Marc Ribot Spiritual Unity
Marc Ribot Spiritual Unity
Barcelona, Apolo
6 de noviembre de 2006
En algunos medios de comunicación ya advertía el guitarrista norteamericano que, aunque era un homenaje a Albert Ayler (Cleveland, 1936 – Nueva York, 1970), no se trataba de interpretar sus temas, sino de juntar a cuatro músicos para trabajar en un proyecto que reflejara el espíritu de este saxofonista de free jazz. Junto a Marc Ribot, formó el contrabajista Henry Grimes, el único que había trabajado codo a codo con el homenajeado. Grimes nos había visitado el año pasado con un trío junto al gran David Murray. A pesar de su edad, tuvo el mismo ímpetu que el resto de la banda: descarga brutal y sin reposo. Alternando el pulgar con el arco, sacó de su instrumento toda la energía que pudiera esconder. El trompetista Roy Campbell no es ningún recién llegado a la escena más free del jazz norteamericano. Gustó por los sonidos más graves, y un soplo potente y oportuno le situaban codo a codo con Marc Ribot a la hora de chirriar en medio del manto sonoro de la sección rítmica. Chad Taylor, joven baterista de la escena de Chicago, estuvo demoledor y sus traqueteos vigorosos y continuos te dejaban con la sensación de que en cualquier momento se fundiría. Tanto él como Grimes aguantaron una pulsación continua, mientras que los dos solistas alternaban o juntaban sus fuerzas en aullidos increíbles. Al final, dos bises: uno de guitarra y bajo, toda una delicatessen, antes del remate todos juntos, ahora sí, con una pieza de Albert Ayler. Y aquí, señores, entendí el concierto. Tenía razón Ribot cuando comentaba que tocarían al estilo de Ayler, aunque no sus canciones. Al escuchar el último tema comprendí lo que había sucedido toda la noche: a partir de lo que yo llamaría “retazos de marching bands” (a veces las entradas de la trompeta no estaban tan alejadas de nuestra saetas), se improvisaban escalas con una energía punk que hace años que la música rock no conoce ni de lejos. No podía dejar de imaginar la cara que pondrían algunos guitarristas “modernos” si hubiesen visto cómo Marc Ribot agarraba la guitarra cual rayo incandescente y la domaba o enfurecía en cada parte del concierto. // Cándido Querol