Primavera Sound 2014
Primavera Sound 2014
Parc del Forum, Barcelona. Del 28 al 31 de mayo
Como ya debéis saber, la noticia es que el Primavera Sound batió de nuevo su propio récord de asistencia. Según la organización todo el festival tuvo más de 190.000 visitas, de las cuales casi la mitad fue de público foráneo. Sea como fuere, e independientemente de todos los “peros” que cada uno le quiera poner a su triunfo, llevan años haciendo un gran trabajo y es de recibo reconocer que se han ganado ese éxito por meritos propios.
Si bien los tres días de conciertos en el Parc del Forum es lo más vistoso y conocido del festival, durante toda la semana hubo muchísimas actividades paralelas, tanto para profesionales como para el público. Eso ha hecho que este festival cada año sea más importante, y no solo a nivel nacional, sino internacional.
Pero es que ahora la oferta musical es enorme y variada, ¡casi 350 actuaciones! en sus doce escenarios. Los dos más grandes alternándose las actuaciones estelares y que hacían que mucho público apenas saliera de esa nueva gran zona. Un público heterogéneo, joven en general y con ganas de pasarlo bien, pero también, y salvo excepciones, muy atento a lo que ocurría encima de las tablas. Indie, garage, house, rock industrial, americana, harcore, punk, folk, techno, psicodelia, electrónica, pop, soul, metal, jazz y un enorme etcétera, en el que cabe cualquier estilo que se les ocurra. Había de todo, aunque aquí me van a permitir que me centre solamente en los grupos que están más en esa línea ficticia que seguimos en esta revista virtual, y podríamos polemizar sobre que estilos podrían entrar y cuales no, pero eso será en otra ocasión.
De todas formas enfrentarte a un festival como es Primavera Sound requiere tomar una actitud positiva. Hay que pensar en todos los grupos que puedes y vas a ver, y no sufrir por todos los que te vas a perder. Y de eso vamos a hablar, sobre todo de los grupos que disfrutamos.
¡Vamos allá!. Si lo hacemos cronológicamente debemos empezar por Rodrigo Amarante. Este cantante y multinstrumentista brasileño es un gran creativo, porque además de su proyecto en solitario, forma parte de los exitosos Los Hermanos. También de la numerosa Orquestra Imperial. Ha tocado con Devendra Banhart o tiene un trío, Little Joy, donde también está Fabrizio Moretti (The Strokes). Y todos hablan maravillas de él.
Lo cierto es que dio una lección de folk soleado, y esto último nunca mejor dicho por la hora de la tarde en que lo hizo. Acompañado de un trío, batería, bajo y un bonito órgano (que nos dijeron que se había construido él mismo), repasó las canciones de su delicado y nuevo disco Cavalo. Quizás el escenario abierto donde tocó, no fue el mejor para disfrutarlo, pero canciones como O Cometa, Mon Nom (cantada en francés) o Hourglass, sonaron ensoñadoras y fascinantes. Esperamos verlo de nuevo en un espacio más íntimo.
Sin tiempo para asimilar tanta delicadeza, casi tuvimos un shock al encontrarnos con los holandeses The Ex. Tres guitarras eléctricas y una baterista encadenando ritmos a gran volumen. Esta banda experimental y post punk ha ido evolucionando musicalmente desde sus inicios, allá por finales de los 70´, y curiosamente han ido incorporando influencias de músicas tradicionales húngaras, turcas o africanas. En nuestra mente estaba la colaboración que hicieron junto al saxofonista etíope Getatchew Mekuria en el disco Moa Anbessa, un trabajo precioso. Pero en su directo actual poco podemos encontrar de esa interesante propuesta. Quizá algunos de esos ritmos insistentes podían tener algo que ver con estructuras musicales africanas, pero ante tal amalgama de sonidos, resultaba difícil encontrar similitudes. Eso sí, su directo es intenso y epatante, y solo por el sentimiento y pasión con el que tocaron, merecieron que uno aceptara su descarga sónica.
Aunque si nos dan a elegir, nos quedamos con el siguiente grupo que tocó, los neoyorquinos Antibalas. Los hemos podido ver en más de una ocasión y lo cierto es que, aunque mantienen el espíritu del afrobeat, musicalmente han cambiado. Hay que recordar que Antibalas recortó su nombre, que antes era Antibalas Afrobeat Orchestra, justamente porque no todo lo que toca la banda es afrobeat, y se notó. Y no es que su actuación fuera mala, pero si pecó de fluctuante. Siguen siendo una gran y numerosa banda, dos guitarras en continuo dialogo, un bajo, un batería, dos percusionistas, un chekere (fundamental en el afrobeat), un teclista, y cuatro vientos, que en algún momento, no sé cómo, pero se convertían hasta en siete, pero faltaba una pieza importante, el guitarrista y cantante Marcos Garcia, alias Chico Mann. Para mí fueron sus escarceos con el soul, o el funk a medio tiempo, los causantes de que no engancharan todo lo que debían. Eso sí, para acabar su actuación entraron de lleno en ese afrobeat fibroso, y si no estoy equivocado de la mano del Alagbon Close, una versión del gran Fela Kuti, que sí que puso a todo el mundo a bailar. Cuando toda la banda hizo sonar al unísono la última nota, el público respondió con una gran exclamación. Algo que nos hizo pensar: “¿afrobeat en el Primavera Sound, patria del indie? ¡pues por qué no!”. Aunque no habríamos de esperar mucho para volver al afrobeat, porque el último día tocaría Seun Kuti. Pero ya llegaremos a él.
Como buen contraste a la actuación de Antibalas, la de la tejana Annie Clark, mejor conocida como St. Vincent. Y en este caso lo de “actuación” tiene un sentido literal. Acompañada solo por dos teclistas y un batería, su forma de entender la puesta en directo tiene bastante de teatral y más después de su gira y su disco, Love This Giant, junto a David Byrne. De hecho parece que gracias a ello, se le han abierto las puertas al gran público, y no es porque su propuesta sea de consumo fácil, más bien al contrario, sino porque tiene una voz personal, una original y melódica forma de tocar la guitarra y además demuestra una gran creatividad. Su repertorio se nutrió de su nuevo disco que ha titulado con su nombre artístico St. Vincent, aunque repescó temas de Strange Mercy como la “divertida” Cruel, o también de Actor, como la excelsa Marrow. Esta última quizás no sonó tan apabullantemente bien como junto a David Byrne y aquellos ocho vientos que “la acosaban” visualmente, pero fue igual de excepcional. Nos alegramos que su pop experimental y artístico acogiera tanto público.
En otro universo musical, en el cual lleva bastantes años, nos encontramos con Dr. John y su gran banda The Nite Trippers. Él ha llevado su blues, con denominación de origen de Nueva Orleáns, por todo el mundo y está en un status que lo mismo le da actuar en una pequeña sala que en un gran escenario en el Primavera Sound. A pesar de que se le nota la edad (74 cumplirá este año), aún mantiene la voz y la soltura con el piano y órgano, no tanto con la guitarra, pero para eso está esa joven y experimentada banda que supo ponerle groove a sus composiciones. No faltó el clásico Right Place Wrong Time o ese temazo como es Revolution y que parece beber del jazz etiope. Su actuación a media tarde fue un oasis donde refugiarse entre grupos musicalmente indies.
Pero llegamos al concierto más emocionante del Primavera, que no fue otro que el de Silvia Pérez Cruz junto a Raül Fernández Miró. Fue en el macro Auditorio del Forum y a pesar de que eran solo ellos dos, lo llenaron de público y de pasión. Acaban de editar como dúo granada (en minúsculas), un disco con quince versiones que son quince joyas con la inconmensurable voz de Silvia y las fantasiosas guitarras de Raül. Y que me perdone Raül, que en cada actuación también echa el resto con su guitarra y su amplia pedalera, pero Silvia está en un punto de su carrera que puede hacer lo que quiera, y haga lo que haga, seguro que se sale. El concierto se abrió con Abril 74 que ya nos puso la piel de gallina, pero es que después con Hymne A L’Amour, que cantara Edith Piaf, nos rompió el alma cantando con esa voz que te mece con la misma facilidad que te atraviesa el corazón. En ese momento nos pareció que estábamos viviendo algo único, pero es que en la siguiente canción, el Compañero de Enrique Morente, la sensación fue la misma, o más grande si cabe. Solo recuerdo a alguien capaz de cantar con parecido sentimiento y ese era Jeff Buckley, que pena que ya no esté aquí, porque un dúo entre ambos sería impagable. Como dice Silvia, ella reivindica el arte de la interpretación y bendita sea por ello, además se dirige al público con una naturalidad tan pasmosa que parece que te hable directamente a ti. Soy incapaz de describir la facilidad que tiene para remover sentimientos internos con su voz, pero el final con Pequeño Vals Vienés fue de escalofrió, y su pasión, desbordante. Las luces encendidas al final de su actuación nos hizo ver que no solo a nosotros se nos había desbordado el entusiasmo por los ojos, había muchos más que también los tenían enrojecidos.
