Manolo Valls 5et

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El ball de les muses, SedaJazz Records, 2020

Debo reconocer que llevaba un tiempo sin prestar demasiada atención a las novedades del jazz valenciano, afortunadamente hace unos días llegaron a casa unos cuantos trabajos editados por Sedajazz a cual más interesante. Empezaré por comentar este disco del saxofonista de Godella, Manolo Valls. Que ha recibido en los premios “Carles Santos” de la Comunidad Valenciana el premio a mejor álbum de jazz del 2020. Se trata de un quinteto clásico, sección rítmica y los dos vientos que esperas encontrar, saxo y trompeta, puedes llamarlo hard bop, y así nos vamos aclarando. Todos los temas son suyos y me gustaría empezar con unas palabras del libreto que sirven para empezar a imaginar la música que contiene. ¡Bailad, bailad! Poned patas arriba mi mundo para hacer nacer un nuevo orden. Nuevos sonidos, que me sorprenden (¿ya estaban?, sonidos conocidos, igualmente inesperados, palabras de blues y nombres de raíz mística. Os odio y os venero, imprevisibles amigas: ¡nunca sé cuándo os escucharé bailar de nuevo! Me gusta mucho este texto porque cuándo escuchas el disco no descubres una música nueva (ya existía) pero sí que descubres unos músicos que tocan fenomenal con un swing que te atrapa y unas melodías que no te pueden dejar indiferente. Además de que el saxo de este hombre no es de los que se olvidan fácilmente, en mi caso ha pasado a ocupar un lugar destacado entre los grandes sopladores del momento. ¡Me encanta como suena! Sus compañeros, debo reconocer que tampoco conocía a ninguno, son Pepe Zaragoza a la trompeta, Amadeo Moscardó al piano, Oscar Cuchillo al contrabajo y Rubén Díaz a la batería. Empiezan con Spiderman, y lo primero que me viene a la cabeza es Shorter, buena señal. La sección rítmica está muy consolidada y eso permite a  los dos vientos trabajar sus solos con facilidad, la libertad está servida. El tempo es ágil y todo anda bien. Song for Naima, entrada de solo del contrabajo de Óscar Cuchillo, jugando muy bien con los silencios y la tensión que desemboca en una balada, aun que coja protagonismo Valls, y después la trompeta de Zaragoza, y como no el piano de Moscardó, ese contrabajo lo seguirás escuchando y manteniendo esa línea tan segura, muy interesante. Motion blues, ya llegó el blues, cargadito de esa cadencia que te obliga a pillar el compás con la parte de tu cuerpo que quieras, pero píllalo. El trio coge su espacio y se recrea en el blus con la libertad que siempre ha dado el viejo blues, la entrada de los vientos, aunque previsible, hermosa. Xickets, en la mejor línea de ese jazz que a veces hemos llamado mediterráneo y que tan cerca está de Perico  Sambeat como de Paquito d’Rivera, de nuevo un acercamiento a ese jazz “alegre” con mucho swing que tanto agradeces para redimir el alma. Con mucha luz como nuestro querido mar. Creo que el título de Xickets le sienta muy bien por la frescura del tema. Esperanza, empieza con esa tensión bien construida que te obliga a pensar en ¿cómo se desarrollará? Ahora Zaragoza y Valls en perfecta comunión avanzan soplo a soplo sin desvelar todavía la dirección. Pero cuándo se queda solo Valls, el sonido profundo de su saxo tenor nos demuestra que sí, que a pesar de todo hay esperanza, genial ese preguntarse y responde él mismo a su propio sonido. Va de blues, pues eso volvemos al blues, contrabajo y batería se marcan un principio de lo más original,  un minuto muy intenso, la entrada del resto del grupo deshace el hechizo pero si tienes buen oído podrás seguir escuchando de fondo la sección rítmica que sigue a lo suyo. También puedes escuchar todo el quinteto, las dos opciones son buenas. Y llega la joya de la corona, El ball de les muses, una suite con dos partes de seis minutos cada una, que desde la primera vez que escuché el disco me tiene atrapado y con ganas de que llegue el momento. Imagínate las escobillas de la batería, el contrabajo muy al fondo, el piano solo dejando alguna pequeña nota y por encima de todo una voz de saxo tenor que te atrapa con un sonido dulce y elegante y no te suelta. Cuándo se vaya el saxo, el piano te dejará igual de tocado que con Valls, puedes llamarlo balada romántica, puedes llamarlo música para enamorados o no lo llames de ninguna manera. En la segunda parte cambio de ritmo total, el típico tema de big band con buenos arreglos y que tendrán que defender solos el quinteto, eso sí con toda la libertad del mundo para los solistas. Para terminar el disco Kalakati, de nuevo el swing atropellado que demuestra si una máquina está bien engrasada, Valls y Zaragoza enfrascados en emular a Miles y Shorter. Un gran disco que no deberías perderte. + info | relacionados

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