Mamani Keïta
Mamani Keïta
«Kanou», World Village, 2014
Mamani comparte apellido y vocación artística con uno de las grandes voces africanas como es Salif Keita, el albino de la voz de oro. Y si hay algo que la une a este genio de la canción mali, no precisamente su timbre aunque si ese manejo tradicional de la música, es el hecho de que fuera su corista durante una parte de su carrera, además de su madurez, ya que Mamani en la lengua bambara significa «abuela». Los años de su magisterio en el noble oficio de los micrófonos son los que marcan su veteranía. Ahí están esos tres discos previos a sus espaldas: Electro Bamako, Yelema y Gagner l´argent français, donde ha desarrollado esas líneas maestras que conforman su estilo. Su afable forma de interpretar y la entusiasta forma de cantar inyectan de jovialidad su manejo de las cuerdas vocales. La voz de Mamani no tiene ese recio deje con sabor a graves que impregna las gargantas de Oumou Sangaré, Babani Koné o Sali Sidibé, si no que suena más amable y sin perder por ello el latido tradicional. A través de sus evoluciones melódicas se advierte un tono bastante similar al de Nahawa Doumbia, una de las grandes voces de la canción wassolou, esa región del país del Sahel que ha dado tantos y buenos artistas. La instrumentación para Kanou, que significa «amor» en bambara, es de lo más apretada. Solo se hace acompañar de la virtuosa guitarra de Djeli Moussa Kouyate, el ngoni de Moriba Koita y las percusiones de Madou Kone. Grabado en los estudios Davout de París las once canciones que conforman esta cuarta obra reflejan todas las virtudes y los tics de la música de Mali. Desde los sones alegres y plácidos de Djalal kibali a esas guitarras distorsionadas más propias del rock que sobresalen en la pieza que da título al álbum o Fanata, hasta Dougale o Deliko, que abogan más por las formas de antaño y un encofrado más acústico, aunque sin perder esa impronta de modernidad que le confiere la electricidad de las seis cuerdas. Kanou reune todos los ingredientes posibles de esa música que hizo universal el malogrado Ali Farka Touré. Y Mamani Keïta puede erigirse como gran embajadora de los sonidos de su país, disputándose una merecida parcela de reconocimiento entre las grandes divas del Sahel. + info I Relacionados I Miguel Ángel Sánchez Gárate