Roger Mas
Roger Mas, un espíritu terrestrial
Con Les Cançons Tel·lúriques, el cantautor catalán nos ofrece una forma de ver la música tradicional desde la transgresión
Dicen de él que pisa seguro incluso cuando arriesga, que tiene la voz más bonita que ha dado la canción catalana y otros tantos piropos. Quizás lo más interesante se descubre escuchando sus discos y, sobre todo, asistiendo a sus conciertos. Ahí es donde se aprecia el valor, la inquietud y las ganas de crear, divirtiéndose. Roger Mas viste a la manera de cantautor, por extensión, catalán, pero su espíritu creativo supera esa clasificación. Es un artista de la música, de las ideas y de las palabras. Si a lo largo de sus cinco discos ha atravesado diferentes concepciones estilísticas, si con su anterior trabajo Mística Doméstica, se dio a conocer a un público más numeroso con un concepto en las laderas del pop, su nuevo “Les Cançons Tel·lúriques” aporta expectación. El músico ha vuelto a dar otro quiebro para retomar la senda del premiado DP. Los amantes de Mística quizás se encuentren con un trabajo más inquietante, extraño y diferente, pero los más atrevidos descubrirán un camino abierto a nuevas experiencias… El de Solsona (Girona) ha escogido temas de su tierra, arrancados a la titularidad eclesiástica para ofrecerlos a los oyentes más laicos porque considera que la espiritualidad es necesaria y es un sentimiento ausente. Otra de las fuentes inspiradoras ha sido el poeta y sacerdote catalán, Jacinto Verdaguer. Las canciones de su último libro “Al Cel”, olvidando la componente más sacra, componen un canto a la libertad del espíritu humano, a la maravilla del paraíso. Con calma, sin prisa, como deben de hacerse las cosas Mas se muestra satisfecho con su trabajo, aunque espera conocer la respuesta de sus públicos. De entre sus palabras, en su sonrisa y en su irónico sentido del humor detecto ganas de sorprender, de romper el confort y de mostrarnos la energía terrenal que vibra bajo su piel…
Así nos explica que son las Canciones Telúricas…
¿Por qué telúricas?
Es muy curioso, porque la definición del diccionario te dice que son las fuerzas de la tierra, pero creo que la gente, o al menos yo, la percepción que tenemos de lo telúrico es que es algo mucho más espiritual. Precisamente, eso es una contradicción y las contradicciones me interesan.
En 2005 en el Auditori de La Pedrera realizas un espectáculo que se llama como este disco. ¿Era una introducción previa a este proyecto?
En un principio iban a ser mantras, pero al final, la idea cambió. Era un proyecto musicalmente muy integrista. Y luego encontré un espacio para los poemas de Verdaguer, una historia que nació en 2002, que me gustaba y que parte del público me pedía que estuviera en un disco, pero no encontraba un espacio donde incluirlo. Poco a poco, se fue conformando la idea y la oportunidad de hacer un disco, bastante diferente dentro de si mismo.
Después de Mística Doméstica, ¿qué pasa por tu cabeza para crear este álbum?
El corte fue hacer Mística Doméstica, un disco en el que trabajé con un productor, algo nuevo para mí, y en donde aposté por un estilo musical más concreto. Mientras hacía eso, había otra parte de mí que necesitaba salir y a la que no le estaba dando salida. Pensé que mientras trabajaba en Mística Doméstica podía hacer un directo paralelo que fuese esa otra parte de mi que hasta entonces conjugaba en mi interior. Y salió así. Lo estrenamos en Manresa, en la Fira d’Espectacles d’Arrel Tradicional. Me sorprendió tanto el éxito que me decidí a hacer el disco, porque, en principio, el próximo trabajo debería de haber sido otro, con canciones nuevas. Las Canciones Telúricas era un espectáculo paralelo para darme el placer de tocar otros tipos de músicas que no entraban dentro del paradigma del Mística, que fue una especie de paréntesis en mi trayectoria musical.
¿Consideras que tu camino profesional anterior al Mística guarda más relación con éste nuevo trabajo?
