro un poquito para adelante. Me quedo sin dinero cuando estaba grabado hasta la mitad en el estudio de Joshua Edelman. Y Juan Ibáñez dijo: “Vamos a ayudarte a terminarlo y a ver qué pasa”. Yo lo que quería hacer era un disco para el día de mañana poder decir: ”Al menos tengo un disco”. No me esperaba que hubiera tanta gente que se acoplara al carro… Bueno, no fue un impacto de la noche a la mañana, pero fue acogiendo acólitos. El boca a boca fue muy importante. Hubo tres o cuatro empujones importantes: lo eligieron como banda sonora para una continuidad en televisión. Gracias también a internet que es muy fácil buscar las cosas. Luego llega otra banda sonora de la película Una Palabra tuya de Ángeles González Sinde. Y a partir de ahí, cuando vamos a actuar a un sitio, y empieza a aparecer gente desconocida, porque hasta ese momento había nuestro primos, hermanos y amigos, dices: “Algo está pasando”…
Porque tú musicalmente, ¿qué querías lograr?
Hacer lo que me daba la gana sin que nadie me dijera cómo ni por qué. Nada más. Lo que hemos hecho en los dos discos siguientes ha sido pulir y evolucionar esa metodología de trabajo donde yo quería desarrollar una serie de sonoridades, de armonías, de melodías; investigar de alguna manera en ciertas músicas. En este último yo quería un poquito la sonoridad de Django Reinhardt, de Nueva Orleans, y lo he conseguido colaborando con un grupo fantástico que recomiendo a todo el mundo, que se llama Olé Swing. A uno de sus componentes, Raúl Márquez, lo conocíamos porque había hecho con nosotros Soñar Contigo, nuestro tema bandera desde el primero de los tres discos. Y fue un quid pro quo, es decir: “Yo colaboro contigo y tu colaboras conmigo”. Y como hacen copla española, pero con ese sonido, me liaron para cantar La Bien Pagá, y yo dije: ”Pues venga. Pues me tiro al barro” (risas).
Cuando hablas de tus disco siempre te refieres a ellos como una trilogía .
Sí, están hermanados primero por la sonoridad que se busca, segundo la metodología de trabajo y tercero una investigación determinada de ciertas músicas. Me gustaría buscar un campo más abierto y profundizar en esta otra música y, si es posible, incluso viajar y mezclarme con otros músicos. No descarto con músicos del Mediterráneo, la armonía del sirtaki, o la tunecina, son muy parecidas a las de la canción napolitana, y si sigues, son muy parecidas al fado lisboeta. Y cuando trinca un barco y se va a Sudamérica, vuelve hecha un tango.
En esta trilogía las letras de Javier Laguna son fundamentales.
Porque hay una admiración mutua entre los tres, eso es muy importante, y de alguna manera creo que el trabajo se repartió muy bien. A mí me relajaba el hecho de dedicarme únicamente a investigar a nivel musical, sabiendo que esas letras iban hechas a medida para mí. Esto es una trilogía y una trinidad muy bien montada (risas). La forma de componer es muy al alimón. Cuando yo veo una letra de Laguna, pues dependiendo de los versos, ya sabes un poco el tipo de forma musical que le puede pegar. En ese sentido hay un cierto oficio. Lo que pasa es que, bueno, a veces haces las cosas al revés y encaja muy bien, pero ahí está, para jugar con ello (risas) Cualquiera que preste un poco de atención ve que son muy actuales. Lo que sí que es cierto es que les hemos dado una especie de halo musical, digamos, un poco antiguo.
La forma de grabar es también peculiar. Incluso llegáis al estudio con los temas inconclusos.
¡Juntos! Cada uno está dentro de su propia pecera, conectados con auriculares. No hay metrónomo, el metrónomo es el pulso humano. Yo creo que las canciones pueden perfectamente estirarse en el tempo, porque creo que están vivas. Evidentemente tenemos que repetir unas cuantas veces la toma, y luego, si tenemos algún invitado especial, se hace un recording expresamente para el invitado.
A veces, sorprende la importancia que le das a la parte instrumental en las canciones.
Bueno, forma parte del relato. Hay otro relato que está entrelíneas, que es un relato diferente al relato de la letra, que es el relato musical, que tiene que ir paralelo a la voz. Me parece importante, además, porque produce una sensación en el oyente que le da un color diferente a cada cuento, a cada diálogo. No pueden ser todas las canciones iguales. En ese sentido intentamos siempre ver la coherencia porque hace un todo. Si acabo de decirte una cosa, no voy a decirte esta otra después. (risas)
Tus directos son muy diferentes entre sí. Incluso los temas duran mucho más que en el disco.
Espero que la gente no sea demasiado estricta como para que me exija que saque una canción en directo exactamente igual que en el disco; aunque no hay que olvidar que además de cantar, hay una historia que hay que contar. Pero evidentemente, dentro de eso, nos permitimos unos márgenes de libertad.
Incluso improvisas largamente en tus parlamentos.
