Xavier Baró
Xavier Baró
“Flors de joglaria”
Quadrant Records
www.quadrantcorner.com
Descubrir un retrato de Verlaine colgado en la pared y una ilustración del dios Pan en el cuadernillo del disco ya es toda una declaración de principios. En contraste con su anterior trabajo, Flors de joglaria es más hippy, dylanesco y pinkfloydiano que Cançons del temps de destrals (Satchmo Records, 2004), aunque más complaciente y menos combativo que aquel. Xavier Baró reincide en sus coplas sobre quimeras y flores marchitas, sobre soñadores huérfanos de estrellas, orando al canto del ruiseñor, la frescura de la fuente y la caricia de la brisa en la piel. Secundado por L’Art de la Troba y su fiel escudero Ramon Godes –además de las aportaciones puntuales de Nina de Lua y El Fill del Mestre–, el cantautor ilerdense ha encontrado en la omnipresencia de Víctor Verdú y su Korg el mejor aliado para estas rondallas de tonada tradicional. Y es que los arreglos de teclado y órgano imprimen a su música un aura de religiosidad y misticismo que casan muy bien con ese aire épico tan característico de las letras de Baró: La caiguda de Lleida, por ejemplo, parece un canto fúnebre a todas las víctimas del asalto que en el año 1643 dejó en pie poco más de doscientas casas, mientras los escasos supervivientes miraban impotentes la destrucción de la ciudad sitiados en La Seu –una masacre que recrudecerían medio siglo después las tropas asesinas de Felipe V–. El disco, no obstante, deriva de la amargura para acabar en la alegría, arrancando con metáforas de la distancia emocional –esa Festa en la que el amor se hiela y los árboles sólo florecen de lejos–, la melancolía por la marcha de la amada cuyo recuerdo es ya tan sólo un reflejo en el agua y la resignada conclusión de que del fin de la ilusión nace la claridad del nuevo día. Los versos de Baró siempre consiguen cincelar en los rostros más duros de mármol la más brillante de las sonrisas y el más quebrado aliento de los suspiros. Si Cristo fue el mesías de la parábola, Baró es señor de la poesía. // Iván Sánchez Moreno