Mercedes Cortés y Jordi Flores

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SFB El Dorado. Sandaru 31 de enero de 2019

Explicaba Pedro Barragán que tanto Mercedes Cortés como su marido y compañero artístico Jordi Flores pertenecen a esa generación de flamencos que aun que nacidos en Cataluña han tenido que irse a Madrid o a Sevilla (en este caso) para poder trabajar y crecer en su proyecto personal. Tema complejo y que nos preocupa a todos los que nos interesa el flamenco. Esperemos que toda esta nueva oleada de hombres y mujeres que están llenando nuevas salas de la ciudad no les ocurra lo mismo. Salió Mercedes Cortés decidida a gustar y se plantó delante del escenario sin micro para cantarnos unos fandangos, buena manera de entregarse desde el principio, segura de sus posibilidades y con ganas de riesgo, no volvía a casa para estar cómoda sino para mostrar sus armas. Ya sentada y con Jordi Flores a la guitarra, los primeros acordes de esta marcaban que el concierto ya entraba en cauces “normales” la Malagueña que acababa en fandangos abandolaos dejaba un buen gusto entre los asistentes. Cortés cantaba bien y Flores empezó a jugar con los primeros detalles de sonidos con la mano izquierda en los trastes, que repetiría a lo largo del concierto. Iba Mercedes Cortés presentando los temas y en sus ganas de demostrar lo aprendido en tierras andaluzas nos presentó la famosa Canastera que crearon Camarón y Paco de Lucía, cante inspirado en los fandangos pero con el sello de los dos genios. La defendieron muy bien Cortés y Flores ya que en ningún momento pretendieron imitar al maestro. Siguieron rebuscando entre lo original, ahora el reivindicado era Rafael Romero “El Gallina” y sus Cantes de Madrugá, acercándose ahora a las tarantas, estuvo bien Cortés y demostró que es capaz de entrar en la jondura de los cantes de Levante. Siguieron por Seguiriya y de nuevo Flores disfrutó con arpegios que demuestran cuándo un guitarrista le dedica tiempo a su instrumento, un sonido rico y arriesgado, para un cante profundo. Comentó Mercedes Cortés que ya era hora de un poco de alegría y para eso por supuesto había que irse a Cádiz. Hasta las alegrías las empieza de una manera diferente, estaba la cantaora con ganas de innovar, pero ya en la segunda estrofa el tirititra la sitúa en terrenos trillados y ya no se saldrá del guion. Siguieron con nos tangos muy festeros y despidieron la noche con el fin de fiestas típico de la bulería de Jerez. Fue una noche de flamenco clásico, con ganas de investigar pero no será de las noches que se quedaran en el recuerdo de un servidor. No siempre a uno le atrapa la propuesta. + info

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