No puedo ser objetivo, pero creo que cada uno de mis discos es diferente. Me encuentro con muchos problemas, porque es como si no hubiese aprendido nada de los discos anteriores. Todo lo que se me ocurre es totalmente diferente, no suelen repetirse, muchas veces, ni tan sólo los instrumentos. El primer disco era un trabajo muy ingenioso; el segundo, está grabado con una espardenya, es muy auténtico porque voy buscando la sencillez del artista con la guitarra. El tercero fue con un grupo de pop rock, en DP juego un poco con la música electrónica, o con instrumentos electrónicos. El quinto fue la apuesta por el pop de Mística Doméstica y éste, vaya, es otra cosa.
Rompes con la idea de repetir conceptos. Buscas la variedad, huir de lo establecido…
Pero no es por no repetirme, sino para no aburrirme. Tengo el gran privilegio de poder vivir de esto exclusivamente, porque me llena y porque me divierte. Y porque pienso que si logro encontrar algo que me estimule, es probable que al escucharlo pueda estimular a otras personas. Si en algún momento pasase por alguna línea que tuviese un éxito desmesurado y supusiese una fiesta económica igual me lo plantearía, pero francamente, en el mercado en el que me muevo, por la lengua, o por lo que sea, ahora es algo inimaginable, pero no es algo militante… El objetivo es entretenerse y salir del aburrimiento. Esa es una de las motivaciones, de las muchas motivaciones del arte. Otra sería la necesidad de recrear la vida, la realidad, cogiendo las cosas reales que te gustan y las que nunca han llegado a ser auténticas pero te gustaría que lo fuesen.
¿Cómo organizas el disco? Hay dos bloques, frases en latín para diferenciar…
Diferencio dos bloques. Los veo muy diferentes. Tengo cierta manía por clasificar las cosas y organizarme, me gustan mucho las carpetitas. La coña del latín era sólo para poner “De profundis cataloniae”, que era algo que me resultaba muy cachondo. Digamos que el Goigs de la mare de Déu, o el Ball de l’Àliga, que es el folclore más solemne y casi épico, forma parte de la música folk que no se ha tratado, o se hace seriamente, desde el mundo de la música clásica, o desde el mundo de la música popular. Se ha trabajado el folk de baile festivo, pero el folclore popular solemne no se ha tratado nunca y es a lo que le encuentro una sensualidad muy especial. El “baile del aguila” es muy sensual. Tenía ganas de acercarme desde este punto de vista. De todas formas, igual que trabajo el Goigs con toda seriedad, luego hago una contraversión y una recontraversión que son como una parodia de la misma historia.
En el disco suenan temas instrumentales, hay muchos minutos de música instrumental…
Tenía muchas ganas de hacer música. Había encontrado letras del Ball de l’Aliga, y del Ball de Gegants pero no me parecían interesantes. También pensaba que mis letras al lado de Verdaguer no casarían demasiado bien. Este hombre te puede gustar o no, pero su talla poética es de lo más grande, al menos en catalán.
¿Y por qué Verdaguer, y precisamente su último libro?
En el año del centenario me encargaron musicar un poema. La visión que tenía de Verdaguer era la de patria y religión que es la visión que podría tener la mayoría sin haberlo estudiado demasiado. Hablando con un amigo le comenté que no me atraía mucho la idea de musicar al poeta, pero él, que conocía mis gustos, me recomendó que leyese su último libro, Al Cel, que sería como un Baudelaire, a la catalana. Lo encontré brutal, turbador, con una fuerza y una tensión dramática, y de una talla poética espectacular. Me interesó el Verdaguer poeta y el Verdaguer hombre porque el capellán no me interesa nada. He intentado guardar el espíritu de ese trabajo porque cuando se emociona surge la parte más humana, las ninfas, el paraíso… Automáticamente después se reprime y sale la flor del corpus, la eucaristía, el buen Jesús que le espera y le corta el rollo. Si por un lado te hace sentir libre presentando el paraíso, todo el libro es un quiero y no puedo, o un quiero morir porque esta vida es un desastre, es un camino de espinas y todas las rosas están en el paraíso que es la patria del alma. Esa contradicción es sugerente. A mi generación y a la anterior, la iglesia nos provoca rechazo, y que Verdaguer fuese sacerdote tenía cierta gracia para poder extraerlo de la religión.
Tus discos son diferentes, pero confluyen en una cosa común, tienen diferentes perspectivas auditivas. No son discos fáciles para el público general.
Intento hacer discos para sentarse en el sofá, con una luz suave, y si te gusta el whisky o fumar, o ponerte cómodo, disfrutarlo de principio a fin. Por eso he puesto las introducciones, como para acabar de poder coger posición. El único problema es que a la hora de hacer el master es complicado. Pienso que a partir del tercer corte ya debe subirse el volumen del equipo para disfrutar de forma diferente. Y, sobre todo, el último tema, Isàrnia, escuchado a todo volumen es bastante especial. Mística Doméstica era más ligero que los otros que, en general, eran más densos. Además, tengo manías por crear diferentes niveles de escucha. Me encanta estudiar un disco varias veces para encontrar todo lo que tiene, por delante y por detrás. Lo encuentro divertido. En este último creo que también lo he logrado, aunque por primera vez hay una preponderancia de la voz, cosa que no había ocurrido en mis anteriores grabaciones. Nunca habíamos trabajado la voz con tanta atención. Luego, los arreglos son como una cosa que arropan por debajo, y todas las partes instrumentales… Sí que tiene detalles, historietas que hay que descubrir.
En el álbum se aprecian mantras, músicas de la India, percusiones, hay blues, rock, ritmos progresivos. Parece como si hubieses intentado coger todo lo que te gusta. ¿Cómo has trabajado las músicas?
Cada tema es diferente. No tenía ideas preconcebidas, sino que han ido surgiendo y aquí es donde se notan mis influencias estrictamente más musicales, no de cantautor. Posiblemente haya escuchado mucha más música instrumental que vocal y aquí se puede apreciar mucho de lo que me interesa, como por ejemplo, los cantos de Mongolia o de Nepal, o temas de la fusión entre el blues y la música hindú, como ya hizo John McLaughlin, con Ravy Shankar en Shakti, o Ray Cooder con el disco Meeting by the river. Me encanta esa mezcla. En La Mare de Déu del Claustre, si que había una apuesta. Quería encontrar una línea musical espiritual partiendo de la tradición europea y catalana, porque es la misma. A nivel musical no hay fronteras. Yo encontraba que la tradición popular religiosa musicalmente no era religiosa. Es como si fuese música que habla de religión, de un sentimiento religioso, pero que en sí mismo no tiene. En cambio, la música africana, de Mongolia, la India u otros lugares si que puede ponerte en un estado de conciencia más próximo a lo que es una experiencia religiosa. Mi idea era coger la música de una canción religiosa catalana y tratar de encontrar eso. Hicimos una base de blues minimalista, con cantos de monjes orientales y la Mare de Déu, porque la devoción a la virgen es previa a la iglesia que conocemos. La virgen es el culto a la madre, a la fertilidad, a la tierra. Y era en ese sentido el que quería que se entendieran los Goigs.
¿De donde proviene ese tema?
La hizo un sacerdote de Berga, a principios de siglo, que estaba en Solsona. Goigs de la mare de Déu hay muchos pero estos son los que calaron y se cantan en misa. Yo los escuchaba de pequeño en misa. Es una canción muy bonita, y también es un poco la crónica de mi infancia. El Ball de l’àliga, la fiesta de la Patum de Berga, tienen sus músicas populares y yo las escuchaba los días de fiesta en la “Cataluña profunda”. Suena un poco solemne, pero para mí lo interesante era la parte de fiesta. Esta solemnidad y épica, en lugar de recordarla como una cosa encarcarada las relaciono con el sol de septiembre y las calles de Solsona a las cuatro de la tarde, cuando todos los padres estaban tomando el café, todo el mundo encerrado en casa, y los niños corrían solos divirtiéndose con los restos de pólvora y los petardos. La gente cuando escucha la sardana tiene una sensación desagradable porque el timbre del instrumento es muy estridente, pero yo cuando escucho una sardana lo que siento, es eso, ver las faldas de las bailarinas, los amigos corriendo por medio. Cuando escucho esa instrumentación y este tipo de música tengo la sensación de que es un día alegre, de fiesta.
Pero el Goig no suena tan solemne porque lo ves desde ese lado más humanista…
Sí, he intentado robarle un poco la Mare de Déu a la iglesia. Yo creo que hay mucha gente que tiene un sentimiento espiritual, al menos de mi generación y la anterior, con 40 yo 50 años, que se han ido a buscar la espiritualidad a la India o al Nepal porque aquí, lo que había era una religión moralista que te decía lo que tenias que hacer en la vida y, en cambio, no te daba ningún sentimiento espiritual. He tratado de arrancar la virgen a los brazos de la iglesia moralista y entregarlo a un sentimiento religioso libre, para que cualquier persona lo pueda sentir como quiera. Arrebatar cierta espiritualidad de la iglesia, o de la virgen y llevarla a un ámbito más laico.
