Malandain Ballet de Biarritz: Le Sacre du printemps

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Malandain Ballet de Biarritz

Porta Ferrada, Sant Feliu de Guixols 15 de julio de 2022

El Festival de la Porta Ferrada de Sant Feliu de Guixols, este año que celebra su 60 aniversario —es el festival más longevo del país—, ha querido ofrecernos dos espectáculos de música clásica. En uno Beethoven; en el otro Stravinsky. Con ambas obras dedicadas, de forma clara, a la Naturaleza, con mayúsculas.

Este párrafo y el anterior son comunes a la crónica que voy a hacer de cada uno de los dos espectáculos; porque es hasta aquí hasta donde podemos encontrar concomitancias entre ellos —ni siquiera la hubo en el día de su estreno, aunque separadas en el tiempo, en 1808 para la 6ª Sinfonía, Pastorale; y en 1913, para, Le Sacre du printemps [La consagración de la Primavera]—. Ya hablaremos de lo que le pasó en su día a cada una.yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Malandain Ballet de Biarritz: Le Sacre du printemps

El Malandain Ballet de Biarritz es una compañía profesional nacional francesa, ubicada en esta ciudad vasco-francesa, que dirige Thierry Malandain desde el 1998. Para esta segunda vez que recalaban en Porta Ferrada, han escogido una pieza clásica, mítica, como es el ballet de, La Creación de la Primavera, de Igor Stravinsky; junto a, El Pájaro de Fuego, del mismo autor.

Si bien en el 2019, en Porta Ferrada, presentaron su Noé —montada partiendo de Giacomo Rossini, y su Misa de Gloria—, creación absoluta de la compañía, esta vez, para La Consagración de la primavera, los referentes anteriores escogidos son tantos que, de alguna forma, se acercaron mucho a la forma más ortodoxa de interpretar éste ballet.

Ígor Stravinsky recibió el encargo de componer la música de, Le Sacre du printemps, en la temporada 1913, en París, para la compañía de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev. Después de sus éxitos con, El pájaro de fuegoPetrushka, presentadas ambas en el 1910, el músico pensó que era la oportunidad de mostrar hacia donde, según su criterio, debía evolucionar la música de ballet. Contaba, además para ello, con los elementos necesarios para el cambio que, según él, se debía producir, pues no solo tenía el beneplácito de Serguéi Diáguilev, quien lo escogió para crear la música del ballet; si no que sería presentado con una coreografía para el mismo, de una de las figuras de la danza más importantes y revolucionarias del momento Vaslav Nijinsky,—protagonista absoluto de los Ballets Rusos, junto a Anna Pávlova—; y con escenografía y vestuario de Nikolái Konstantínovich Roerich, —pintor reconocido, con más de 7000 obras plásticas y más de 30 libros—, fundador del movimiento internacional de protección de la cultura, e inspirador del llamado Pacto Roerich, para la protección de las instituciones artísticas, científicas y de los monumentos históricos.

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Malandain Ballet de Biarritz: Le Sacre du printempsVaslav Nijinsky e Ígor Stravinsky —ambos convencidos de que las fronteras no están pensadas para el arte—, crearon un espectáculo innovador, tanto musicalmente como coreográficamente —aunque no se conservan las coreografías que hiciera el bailarín, de las que solo han llegado algunas fotos—. Tan innovador para su momento que la noche de su estreno, fue recibido con protestas y abucheos, por el público, y con absoluto desprecio y crueldad por los críticos del momento. Tanto fue así que, desde ese momento, Ígor Stravinsky tomó un camino mucho más ortodoxo para sus creaciones, perdiéndonos, de esta manera, posiblemente, lo que podría haber sido toda una verdadera revolución para la llamada música clásica.

La primera parte del espectáculo, como decíamos estaba dedicada a la versión de El pájaro de fuego. Pudimos apreciar referencias a otros trabajos coreográficos de la obra, más cercanos a la versión de Maurice Bejart —aunque aquí, Thierry Malandain utilizaba más los movimientos grupales—, así como la de Mikhail Fokine —con la que se estrenó el ballet en su momento—, muy utilizada por otros cuerpos de baile como el Kirov Ballet (Mariinsky Ballet), entre otros.

