Tak!
Tak!
Free-can-do. Auto editado, 2016.
Segundo trabajo del cuarteto catalán y como su nombre indica, apuesta clara por el free. Pero no te espantes, piensa en libertad a la hora de tocar y no tanto en sonoridades difíciles de asimilar. Aun que usan el lenguaje del jazz para expresarse, estos jóvenes músicos conocen también el pop y saben reflejar ideas melódicas en sus composiciones. Las composiciones son del contrabajista Manel Fortià, excepto un par de ellas que ha escrito el saxofonista Roger Martínez. Hangover inicia el disco, entra Fortià marcando el tempo, se le añade Marc Bódalo a la batería y preparan el terreno para la irrupción del saxo de Martínez que ejecuta la melodía, después se le junta el trombón de Vicent Pérez y ahí está el free, esa tormenta de sonidos donde los dos vientos y también el contrabajo salpican sin compasión. Pero al final las aguas vuelven a su cauce y cierran dejando que Roger Martínez nos recuerde la melodía. Fin de ciclo? Buena pregunta. El cuarteto se mueve en terrenos de balada, descubrimos el piano de Joan Solana, la sección rítmica da un tempo relajado y Fortià aprovecha para hacer lo que tan bien se le da, centrarse en su instrumento y dejar como el que no quiere la cosa unas frases de las que te dejan clavado. Tak! Suite?, este tema es el único que repiten de su anterior disco, entonces era Juanjo Fernández el pianista. Es una suite? con un desarrollo pausado que sirve para ir presentando diferentes escenas que irán creciendo en intensidad hasta la traca final, con Martínez al alto, Vicent Pérez al trombón y Gabriel Amargant al tenor. Dones (Roger Martínez) otra balada que va insinuando la melodía, una sección rítmica que parece ir evitándola (la melodía) pero el piano de Solana remarcándola, y cuándo ya la tiene ¡sorpresa! El mismo Solana se la carga y se va a jugar junto al saxo a otros juegos más oníricos. Primitivo, un contrabajo lejano y una batería encima tuyo, un soprano misterioso y una melodía con mucha imagen a visionar, de repente el piano de Solana vuelve a redirigir, pero sólo por un instante, la carga de paisajes vacíos vuelve a imponerse. Y durante casi diez minutos seguirá esa disputa entre el piano y el resto, dejando una sensación de férreo trabajo que no aspira a llegar a ningún acuerdo. Cirrus magníficus, Fortià coge el arco para la introducción, a dúo con el piano, música sacra, envolvente, húmeda. Deja el arco y ya el cuarteto entra en materia. Marc Bódalo con las escobillas insinúa detalles, el piano de Solana expone y Fortià corrobora, siempre son temas largos, pero las variaciones son continuas y sorprendentes. Ben Hell, otro cambio radical, y ahora sí que hablamos de free. El cuarteto se lanza sin miedo a la superposición de sonidos que no tildaré de cacofonía (ya que no resultan desagradables) pero que no dejan espacio posible para el respiro. De nuevo el piano será el único aliado de la melodía. Candela, sorpresa, Solana se ha cansado de ser el juicioso y asume el papel de provocador, las teclas más agudas irán construyendo un camino de baldosas amarillas, el contrabajo se viene adelante imponiendo, el saxo de Roger entra en escena y da otro giro. Todo un temazo, para dedicarle varias escuchas. Vull un té negre. (Roger Martínez) sólo de batería que presagia sorpresas, el saxo entra a secuenciarlo y sólo al final necesitan a sus compañeros para resolver. Un tema corto pero muy original. Para cerrar el disco O. S. C. (Charles Mingus) vuelve a incorporarse el trombón de Vicent Pérez y como si de una brass band se tratase nos dirigen en un viaje por el viejo blues. Es de bien nacidos, ser agradecidos. + info | relacionados | Candido Querol