¿Conciertos por el resto de España, internacionales?
Se están abriendo cosas y podría haber alguna sorpresa a nivel internacional pero todavía están sin confirmar.
Cuando haces un disco, ¿piensas en la dimensión internacional, aunque sea en lengua catalana; que también puede gustar a personas que no conozcan tu lengua materna?
Creo que de mis discos, si alguno puede tener algún interés de fuera de este ámbito lingüístico, es probablemente éste. La música tradicional que se está tratando en este lugar, y la manera de tratarla, puede tener un interés para otras personas. Quiero decir que es una cosa que no se puede hacer en otro sitio. Lo que se ha conseguido aquí, el Ball de l’àliga y los Goigs es la parte que puede tener más interés porque son temas únicos de esta tierra. Creo que lo que puede hacer un cantautor es lógico que no tenga mucho interés para las personas que no entienden el texto, porque no consiguen entender la esencia.
¿Pero se dan casos, de cantautores que tienen repercusión internacional, aunque tengan lenguas diferentes?
Sí, pero siempre es difícil. Un cantautor siempre tiene que vivir de su propio ámbito lingüístico, porque ir fuera supone unos gastos que difícilmente salen a cuenta. En general, y si no eres de la división de Springsteen no lo tienes fácil para vivir de esto. Eso sí, es una experiencia agradable que vale la pena.
¿Qué respuestas esperas para este tipo de música que propones ahora?
No lo sé porque nunca me he preocupado. Que no se malinterprete. He hecho las citas en latín, que tumban de espalda, y comprendería que la gente se retirase ante eso. La gente que me conoció con Mística Doméstica puede tener una sorpresa bastante importante, en cambio la gente que venia conmigo con discos como Casafont o Dp, que gustaron bastante, estarán encantados de la vida. No es un disco de grandes repercusiones mediáticas, y tampoco he tenido nunca esa pretensión.
¿Qué opinión te merece hoy en día la recuperación de la música tradicional?
Es el futuro de la canción. El futuro no es hacer música tradicional, el futuro es crear sin olvidarse de lo que es uno, de lo que tienes alrededor. Aquí también hay una cultura del rock que es una cosa importada, pero claro, tanto he mamado la sardana y los goigs, como he mamado la historia del rock. Lo único que puede diferenciar a un artista de otro es que tengas influencias de algo local. No es que seas localista, pero has de dejar que alguna influencia local salga por algún resquicio de tu obra, porque sino no tendrá ningún interés. El mayor ejemplo de esto es Dalí. Fue un artista absolutamente universal que llegó a todo el mundo, te guste o no. Y mira…
TIERRA TELÚRICA Fotos: Xell Mas
Situada en el prepirineo catalán, Solsona es una ciudad de unos 8.000 habitantes. Entre sus principales atractivos se encuentra la calma y la riqueza del patrimonio histórico y cultural. La catedral, el museo Diocesano y su centro histórico son de origen medieval. En el museo se encuentra la imagen de la Virgen del Claustro, patrona de la ciudad, y escultura catalogada como una de las más significativas del románico universal. En esta población, en 1975 nace Roger Mas. Gracias a su abuelo, Joan Solé i Costa comienza a estudiar música e instrumentos con tan sólo cinco años. En 1977 graba su primer disco Les flors del somni y en 1998 edita un primer libro de poemas y canciones: Flors, Somnis, Camins i serps. Los dos son calificados por el cantautor como “pecados de juventud”.Por otra parte, Jacinto Verdaguer nace en 1845 en la vecina comarca de Osona, también en la provincia de Barcelona. A los once años ingresa en el Seminario de Vic, compartiendo su carrera con el oficio de maestro y de labrador. En 1865 gana cuatro premios en los Juegos Florales de Barcelona y en 1870 es consagrado sacerdote. Reside en La Habana y a los 32 años, a su vuelta se consagra como poeta con La Atlántida. Su vida transcurre entre su fe y la poesía, en donde llega a ser una de las grandes figuras de la literatura catalana // Antonio Álvarez