Orquesta Imperial

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Orquesta ImperialOrquesta Imperial
Festival Cruïlla de Cultures

Sala Clap. Mataró
11 de julio de 2008

Por muchos conciertos y festivales visitados, parece que a una le cuesta aprender ciertas cosas. Como por ejemplo, acudir a un concierto con expectativas, pero no demasiadas, a fin de evitar los consiguientes desencantos. Eso es lo que me ocurrió hace escasamente 24h con el esperadísimo concierto –al menos por mi parte, y supongo por la de los pocos asistentes que estuvimos ayer noche en la sala Clap de Mataró- de la Orquesta Imperial. Tengo que apuntar que aunque mi animus no estaba para demasiadas alegrías, a estas alturas puedo discernir bastante bien eso, de lo que voy a escuchar -¡por suerte esto sí lo he conseguido aprender!-. De entrada si una banda de 18 músicos no es capaz de echar fuego a un escenario, es que algo no va bien. Y es que ayer –confío plenamente en que fuera un caso excepcional en la trayectoria del grupo- la cosa con estos emuladores de las orquestas brasileñas de mediados del siglo XX, no fue nada bien. Los experimentales +2 –entiéndase, Kassin y compañía- estuvieron de lo más soso e insulso. Desde los primeros minutos, salvo algún que otro punto álgido (¿?), mostraron una dejadez que se hizo patente a lo largo del embarullado concierto. La imagen que dieron es de hacer un bolo al tuntún –por la patilla, en slang musiquero-. Sin ilusión y con aun menos ganas de transmitirla a un público reducido pero que se trasladó al Clap y compró su entrada apostando por un grupo todavía poco conocido en nuestro país, los “imperiales” hicieron un recorrido por su Carnaval Só Ano Que Vem (Som Livre) y tocaron algunos otros temas que no incluye este trabajo. Me parece estupendo, y así lo he señalado en mis comentarios sobre este genial disco, que la cosa naciera fruto de un puro divertimento. Pero de ahí a que en un directo de casi una veintena de músicos en un festival de prestigio como es el Cruilla de Mataró, se aplique lo de “la ley del mínimo esfuerzo”, me parece un auténtico descaro. Tanto fue así, que ni tan siquiera la psicodélica versión del setentero Popcorn supo encender la chispa a la noche y aun menos a la propia orquesta. Más o menos nos movimos, porque es difícil no hacerlo con el swing brasilero, pero me arrepentí toda la noche de no haber llegado a tiempo para ver la actuación anterior del Wagner Pà. Un músico serio donde los haya y con el que difícilmente hubiera vuelto camino a Barcelona con poca saudade y mucha decepción. // MariaJo López Vilalta –La Morocha-