Perico Sambeat
Perico Sambeat | Cicle Grans Conjunts
L’Auditori (Barcelona) 8 de febrero, 2012
El saxofonista Perico Sambeat presentó a los integrantes de su Big Band con el orgullo del buen profesor que reconoce el potencial de sus alumnos, diciendo que entre sus filas se encontraban algunos de los músicos que marcarán las tendencias del jazz nacional de pasado mañana. No le falta razón, después de haberlos visto (y oído) en directo en L’Auditori, en lo que fue “una puesta de largo” o concierto de fin de curso, gozando de los laureles de tener frente a ellos un maestro excelente y exigente como el valenciano. Compuesta por los más notables estudiantes de la ESMUC de Barcelona, esta Big Band desgranó un repertorio casi exclusivo del propio Sambeat, con las excepciones de A sleepin’ bee, de Harold Arlen –autor de la famosa Over The Rainbow, de El mago de Oz– y la no menos célebre Muñequita Linda –bolero, por cierto, escrito por María Grever, una discípula del mismísimo Claude Debussy–. La revisión del temario propio, sin embargo, se redujo a tan sólo cuatro de sus principales discos: Jindungo (Fresh Sound, 1997), Friendship (ACT, 2003), Ziribuye (Contrabaix, 2005) y Flamenco Big Band (Verve, 2008).
Pero Perico no estaba hoy aquí para su lucimiento personal, sino desempeñando el difícil rol de director de orquesta (de jazz, se sobreentiende), reservándose alguna esporádica improvisación. El papel de solista corrió a cargo de su algunos de los jóvenes músicos de la Big Band, con destacadas intervenciones de LLuc Casares en el saxo tenor y Bruno Calvo en la trompeta. Quienes se llevaron la palma, para quien esto suscribe, fueron los saxofonistas Josep Valldeneu y Claudio Marrero, de estilos muy dispares entre sí –el solo del primero fue de traca: de menos a más, hilando un vertiginoso crescendo con tutti que contagió al público su entusiasmo con un subidón de adrenalina; el del otro, más violento y cortante, despedía una fuerza brutal, que dejaba clavado en la butaca–, así como el imaginativo Roc Calvet en la guitarra, creando sonidos atmosféricos que le sirvieran de colchón a la sección de los vientos. La base rítmica, no obstante, brilló enormemente en piezas como Triptik y las complejísimas Epicuro y La sombra de Ciro, cerrando el concierto con un bis –Guajira para Duke– que contó con la voz de Gemma Humet. Antes, Mireia Vilar interpretó Matilda, una canción que en su momento grabara su maestra en la ESMUC, Carme Canela, presente también en la sala.
Se trataba de un concierto íntegro de jazz, con arreglos expresamente concebidos por Sambeat para un formato de big band de 25 personas. O sea, una gran Big Band, valga la redundancia. Pero entiéndase el adjetivo por la alta calidad de los participantes. Allí sonaron influencias y géneros de todo tipo, en una amalgama preciosa –y muy mediterránea– que fusionaba flamenco, funk, jazz, swing y demás etiquetas, con predominio de aires latinos. No en vano, el lenguaje estético de Sambeat ha bebido de todo tipo de fuentes a lo largo de su vida artística, colaborando con gente como Javier Colina, Marc Miralta, Pat Metheny, Michael Brecker, Brad Mehldau, Kurt Rosenwinkel, Miguel Poveda y el gran Enrique Morente, entre otros popes del olimpo musical con mayúsculas. Sin duda, este buen gusto y esa sabiduría acumulada los supo transmitir a sus alumnos, como puso de manifiesto esta joven formación a la que, en conjunto o por separado, auguramos un buen futuro. | + info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno