Montse Madridejos

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“La figura de Carmen Amaya
es muy atractiva, engancha a primera vista”

De una decepción inicial ha nacido un libro de referencia. Y es que Carmen Amaya (Edicions Bellaterra, 2013) es fruto del trabajo que Montse Madridejos (Barcelona, 1972) y David Pérez Merinero (Écija, 1951) realizaron, a partir de sus investigaciones previas, para una exposición que finalmente nunca se llevó a cabo. Pero contagiados por el carisma de ‘la Capitana’, decidieron que no podían conformarse con la frustración y que el proyecto tenía que salir, de una forma u otra, a la luz. Así que decidimos charlar con esta ingeniera en informática y doctora en historia de la música por la Universitat de Barcelona, que se confiesa atraída por la diversidad cultural y sociopolítica de la Barcelona de hace un siglo.

En el texto de presentación del libro se dice que en él no nos encontraremos con la leyenda. ¿Con qué nos encontraremos, entonces?
Os encontraréis con una cronología en imágenes de toda la vida de Carmen Amaya. Desde 1920, con el cuadro de Julio Moisés, hasta su muerte en 1963. Cada imagen está fechada con la máxima precisión posible, gracias a la consulta de los archivos digitalizados y a las colecciones de documentos que hemos podido contrastar (principalmente las colecciones de Juan Antonio Agüero, de Carlos Martín Ballester y de Jonatan Miró, junto al archivo de David y el mío). El libro hace un exhaustivo recorrido por la carrera artística de Carmen Amaya, espectáculo por espectáculo, teatro por teatro, con abundante material de revistas, periódicos, programas de mano, fotografías, carteles y dibujos.

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Montse MadridejosMás de trescientas fotografías y documentos, en su mayoría inéditos, algunos localizados bien lejos. ¿Cuántos años de trabajo os ha supuesto esta «recolección»?
Seguramente David respondería “media vida”. Yo llevo unos diez años investigando la vida de Carmen Amaya
, aunque más a fondo desde que decidí hacer una tesis doctoral sobre historia del flamenco en Barcelona (convertida más tarde en el libro El Flamenco en la Barcelona de la Exposición Internacional 1929-1930, Edicions Bellaterra, 2012) hace siete años. Por otro lado, David y yo aunamos fuerzas y contrastamos información sobre Carmen de manera continua y bidireccional desde hace un par de años. Yo lo considero una pequeña, pero consistente, comunidad científica alrededor de Carmen Amaya. Mi archivo personal lo he ido alimentando con excursiones a todo mercadillo de viejo que encuentro en mi camino, como los Encantes de Barcelona o el Rastro de Madrid, y también tiendas de papel y libro viejo, tiendas y subastas online de cualquier tipo de coleccionismo… Para confeccionar la selección de imágenes que aparecen en el libro hemos contado con la colaboración de otros coleccionistas (los ya citados, básicamente) y de archivos situados en muchas partes del mundo.

¿Y cómo habéis ido llegando a cada uno de ellos?
Quizás una de las más dificultosas haya sido el reportaje para la revista cubana Carteles, de 1939, que conseguimos este verano a través del correo electrónico de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Llevábamos cuatro años intentando contactar con ellos, pero ya se sabe que las comunicaciones con Cuba son muy dificultosas. Quizá la imagen con la que hemos necesitado hilar más fino para encontrarla, primero, y contrastar datos, después, ha sido el cuadro del pintor Julio Moisés con el que empezamos la biografía. David sabía que existía este cuadro, en el que aparece Carmen Amaya de pequeñita con su madre, porque en el programa de televisión Esta es su vida (grabado en 1963) se lo habían enseñado en directo y se había emocionado mucho. Durante el fin de semana que pasamos rebuscando en los baúles de Carmen Amaya que rescató su marido, Juan Antonio Agüero, encontramos por casualidad un negativo de cristal en el que se veía una mujer y un bebé en brazos. Atamos cabos rápidamente y pensamos que era el “famoso” cuadro. Para contrastarlo, tuvimos que ir a nuestros archivos digitalizados y buscar la obra de Julio Moisés. Tuvimos la fortuna de encontrar ese cuadro en un reportaje de una revista de 1925, La Esfera, en la que se comentaba la trayectoria artística de Julio Moisés. Y, bingo, ese cuadro está pintado en Barcelona, en 1920, y se titula Maternidad. Ahora se encuentra en el fondo del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.

¿Cómo llegaste tú a Carmen Amaya? ¿Y por qué nació en ti esta «obsesión»?
Por mi afición a tocar la guitarra, llegué al flamenco. Posteriormente, por mi curiosidad y mis ganas de conocer más a fondo el flamenco en mi ciudad, Barcelona, empecé a estudiar la historia del flamenco en los años treinta del siglo XX. Mi director de tesis, Eloy Martín Corrales, me decía que tenía que escribir la biografía de los Borrull (la saga flamenca más importante de Barcelona y de la que se ha escrito muy poquito). Pero me di cuenta que con Carmen Amaya también había mucho trabajo por hacer, muchas dudas y muchas lagunas en su biografía, y que valía la pena ofrecer nuevos datos sobre un personaje con tanta fuerza y carisma. En eso coincidimos David y yo: la figura de Carmen Amaya es muy atractiva y engancha a primera vista.

Entre otras cosas, el libro ordena por primera vez toda su filmografía y toda su discografía. ¿Por qué nunca antes se habían contrastado y publicado todos estos datos?
Respecto a la filmografía, ha sido difícil contrastar sus apariciones totalmente porque las cintas no han estado disponibles para el público en general y, por tanto, era complicado asegurar si había bailado o no en esas películas. Por ejemplo, 2 mujeres y 1 Don Juan, de 1933, estaba en el archivo de la Filmoteca Española, pero no se ha podido hacer una copia restaurada del original (para visionarla) hasta la primavera pasada. Para añadir un poco más de confusión, en algunas biografías se mezclaban los nombres en inglés de las películas con posibles traducciones al español que no cuadraban. También complica el trabajo darse cuenta de que las apariciones de los bailes de Carmen Amaya en algunas películas son sólo incrustaciones de otros previamente grabados (con El Embrujo del Fandango ha pasado varias veces, el mismo baile aparece en tres películas diferentes). Nosotros hemos elaborado la filmografía tras visionar todas sus apariciones, aunque no descartamos que se puedan encontrar otras participaciones. Respecto a la discografía, pasaba algo parecido. El material sonoro de antes de la Guerra Civil está disperso y es difícil de coleccionar. Y sucede lo mismo con las grabaciones americanas. Afortunadamente, hemos contado con la colaboración de Carlos Martín Ballester, el mayor coleccionista de discos de pizarra de España, gran aficionado y conocedor del flamenco, que ha podido elaborar la discografía con todo el material de su colección personal. ¡Todo un lujazo! Tampoco él descarta que se puedan encontrar más grabaciones, pero las que hay están todas catalogadas y comentadas en nuestro libro.

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Montse MadridejosOtro dato importante que aportáis es la fecha de su nacimiento, situándola en 1918, no en 1913 como se había considerado hasta ahora. ¿Dónde encontrasteis el citado documento?
Aunque tuvimos algo de fortuna, conseguimor llegar al padrón de Barcelona
de 1930, en el que se cita la barraca del Somorrostro donde vivía Carmen con sus padres y sus hermanos. Este documento nos ha permitido ofrecer como fecha de nacimiento el año 1918, más acorde con el resto de documentos gráficos de los primeros años de Carmen Amaya. En las primeras consultas al padrón no dimos con ningún “Amaya” que viviera en el Somorrostro. Pero al revisar el censo de población (en Barcelona se encuentra en un archivo diferente) y ver que había algunos “Amalla”, volví al padrón y, ¡oh, sorpresa y alegría!, ahí estaban José Amalla Amalla, tocador de guitarra, y Micaela Amalla Moreno, sus labores, en la barraca número 48 del Somorrostro.

¿Y qué os hizo pensar que esa fecha de 1913 era incorrecta?
Hay diversos factores, algunos muy contudentes, que llevan a descartar 1913 como fecha de nacimiento. En la película La Bodega de Benito Perojo, por ejemplo, aparece bailando una “infantil” Carmen Amaya en 1929 en París. Es imposible que tuviera 16 o 17 años, más bien parece tener menos de 10. Luego tenemos unas fotografías con su familia en junio de 1930, tomadas en el Poble Espanyol de Montjuïc y que fueron portada del suplemento de La Vanguardia. En esas fotos, su tía le supera por medio metro. Aunque era una mujer corpulenta, cuando Carmen se hizo mayor apenas le sacaba cinco dedos. También tenemos el dato que marca el padrón de 1930 y que indica que tiene 12 años. Y para terminar nos quedan las crónicas periodísticas de los primeros años treinta que la suponen nacida entre 1917, 1918 o 1919, nunca aparece el año 1913 en esa época. De hecho, cabría preguntarse por qué se decidió 1913 sin proponer ningún dato contrastado. Lo cierto es que resulta muy difícil asegurar la fecha de nacimiento de una pobre gitanilla del Somorrostro barcelonés de principio de siglo XX. Pero en toda su vida, en más de cincuenta referencias bibliográficas que tengo contrastadas, jamás aparece 1913 como posible fecha de nacimiento. Sólo empieza a aparecer el “dichoso” 1913 a partir de su muerte en 1963. Y de ahí, en cascada, hasta ahora. Esperemos que cambie la tendencia.

¿Qué perspectiva histórica tenemos de Carmen Amaya ahora mismo? ¿Por qué hay que reivindicarla?
Carmen Amaya ha sido la bailarina flamenca más universal de la historia. Durante su apogeo artístico, fue la embajadora del flamenco por el mundo. Afortunadamente, mucha gente sigue recordándola, sigue siendo un mito, una leyenda. Pero su figura fue muy grande y habría que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para dar a conocer al máximo toda su trayectoria y todo su impacto, que fue enorme.

¿Alguna vez te han dicho, como a Carmen Amaya y a tantos otros, que por venir de Barcelona no podías saber de flamenco?
No se sorprenden de que sepa o no de flamenco. Pero sigue siendo paradigmático que, por ser catalana y vivir en Barcelona, me hayan preguntado de dónde surge mi afición al flamenco. “¿Tus padres, tu familia, tus vecinos?” me dicen. Creo que si hubiera estudiado la historia del jazz o del fado, esa pregunta no me la harían. Al flamenco se puede llegar por muchos caminos y muchas latitudes. Yo simplemente estudio su historia y expongo los resultados de mis investigaciones.  www.ed-bellaterra.com | Relacionados | Jordi Urpi