Van Morrison
Suite Festival BCN Music Experience
Gran Teatre del Liceu, Barcelona. 19 de enero de 2015
Llegó, tocó, convenció y se fue. Y según las malas lenguas, mientras su grupo se estaba recreando instrumentalmente en el último tema, él ya estaba en el hotel. Esa sería una crónica corta y maliciosa de lo que pasó esa lluviosa y fría noche de lunes en el majestuoso Teatre Liceu y dentro de este nuevo y prometedor Suite Festival. Pero hubo mucho más.
De entrada parece que Van The Man le ha cogido gusto a ese espacio porque sus tres ultimas actuaciones en Barcelona han sido ahí. Quizás por algunas de las buenas virtudes de ese precioso lugar, por ejemplo su comodidad y perfecta sonoridad. Pero también hay que decir que una de las “malas” puede ser la lejanía del grupo al público y esto último puede crear distanciamiento o frialdad. No sé lo que daría por verlo en una de esas pequeñas salas de Irlanda y confieso que fui muy fan de Van Morrison en los tiempos que aquí se editaron los legendarios Astral Weeks y Moondance (¡que aún conservo en cassete!), y aunque poco a poco se me fue pasando esa gran pasión, siempre lo he valorado como una de las grandes figuras de la música del siglo pasado y del presente. Canciones como Sweet Thing (que tan bien versionearon The Waterboys), Madame George, Ballerina o Caravan (por nombrar algunas) son autenticas piedras filosofales de la música.
Sin embargo en su actuación en ese amplio Liceu, y a pesar de que el norirlandés no se dirigió en ningún momento al respetable, bueno, únicamente al final con un escueto “thank you”, ese alejamiento no fue un problema para su exitoso concierto. Hace tiempo que él se comunica a través de su excelente música y voz que, a pesar de sus casi setenta años, sigue en perfecta forma.
En esta ocasión vino con un grupo reducido, pero muy efectivo. Paul Moran como teclista, trompeta y director de la banda, Rubby Ruggiero a la batería, Jez Brown al contrabajo y bajo, Dave Keary a la guitarra y Dana Masters con su imponente voz a los coros. Todos ellos le rodeaban literalmente y fijaban su vista en él para atender sus instrucciones. Y sabido es que, aunque hay un previo setlist, Van Morrison no lo sigue y va dando indicaciones sobre la marcha según él interprete por donde ir musicalmente. Y en está ocasión hasta en algún momento reprendió a alguno de sus músicos por ir demasiado rápido.
El concierto empezó puntualmente a la hora convenida. Salieron todos juntos. Van Morrison con su habitual traje, sombrero, gafas oscuras y empuñando su saxo, y como viene siendo habitual en estos últimos años, interpretaron la bonita y melódica Celtic Swing. Siguió con un Close Enough For Jazz y Magic Time, que mostraron que el repertorio iba a estar basado en el rhythm & blues, el jazz y el soul. Esas canciones fueron un calentamiento para entrar en esas versiones que tanto le gusta hacer, empezando por el gospel de I Believe to my Soul (de Ray Charles), o los clásicos blues del Delta, Baby Please Don’t Go empalmado con el Parchman Farm y con él tocando la armónica. Después un tranquilo y doliente In The Midnight para llegar a uno de sus clásicos, Moondance, que al ser reconocido arrancó el gran aplauso del público. Ese tema sirvió para que cada músico tuviera su momento de lucimiento, empezando por un solo de saxo de Van Morrison. Las sugerentes Enlightenment y Open The Door (To Your Heart), versión de Darrell Banks, precedieron a un sublime Days Like This, que a pesar de no tener esos arreglos de metales, sonó majestuoso con el saxo de nuevo del propio Van y la trompeta de Moran. Otro par de versiones más, el animado blues de Think Twice Before You Go y el reposado I Can’t Stop Loving You. Ese tono de calma siguió con Sometimes We Cry que Van Morrison a interpretado a dúo con Tom Jones, pero aquí fue Dana Masters quien le hizo la replica brillando con luz propia. De nuevo otro de sus clásicos, Brown Eyed Girl, para contentar, y con ganas, a la audiencia que lo recibió de nuevo con aplausos. Precious Time, Keep It Simple, Higher Than The World sonaron en otro bloque. A destacar Whenever God Shines His Light, que cantara con Cliff Richard y que de nuevo sirvió para que Dana Masters diera muestras de su excelente voz, y Sometimes I Feel Like A Motherless Child, una canción que data de los esclavos africanos en América. Recta final con un par más de versiones, que dicho sea de paso Van Morrison hace suyas, que fueron Help Me de Sonny Boy Williamson y el blues de I Just Want To Make Love To You de Muddy Waters, y final con una declaración de principios, la radiante In The Garden, donde canta eso de “ningún guru, ningún método, ningún profesor, solo tu y yo y la naturaleza”. Amago de irse, porque se fue él solo durante diez segundos y vuelta para afrontar el legendario y volcánico Gloria. Cuando acabó su parte vocal se retiró para que la banda se luciera durante unos minutos y ya no volvió. Aunque sí, es cierto, durante una hora y media nos llevó a la gloria. +Info | Relacionados | Miguel Amorós.