Quizás por ello, media hora más tarde, la actuación de Kronos Quartet y su reinvención de la música clásica contemporánea nos pareció algo “casi normal”. Basaron su concierto en su nuevo disco A Thousand Thoughts que celebra su 40 aniversario y donde interpretan quince canciones de catorce países diferentes. Especialmente interesantes resultaron en directo La Sidounak Sayyada del sirio Omar Suleyman, la preciosa Tusen Tankar o la subyugante Cry of a Lady de Terry Riley, aunque como siempre sorprendieron en un tema en el que alternaron sus instrumentos de cuerda con extraños artilugios electrónicos que mezclaban con sus violines, viola y cello. Únicos en su género. Fue un placer verlos y poder relajar los sentimientos alterados en el concierto anterior.
Y otro que también sobresalió fue el veterano Caetano Veloso. Es el músico vivo más importante de ese país tan musical que es Brasil y con más de 70 años sigue igual o mejor que nunca. Además demostró saber bien donde estaba y con gran inteligencia hizo un show dinámico, moderno y con el justo sabor a nostalgia. Claro que desde hace años se acompaña del power trio Banda Cê con los que ha grabado ya una trilogía de discos. El último ese esplendido Abraçaço (coproducido junto a hijo Moreno) que mostró en el Primavera. Aunque más acertado sería decir que lo que mostró fue parte de su disco en directo Multishow Ao Vivo Caetano Veloso Abraçaço. Su mezcla de bossa y rock, como no, tropicalista, y su halo encantador, fueron suficiente para cautivar a la gran cantidad de público que asistió a su concierto. Sonaron especialmente bien A Bossa Nova E Foda y O Império Da Ley, aunque el tema Abraçaço nos brindó un tremendo solo de Pedro Sá a la guitarra. Y aprovechamos para nombrar al resto del trío, Marcelo Callado el “pulpo” batería y al bajo el inmenso Ricardo Dias. La fiesta tropical llegó con Reconvexo y las clásicas Você Não Entende Nada y A Luz de Tieta. En apenas hora y veinte minutos Caetano conquistó a todos, y eso que había mucha gente de negro que había venido a ver a Nine Inch Nails.
Aunque esa misma noche también hubo otro concierto que seguro asombró a más de uno. Seun Kuti, el hijo menor de Fela Kuti, llegó, arrasó y convenció. Hizo una de las actuaciones más enérgicas que le hemos visto. No paraba de moverse (al estilo de su padre), cantaba, tocaba el saxo y sudaba por todos sus poros. En su set list apenas seis temas, pero estamos hablando de autentico afrobeat. Salió primero la numerosa banda, catorce músicos contamos, incluyendo las dos bailarinas y coristas, y Lekan Animasahun, el que ya fuera director musical con su padre, le presentó: ¡Seuuuun Kuti!. Apareció él y aquello empezó a rodar. Abrió arrollando como acostumbra a hacerlo y con un tema de Fela, en este caso Dog Eat Dog, pero continuó con otro más de su padre que fue V.I.P. (vagabons in power). Y esto solo era el calentamiento. A partir de ahí se metió de lleno en su último disco A Long Way to the Beginning, que por un lado rinde homenaje al afrobeat más clásico, pero que también amplían su horizonte, sin perder efectividad rítmica. Atacaron el apabullante I.M.F. (acrónimo inglés de Fondo Monetario Internacional), que él ha rebautizado como “International Mother Fucker” y siguieron con Africa Smoke donde afirma que “el humo de los incendios africanos hacen que el hombre negro sufra”. La siguiente canción fue Higher Consciousness (conciencia superior) donde Seun afirmó que “tener una conciencia superior significa ser lo que somos, no lo que nos enseñaron a ser”, y fue realmente excitante con esos envolventes coros de llamada-respuesta y un ritmo que nos arrastraron al movimiento sin remisión. Todo acabó con Kalakuta Boy, un clásico afrobeat donde se lucieron los vientos mientras Seun cantaba a esa república que creó su padre y donde creció de manera libre y revolucionaria. Apenas fue una hora, pero de tal intensidad que parecieron por lo menos dos.
Básicamente este fue mi personal recorrido por los grupos más B!ritmos del Primavera Sound. Alguien quizás se puede preguntar que pasó con Arcade Fire, Pixies, Television, NIN o muchos otros, pero hubo 190.000 personas, seguro que cada uno podrá contar un festival diferente. +Info | Relacionados | Miguel Amorós | Fotos: Xarlene | Eric Pamies.