(Risas) Sí, me tengo que cortar un poco. A veces me dicen que hablo mucho, y es verdad, en cierto modo. Me gusta que la gente tenga un contenido extra, además de tener en su casa el disco y que lo pueda oír, me parece que es interesante, de pronto, contar una anécdota, como te cuento a ti ahora. De donde viene un tema, de donde viene un título, pues el porqué de las cosas. Yo creo que la gente lo agradece.
En cuanto a tu estilo, he llegado a leer que cantabas copla, que cantabas tango.
Eso despista mucho. Yo me sirvo de ellos. Porque creo que todos estos estilos permiten una gran flexibilidad, y sobre todo, me di cuenta que son estilos que tienen una gran riqueza armónica y una gran riqueza melódica. Esto no lo hubiera dicho con diez y ocho años; yo estaba con el after punk. Por eso es verdad que hay que aclarar siempre que yo no canto ni copla ni tango ni nada de esto, sino que puedo hacer evocaciones.
Una evocación como la que dicen que tienes respecto al timbre de la voz de tu madre.
Sí es verdad. Cuando canto me sale la voz con esa tesitura a la que fui adaptando mi garganta de haber escuchado a mi madre muchas veces. De hecho, cuando contesto por teléfono estando en casa de mi madre de visita, alguien dice del tirón: “Rosa, ¿cómo estás?” (risas)
Igual que confunden tu estilo, también lo hacen respecto a las letras de las canciones, que se entienden, a veces, como muy románticas.
¡No! El amor es como una excusa para hablar de la condición humana, de la vida. El amor está ahí como una excusa, para hablar de cualquier tema. Yo creo que por eso la gente se siente muy identificada.
Tu llevas muchos años viviendo en Madrid, ¿qué le está pasando?
Está perdiendo todo lo que tenía. Una ciudad que en su tiempo optó a ser la ciudad europea de la cultura, se ha convertido en una ciudad muy dura para vivir. Y estamos hablando del Madrid, Madrid, pero ni hablar de los núcleos marginales que se están formando alrededor, haciendo de ella una ciudad donde cada día tiene un escalón más grande entre una clase, la que tiene poder, y otra clase, la que entra en la pobreza.
Y para ello aplican medidas como ese 21% de IVA.
¡Es terrorífico!. Hay que acallar la cultura para que no levante la voz, evidentemente: “La poesía es un arma cargada de futuro”. Ten en cuenta que ahora ya no hay cachés. La gente no cobra su dinero, ningún teatro le paga a un artista lo que cobra. Yo lo que tengo que hacer, es alquilar teatros. Imagínate si yo pincho y solo meto doscientas butacas de mil, pues si tengo que pagar un 21% de IVA, y los gastos de la furgoneta, la gasolina, la comida y el hotel, pues me descapitalizo para la siguiente actuación que debería ir a otra ciudad, y ya no puedo.
¿Es mucho peor que el tema de las copias ilegales?
¡Sin duda, sin duda! Primero porque no tiene explicación ninguna. Que el gobierno me explique por qué no coge modelos de otros países de Europa, como por ejemplo el IVA progresivo: según se pierda o según se gane, te pago menos o te pago más. Madrid parece un bastión de lo hermético, parece que quieren dar ejemplo a otros, pero es muy aburrida. Te vas a pueblos o ciudades más pequeñas y hay mucha más flexibilidad, incluso con el fumar dentro de los locales. No digamos donde… (risas)
Por lo que explicas, actuar con la banda al completo debe ser muy difícil.
Hay veces que sí, hay veces que no. Hay veces que vamos 7, 6, 5, 4, 3, 2 y más bajo que dos, ya no (risas). Lo que hago es hacer de la necesidad virtud, y monto formaciones muy raras: guitarra, trompeta y voz; o bajo, violín, guitarra y voz. Así moldeo la flexibilidad.
Y ahora, ¿pensando ya en un cuarto disco en la línea de estos tres?
Con estos tres hay algo importante: que hemos tenido un recorrido determinado. Desde la compañía, que es una pequeña compañía, El Volcan, con pocos empleados, pero muy bien avenidos, estamos en una fase de desarrollo porque todavía hay mucha gente que me está descubriendo. Queremos presentarlo para nuestro público de Sudamérica, buscar un nuevo mercado y pensar en una selección de los tres discos, que esta trilogía nos sirva como punto de partida para otros lugares, y a partir de ahí, yo me nutriré para los siguientes discos.
Y tu faceta de actor, ¿cómo la llevas?
Estoy muy absorbido por la música. Ahora he estado con un proyecto para una serie de televisión, una miniserie. No puedo comprometerme si es un rodaje de dos meses porque tengo muchas cosas que hacer, pero si es un rodaje pequeño y me permite combinar, sí, ¿por qué no?
Por último, una curiosidad: ¿de dónde surge el nombre artístico de Zenet?
De los zenetes que eran una tribu de bereberes. Eran árabes de piel blanca que entraron por Alicante y fueron bajando por todo el litoral hasta Granada, donde se asentaron, y allí todavía tenemos la calle de los zenete. Mi abuela tenía ese apellido, por parte de madre, que se castellanizó y se quedó en Zenet.
Actuará este sábado a las 21h. en el Teatro Barts de Barcelona. + Info | Relacionados | Fotos: Thomas Canet | Texto: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO