Miguel Bocamuerta
Miguel Bocamuerta
"Tú en Marte y yo en Plutón"
Eureka / Pias Spain
www.pias.com/spain
MySpace.com – Miguel Bocamuerta
Se hacía llamar Alarrota, pero firmaba con Bocamuerta. Huyó de un pueblo de provincias y probó y pudrió en Madrid hasta morir en Barcelona. De alma errante y sin raíces, libó las mieles amargas de Brel y Vian, Waits y Krahe, Drake y Dylan (como pone de manifiesto Como un perro, suicida rapsodia punk). Cordobés de nacimiento, espíritu bohemio y depresivo corazón, Miguel Bocamuerta nos legó un disco tejido con lágrimas de color y agujas de grito apagado. No es el primer disco póstumo de un artista novel que sale al mercado, aunque lo diga el fajín de promoción. Ni tampoco por ello va a ser un Jeff Buckley español; en todo caso, una alternativa inteligente a Albert Pla, tan histrión como éste pero más enrabiado. Producido por su amigo Flow, quien tras su deceso terminó el disco añadiendo detalles de cuerda, piano y viento que enriquecen diez canciones desnudas como puños, Bocamuerta cuenta historias de reyes que lloran con bufones, de exilios sin salida y de islas al revés, del payaso más triste del circo más malo jugando a perder, denuncia todo imperialismo habido y por haber y prende estrellas en su pelo revuelto para irse al cielo en monopatín. Pese a estar en la calle de un piadoso, la vida no se portó bien. Así lo sugieren sus historias de bares y picódromos, algunas de estilo surfero, otras de swing nervioso, todas de medido ruidismo. Miguel Bocamuerta aúna aires de Velvet Underground, la torpeza vocal de Manolo Kabezabolo, el eclecticismo de Le Petit Ramon y el mismo tono cínico de Rafa Pons, pero es capaz de trascender de repente hasta la ternura infinita o crear Por enésima vez, un narcótico y elegíaco testamento al alcance de pocas plumas. El disco se cierra con un collage neurótico perpetrado por Flow (Palermo) y los dibujos de portada sugieren que no fue un elefante lo que la boa de El Principito se tragó, sino su propio contrabajo. Ésa es la imagen pura de la poética de la muerte de un músico, si acaso es que la muerte pudiera ser poética nunca. Sinceramente, hacía tiempo que un disco patrio no emocionaba tanto. He aquí sin duda una referencia para el futuro: pobres almas las que lo ignoren. // Iván Sánchez Moreno