Marco Mezquida
Woll Damm Barcelona Jazz festival. Conservatori del Liceu. 10 del 3 del 2022
Que el compositor y pianista Marco Mezquida presente un nuevo disco es todo un acontecimiento, pero si además es con el trío que forma junto a Martín Meléndez (violonchelo) y Aleix Tobias (percusión) el acontecimiento todavía es más importante. Lo demostraron llenando un Conservatori del Liceu con un público que hubiese aplaudido incluso si Mezquida hubiese recitado la lista de los Reyes Godos, pero por supuesto eso no es culpa del menorquín. Cuándo un músico además de ser un fenómeno le gusta ser amable, cariñoso y simpático, pues el público lo quiere a rabiar. Mezquida presentaba Letter to Milos, dedicado a su hijo (un añito, dos filas detrás de un servidor y que se portó como un campeón) Durante la semana me negué a escuchar nada de lo grabado anteriormente por Mezquida, pero en cambio leí con placer Keith Jarret una biografía, Wolfgang Sandner, lo comento porque Mezquida, está siguiendo fielmente los caminos de su ídolo, esa manera de combinar perfectamente el jazz con la música clásica, esos arranques de improvisaciones sonoras cuándo tiene la oportunidad de tocar sólo y sin presiones, y este trio, que aunque no quiero compararlo con el de Jarret con Peacock y DeJohnette seguro que llegará un momento en que como hizo el americano, habrá que escribir los tres nombres con el mismo tamaño de letra. Aleix Tobías y Martín Meléndez estuvieron una vez más increíbles. Como comentaba el mismo Mezquida entre bromas, si el público sigue aplaudiéndoles así, habrá que subirles el sueldo. Los grandes tríos de jazz, como todos sabéis suelen ser piano, contrabajo y batería, pero Mezquida, que lo que quiere es mostrar emociones, ya lo hizo con Talismán, 2020, ha compuesto unas canciones que sabe con quién las va a tocar. Con Tobías un percusionista (no dudó en alabar su trayectoria profesional con Coetus y con Eliseo Parra) al que cada vez disfruta más de escuchar y dejar hacer, y con Meléndez, un cubano que además de conocer tan bien como Mezquida, la música clásica, tiene una agilidad pasmosa para improvisar y un pizzicato alucinante, te recomiendo que lo sigas también en su proyecto como líder. Pero vamos con el concierto, sino vas a tener la falsa impresión de que Mezquida no estuvo a la altura, y lo estuvo y de qué manera. Empezó la noche con un batir de un corazón que llega al mundo (percusión de Tobías) y un piano que lo recibe con toda la sensibilidad a flor de piel, bebiendo con la misma sed de la música clásica que de Lecuona, el piano de Mezquida nos va dejando una sensación de felicidad inabarcable. Tobías se pasa a las escobillas de paja, Meléndez se aventura en juegos que combinan la rapidez con la templanza y Mezquida empieza a jugar con esas repeticiones que al alternar con las carreras arriba y abajo del teclado, consiguen un efecto único. Los temas se suceden casi sin saber dónde empiezan ni terminan, no sé si porque Mezquida evita el aplauso continuo o porque en el disco, que todavía no he escuchado, suenan así. De repente hay una descarga de Tobías que los otros dos músicos observan sonrientes. No se trata de música tradicional de la que haría con Coetus, más bien es un guiño a la percusión en general, una improvisación instantánea sin etiquetas. Entró Mezquida cuándo encontró un hueco pero volvió a retirarse, Tobías no había terminado. Un minuto más y fue el momento en que Mezquida se lanza a ese revivir el gusto por el jazz irreverente de Miles Davis. Sus compañeros no pueden sino seguirle en la cruzada, no tardará Meléndez en desviar la canción hacia otros derroteros jugando con el arco y el pizzicato según necesidades. Si antes fue el sólo de Tobías el que nos extasió, ahora era Meléndez el que improvisaba ante la mirada cómplice de sus compañeros, que daban la sensación de que no era necesario medir compases ¡ya veríamos por dónde se salía el cubano! Entraron sus compañeros usando Carpe Diem (Talismán) y aun que era fácil reconocer el tema, no sabías si te trasladaba a los Balcanes o a la África más profunda. Daba igual. Aprovechó Mezquida ¡cuándo la salva de aplausos terminó dejándole hablar! Para presentar a sus compañeros de vinos y alegrías, y las canciones que habían sonado hasta el momento. Neixement, El cielo en tus brazos, Sonajero, Letter to Milos, Milos Smiles, y seguía con la única canción de piano solo que le había escrito para su hijo. Explicó que lo había compuesto a partir de un tema de Brahms y se la quería dedicar a Josep María Colom. Escuchar a Marco Mezquida solo con el piano en medio de un concierto de trio es trasladarte a otro escenario y a otra dimensión, ni mejor ni peor, simplemente alejada de todo lo que te rodea y no sabes muy bien si quieres volver. A todo esto, Tobías que ya se había ido de su set de percusiones y había estado jugando con el pandero para acompañar a Meléndez, ahora se apoderaba de otro pandero, del cuadrado y ahora sí que llegó la descarga de percusiones. Mezquida disfruta con las percusiones de Tobías y ahora es el pianista quién sigue la estela de su compañero. Entre medio de todas las percusiones se van colando aires de diferentes músicas y entre ellas por supuesto el free jazz. El trio estaba lanzado, todo fluía con energía. Mezquida pasaba del free al ragtime, de estar sentado con la espalda recta a tocar de pie con una mano dentro de las tripas del piano y la otra fuera. Meléndez jugaba con el arco en una mano mientras pellizcaba las cuerdas (no le daba tiempo de cambiar) y Tobías hacía malabares con una especie de bolas de las que usan los vaqueros argentinos (en tamaño reducido) no daba tiempo a asimilar todo lo que pasaba en escena. De repente parecía que todo se detenía y una sencilla melodía se adueñaba de la sala ¡falsa alarma! ya estaban otra vez los tres músicos destilando nuevos licores. Quisieron acabar con Infinito, un tema muy especial, con mucho espacio para los tres músicos y con un piano que no sé porque me llevó a África. Por supuesto hubo bis, y a nadie le hubiese importado seguir media hora más. No sabemos dónde van a llegar pero sabemos que este trío es muy especial. No dejes pasar la ocasión de escucharlos si se dejan caer por tu ciudad. + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès