Trombone Shorty | Barcelona

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Trombone Shorty & Orleans Avenue

43è Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona

Barcelona, sala Bikini, 27 de septiembre de 2011

Una canción de 1991 del grupo catalán Lax’n’Busto habla, con cierta envidia, de la calidad de los músicos estadounidenses. Citando entre otros a Chuck Berry, Lou Reed, The Doors o Bruce Springsteen, el tema dice, literalmente, “què collons els donen per ser així?”. Tras ver, escuchar y disfrutar a Trombone Shorty y sus secuaces sobre el escenario de la sala Bikini como anticipo de la próxima edición del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, la pregunta sigue vigente veinte años después. Porque Troy ‘Trombone Shorty’ Andrews está dando nueva y brillante vida a una cadena musical de vital importancia para la música popular occidental que empezó con Joe ‘King’ Oliver, siguió con Louis Armstrong y se ha conservado gracias al clan Marsalis. Y uno no sabe muy bien de dónde ha salido un talento como éste. Sólo que, llegado directamente desde “The Queen City of New Orleans” con sus seis compañeros de aventuras, ofreció una soberana lección musical desde el primer (Buckjump) hasta el último tema (Do to me), tomándose apenas unos breves respiros cuando dejó de soplar para ejercer de cantante (Roses, The craziest thing) o cuando se puso a dirigir la banda en los diferentes momentos que cedió el lucimiento a sus chicos. La molida y natural mezcla de rock, soul, funk, hip hop y brass band que ha puesto en sus dos discos más recientes (Backatown, 2010, y For true, 2011, ambos en Verve Forecast / Universal) resultó tan contagiosa y agradecida como la enorme sonrisa y la mirada pícara que su cara lució durante todo el concierto. Si Trombone Shorty se mostró apabullante con la trompeta y el trombón (sus condiciones vocales son más limitadas, pero cumplen con suficiencia), no se quedó atrás su joven formación, Orleans Avenue, que reúne a cuatro rostros pálidos (guitarra eléctrica, batería, saxo tenor y saxo barítono) a cada cual más peculiar, un bajista de dedos gruesos e incansables y un percusionista de tamaño king size que perfectamente podría ser el center de la línea defensiva de los Saints. El detalle final, con todos los músicos intercambiándose los instrumentos, reflejó a la perfección el sentimiento de diversión, felicidad y fraternidad que flotó en el ambiente, encima y debajo del escenario. Ojalá todas las inauguraciones de festivales resultaran tan brillantes y agradables como la del pasado martes. // www.barcelonajazzfestival.com | Relacionados | Jordi Urpi