Maria Rodés
“Lilith” Satelite K, 2020
Estos días ha salido a la venta el nuevo trabajo de la cantante catalana María Rodés, son muchas las publicaciones que han hablado de ello y todas han hecho hincapié en las letras y el tema de las brujas, esta mañana al escuchar el disco me preguntaba si en el concierto de ayer en Rogensburg (Alemania) la gente entendería las letras. Seguro que no, pero ¿y la música? Pues en eso estamos, Rodés ha escogido unas compañeras musicales muy interesantes. Empieza el disco con A la luna venidera, del llorado Miguel Hernández, poco más de un minuto para que el gran Pep Pascual (vientos, percusiones y magia) y el chelo de Marta Roma o la guitarra eléctrica de Marina Tomás (tengo dudas) introduzcan unos ambientes sonoros que nos pongan en situación. Carta al diablo, la misma Rodés con guitarra pero también Isabelle Laudenbach (guitarra española y charango) y ya empezamos a reconocer ciertos aires iberoamericanos que nos acompañarán en buena parte del disco, preciosos esos vientos. Y Rodés que con su bonita voz envuelve con seda lo que toca. El siguiente tema es Seguramente fui yo, ahora estamos en España, folklore tradicional, beberá de viejas seguidillas y de las jotas tradicionales, que durante tanto tiempo estuvieron tan cercanas, me imagino los alemanes bailando jotas. Por cierto el atrevimiento de la guitarra eléctrica de Marina Tomás me parece genial. El siguiente tema es Pelo rojo, nuevo giro musical, guitarras poperas con muy buen gusto, desarrollos en espiral que te llevan a interiorizarla enseguida, un éxito seguro. Yo ya la canto todo el día. La extraña, esa guitarra (supongo que Isabelle) las percusiones de Pascual, el chelo de Roma, y todos los coros y ambientes para entrar de nuevo en ambiente de brujas, muy conseguido. De nuevo la guitarra eléctrica demostrando que el pop de calidad puede hermanarse con la música folklórica sin desmerecer. Con los pies desnudos (Alfonsina Storni) es un tema precioso, Maria Rodés más que cantarlo lo recita, atento al flugelhorn de Pascual y a las guitarras que nos llevan al México de Lhesa de Sela. Dulce como la miel. Recuerdos de Ypacaray (pensé que sería de Jorge Fandermole, pero me equivoqué) es del compositor de Paraguay Demetrio Ortíz, con letra de la argentina Zulema de Mirkin, otra joyita de corta duración pero larga de intensidad. Oscuro canto, de nuevo estamos en Sudamérica, son canciones que seguramente podría interpretar Maria Rodés acompañada con su guitarra en pases acústicos pero al mismo tiempo permiten que estos músicos arropen con sus instrumentos las composiciones permitiendo otra escucha mucho más compleja. Y para terminar Les Bruixes tornen, como no podía ser de otra manera el final nos lleva directamente a una música apoteósica (de nuevo la guitarra eléctrica de Marina Tomás) que combina sin problemas con los sonidos del chelo de Roma o los juegos de agua de Pascual. Dulzura y tragedia. Caos y libertad. Todo servido en un disco con un sonido impecable y una voz que ya está sin duda entre las mejores voces de la música hecha en nuestra tierra. + info | relacionados