Tuxedomoon & Cult With No Name

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Tuxedomoon & Cult With No Name
“Blue Velvet Revisited”, Crammed Discs, 2015

 

A mediados de los ’80, el joven documentalista Peter Braatz asistió testimonialmente al rodaje de Blue Velvet (David Lynch, 1985), de la que dejó constancia en No Frank In Lumberton, film que se estrenaría tres años más tarde en la televisión alemana. Para poner fondo sonoro a sus imágenes convidó a la banda vanguardista Cult With No Name (Erik Stein, Jon Boux) y éstos, a su vez, a varios miembros de Tuxedomoon aún en activo (Steven Brown, Peter Principle, Luc Van Lieshout y Blaine L. Reininger). El resultado final de esta unión de fuerzas estaría más próximo a los experimentos sonoros del propio Lynch en solitario –Blue Bob (2001, Soultide), Crazy Clown Time (2011, Play It Again Sam), The Big Dream (2013, Sacred Bones)– o en sus tareas de producción musical –Danger Mouse, Sparklehorse, Jocelyn West, Julee Cruise, etc.–.

Así, la reedición de Blue Velvet Revisited (2015, Crammed Discs) en la casa discográfica de Tuxedomoon nos devuelve su otra gran faceta: la creación de ambientes sonoros, atmósferas densas –de las que casi pueden cortarse a cuchillo– y largas improvisaciones instrumentales como ya hicieran en otras ocasiones para el cine, el ballet y otras artes escénicas: Divine (1990), Clear Tears / Troubled Waters (2013), Pink Narcissus (2014), Bardo Hotel (2006), The Ghost Sonata (1997) –todos ellos editados por Crammed Discs–.

Lejos queda esta recreación libre de las geniales melodías que Angelo Badalamenti compusiera expresamente para la película. Tuxedomoon & co. incluso optaron por ignorar las canciones pop que identifican algunas escenas clave –el clásico de Bobby Vinton que da título al film, la canción del “payaso de colores” de Roy Orbison, el precioso blues del tiroteo (Love Letters, interpretada por Ketty Lester), etc.–. Por el contrario, envuelven las imágenes con una BSO alternativa que produce efectos encontrados en el espectador, entre seductores e inquietantes, manteniéndose siempre en los márgenes de lo (in)consciente.

Tuxedomoon ha demostrado siempre su buena mano para provocar sensaciones por medio de los contrastes, sobre todo gracias a la mezcla de sintetizadores con instrumentos analógicos. Al respecto, la trompeta jazzy de Luc Van Lieshout es esencial en piezas como Now It’s Dark, así como también el bajo machacón de Peter Principle, que se ha convertido en sello distintivo de la banda. Pero lo quien brilla especialmente en varios cortes es Blaine L. Reininger, tan sensible en Lumberton y tan virtuoso en el tema del desgraciado (y desorejado) Don, una especie de sentido réquiem en el que el solo de violín va dibujando cadenciosos arabescos sobre un sutil colchón de coros sintetizados.

Entre aires minimalistas y ambient (Until The Robins Come, por ejemplo) también se cuela alguna ráfaga de ruidismo y electrónica trasnochada (A Candy Colored Clown). La calidad del sonido es, además, de una perfección orgasmática, quizá porque parte de la producción corre de la cuenta –y del bolsillo– de John Foxx (Ultravox), quien contribuye en este disco con una única pieza: Lincoln Street.

La carpetilla interior y el elegante estuche del CD contienen un gran número de fotos del set en las que podemos ver en plena faena a Kyle Machlalan, Isabella Rossellini, Dennis Hopper, Laura Dern y David Lynch, este último dando instrucciones e implicándose físicamente en las escenas. Una rareza deluxe. +info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno