Sole Giménez
Sole Giménez
Atrium, Viladecans. 8 de febrero de 2013
Después de incursiones en los boleros y en algunas de las canciones más emblemáticas del repertorio de nuestro país, Sole Giménez presentaba su disco El cielo de Paris, dedicado a la chanson. Un disco, más que justificado porque ella misma nació en esa ciudad, que reúne algunas de las más famosas canciones francesas, y que cuenta con algunos de los mejores músicos de la escena valenciana y del jazz, logrando momentos de gran intensidad.
En el directo, como efecto de la crisis, según ella misma comentó, la acompañaban tres músicos: Jaume Llombart a la guitarra, las percusiones de Yoel Páez y el piano de Ivan Melón Levis, y si bien el concierto estaba dedicado a su nuevo trabajo, Sole Giménez no interpretó todos los temas del mismo, completando el repertorio con canciones de otros de sus discos, y acabando con una especie de popurrí recuerdo a Presuntos Implicados.
Así pudimos escuchar Bajo el cielo de Paris; Ma solitude; La boheme; y una divertida versión de La mala reputación, interpretada como un charlestón. Entonces presentó una canción que ha escrito para el disco, un ejercicio de estilo, lo definió, Aquella tarde, que posiblemente por estar compuesta por ella misma, fue uno de los temas que más lucieron en su voz, y que más aplaudió el público. Atacó luego, solo con acompañamiento de guitarra, su versión de la Habanera de Carmen; y sola con Ivan Melon Levis, La vie en rose, que ella dijo cantar como un tango. El repertorio nuevo, prácticamente acabó aquí. Canciones como Ne me quitte pas, Las hojas muertas, Por qué te vas (Et maintenant) o Je ne veux pas travailler, quedaron inéditas.
Entonces, de su disco Aquellas pequeñas cosas, llegó otro tema suyo, Un tren perdido, que interpretó a ritmo de danzón cubano; luego, Toda una vida y Dos gardenias; tras un recuerdo a Cecilia y un comentario sobre lo necesario que es en nuestro país tener ahora un poco de optimismo, cantó Un ramito de Violetas, también a ritmo cubano; una incursión brasileña en las Aguas de marzo, igualmente a ritmo cubano; y Esperaré, de Armando Manzanero con anécdota familiar incluida. En el primer bis una vuelta puntual a su nuevo disco, una interesante versión de Non, je ne regrette rien, acompañada únicamente por el piano de Ivan Melon Levis, donde el músico demostró todo su tremendo potencial; y para acabar el popurrí del que hablaba, con sus grandes éxitos, la mayoría dentro de Presuntos Implicados: Fallen, Mi pequeño tesoro, Como hemos cambiado y Aquellas pequeñas cosas, con las que dio por finalizado un concierto de algo más de una hora y cuarto.
La mayoría del público que llenaba la mitad del aforo del Atrium de Viladecans, venía a verla a ella y a escuchar sus canciones de siempre, por lo que salieron más que satisfechos; pero los que pensábamos en un concierto más acorde con su nuevo trabajo, tendremos que esperar otra ocasión. Nadie duda de Sole Giménez como interprete, sobre todo si la oímos en sus incursiones con la Sedajazz Big Band de Valencia o con algunos de los músicos que la acompañan en el disco, pero la actuación de esa noche iba dirigida a un público que hace años que la sigue y que quiere oír los mismos temas de siempre. A pesar del buen hacer de los tres músicos que estaban con ella en el escenario, se notaba la ausencia de algunos de los intérpretes del disco y, con ellos, esa tendencia jazzística que lo impregna, además de las diferentes texturas que aquél tiene. Nos quedamos con la sensación de haber asistido a un concierto bien resuelto, desde el punto de vista arístico, pero sin la chispa que, estamos seguros, Sole Giménez podría proporcionar en otras circunstancias. Ahora que estoy en casa escuchando algunas de las canciones de sus discos, pienso que al concierto le faltó un poco de riesgo para trascender lo profesionalmente correcto. +Info | Texto y foto: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO | Escucha el programa