Waldemar Bastos
Waldemar Bastos
Festival Barnasants
Barcelona. Sala Luz De Gas
13 de febrero de 2008
Relevante apuesta del Festival Barnasants por abrirse a otras propuestas internacionales con artistas como Waldemar Bastos. Este angoleño residente desde hace muchos años en Portugal, encaja a la perfección con ese ecléctico adjetivo de cantautor que defiende este festival. Hacía unos años que no nos visitaba y desde Renascence (World Connection, 2004) que no edita disco, pero este concierto puso en evidencia que su voz, música y creatividad siguen intactas. Esta vez y acorde a este evento, vino en formación de trío. Él se encargaba de guitarra y voz, y un melódico batería y un guitarrista le acompañaban también en los coros. Eso le bastó para ofrecer un recital repleto de sensibilidad y buen gusto. Casi veinte canciones de sus cinco discos y de uno nuevo de pronta edición, en algo más de una hora. Waldemar sigue cantando, y encantando, con esas canciones casi hipnóticas que te “obligan” a estar pendiente de esa portentosa voz de matiz suave, pero que se torna poderosa y sin estridencia. Aunque ha sufrido una vida repleta de sinsabores, estuvo perseguido y encarcelado en Angola, se exilió en Portugal y padeció el asesinato de su hijo, sus letras no reflejan pesimismo. Su mensaje aboga por la paz, el optimismo y el amor, y su música se mueve entre el fado, la música brasileña y algo de rítmica africana. En esta ocasión el publicó de la sala Luz De Gas estuvo sentada y eso facilitó la intimidad con el artista, que no explicó excesivamente sus canciones, pero que sí pidió, y consiguió, la complicidad del público haciéndoles cantar los coros de algunas de sus canciones. Especialmente bonita una que contaba una metáfora sobre dos pájaros, uno que volaba bajo y el otro muy alto. Este último le decía al otro que mejor que le acompañara, porque estaba muy cerca de los hombres y esos hacen cosas muy extrañas. Esperamos que edite pronto ese nuevo disco y lo venga a presentar por aquí, porque propuestas como la suya elevan la belleza del mundo de la música. // Miguel Amorós