Seu Jorge

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Sala La Riviera, Madrid
9 de mayo de 2008

Coincidiendo prácticamente con la llegada a España de su nuevo disco América Brasil (Jabalí Valente Records 2007), aterrizó Seu Jorge por primera vez en España, y en concreto en Madrid, para ofrecernos un espectáculo de dos horas en el hubo cabida para casi todo.

Este debut en nuestro país es posiblemente la causa de que la sala no colgara el cartel de: no hay billetes, y de que la mitad del público asistente fuese de origen brasileño. Hecho que indica la popularidad y el respeto que este artista tiene en su país, y que se irá ganando en el nuestro, ya que hablar de Seu Jorge es hablar de una de las figuras más representativas de la gran ola de músicos que está generando Brasil en los últimos tiempos.

El concierto tuvo tres partes diferenciadas, en las cuales Seu Jorge fue desgranando todos los estilos que ha ido abarcando a lo largo de sus discos: Moro No Brasil (1998), Samba Esporte Fino (2001) y Cru (2004). Pasando incluso por la copla española al interpretar el clásico que inmortalizó Lola Flores Ay pena penita, pena  junto a la cantante y actriz Gala Évora.

En la primera parte del espectáculo, Seu Jorge, acompañado por una banda de siete músicos, hizo el despliegue de su repertorio más funk y rockero, con toques de hip hop en algunos temas, imprimiendo un ritmo muy intenso a la actuación que tuvo como colofón final la interpretación de su canción Carolina, lo que supuso un estallido de júbilo entre los allí asistentes.

Y como tras la tormenta siempre viene la calma, el cantante brasileño rebajó la intensidad de la actuación dando paso a la colaboración de Gala Évora, que abrió una fase de intimidad entre el artista y el público. Él solo junto a su guitarra, ejerciendo el papel de cantautor clásico. Realmente fue un momento de transición para la explosión final del concierto, ya que el nefasto sonido de la sala, al que me referiré posteriormente, imposibilitó que llegara el mensaje y el discurso comprometido de Seu Jorge, e impidió que el público se entregara con completa intensidad a esta fase.  Ahora bien, cuando volvió a salir toda la banda para dar comienzo a la tercera y última fase del concierto, ni el abominable sonido pudo con la fuerza y energía que desprendían Seu Jorge y sus músicos. Esta parte puede resumirse en: Samba, Samba y Samba. Con parte de la formación paseando y tocando entre el público, y el resto en el escenario, el tono carnavalesco se apoderó de todos los que allí nos encontrábamos, haciendo mover las caderas hasta a los tipos más tiesos del lugar. Y si a toda explosión de ritmo, se le suma la euforia desatada por los paisanos del artista que retornaron a su tierra a golpe de timbal, podemos concluir que el carnaval apareció por Madrid en un mes de mayo.

El concierto de Seu Jorge cumplió ampliamente las expectativas y las ganas que tenía de verle en directo. Su calidad en los discos se ve reflejada con intensidad en sus directos. De eso no cabe duda.  Pero no puedo finalizar esta crónica sin mencionar los problemas de sonido de la sala La Riviera.

Cuando uno va a un concierto y el sonido es malo, uno puede pensar que el técnico de sonido no es muy ducho en la materia. Pero cuando uno no se cansa de acudir a la citada sala, y concierto tras concierto el sonido que se encuentra es deplorable, cabe pensar que los técnicos no tienen nada que ver con una situación que hace desmerecer todos los conciertos que allí se celebran.

La sala La Riviera tiene la ubicación perfecta, la estructura ideal, la capacidad idónea para albergar conciertos de 2000 personas y el monopolio para cierto tipo de eventos. Lo tiene todo para convertirse en un referente en toda regla de la música en directo en la ciudad. Pero lamentablemente la tienen abandonada a su suerte, lo que posibilita que a uno se le quiten las ganas de seguir acudiendo a un lugar donde sabe que no va a disfrutar con total plenitud del espectáculo que va a ver. Y todo se debe a la falta de interés por ofrecer una calidad y dignidad al mundo de la música en directo. Mientras siga primando el interés económico a toda costa, en detrimento de la profesionalidad, seguiremos estando en una división inferior.// Bruno Freire León