La primera parte que podríamos calificar como más previsibles, con un solista, muy correcto, no nos llegó a atraer, como si lo hizo la versión de La Creación de la Primavera, que ocupó la segunda parte de la gala. Es curioso que , Ígor Stravinsky, a menudo, expresó su desdén por la popularidad de El pájaro de fuego y se quejó de la cantidad de veces que se le pidió que la condujera. Una obra, para él, menos interesante, que fue mejor acogido y le dio más fama y prestigio.

Lo más interesante, para mí, de la formación del  Malandain Ballet de Biarritz, son sus coreografías corales, y es, posiblemente por eso, que esta segunda pieza que representaron esa noche, con corografía de Martin Harriague, me pareció mucho más interesante. Es verdad que este cuerpo de baile no busca —al menos de forma muy explícita—, romper con los moldes del ballet, pero sí que hay que reconocerle sus variaciones de lo que llamaríamos más clásico, además de las influencias de algunos de los más reputados coreógrafos actuales, como se pudo ver aquí. Momentos donde los movimientos, las figuras, las evoluciones frenéticas de los bailarines nos traían a la memoria imágenes de coreografías del inglés Akram Khan, y las influencias multiculturales en sus obras. La utilización de los espacios y la perfecta coordinación entre los bailarines y la partitura, nos evocaban esas obras llenas de personajes que se mueven por el escenario de forma aparentemente improvisada y libre, pero con un control y unas pautas absolutamente dirigidas de la mano de Sidi Larbi Cherkaoui, nacido en Amberes.

Bien es cieto que el Malandain Ballet de Biarritz mantiene unas bases más clásicas, pero no por ello deja de mirar y no solo mirar, sino incorporarse al futuro del ballet clásico.yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Malandain Ballet de Biarritz: Le Sacre du printemps

Empezaban la representación con los bailarines surgiendo del interior de un piano, donde, desde un rincón de la escena, un músico interpretaba unas notas del principio de la partitura. Inmediatamente, mientras los bailarines seguían apareciendo del interior del piano, escuchábamos, ya la orquesta —con ese fagot en su octava alta característico del principio de la obra—, interpretando esas notas con las que comienza ese recorrido por la  historia de amor a la tierra, de enfrentamiento entre clanes, y de la ofrenda y el sacrificio final de la virgen elegida para propiciar la abundancia y seguir con la vida que la tierra nos da.

Insistimos en que la fuerza del Malandain Ballet de Biarritz está en el grupo, no en los solistas, y es esa una faceta que su director potencia siempre que es posible. Se ve inmediatamente cuando los bailarines que surgen de forma extraña, desde dentro de la misma música —el piano—, se agrupan en el centro de la escena y empiezan a bailar esos, Augures Printaners [Augurios Primaverales] que, con un ritmo martilleante, señalan el principio de la acción. Llegan entonces las vírgenes que se preparan para el ritual de la consagración. Si bien el grupo de hombres con el que da comienzo la acción, se mueve por la escena de forma aparentemente descontrolada, las vírgenes aparecen en una solida formación, hasta que llega el, Jeu du rapt [Juego del rapto], donde se mezclan las formaciones. Es aquí donde podemos seguir uno de los fragmentos más bellos de la obra musical, con la danza del Jovorod [Rondas de primavera], de clara procedencia tradicional.

Así van trascurriendo, Jeux des cités rivales [Juego de las tribus rivales], con el enfrentamiento entre los dos grupos en que se dividen los bailarines; Le cortège du sage [Cortejo del viejo], una figura que, casi sin bailar, centra la acción de forma presencial; y Embrasse de la terre [Adoración de la Tierra], con una nueva orgia de movimientos que acaban con los bailarines rendidos sobre esa tierra que adoran. Tras la introducción a la segunda parte, aparece el Cercle mystèrieux des adolescents [Círculo misterioso de los adolescentes], donde las bailarinas formaron con sus cuerpos ese círculo de que se nos habla, de tal manera que me recordaba, de forma explícita, a La Danse, de Henri Matisse.yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Malandain Ballet de Biarritz: Le Sacre du printemps

 

Así llegaban a, Glorification de l’élue [Glorificación de la elegida], con una original solución, donde los miembros del ballet se unían en un compacto y apretado circulo del que surgía en el centro un humo hacia el cielos, después se tomaban de las manos, como en una danza étnica, con leves influencias populares euskeras, para representar la, Evocation des ancêtres [Evocación de los ancianos]. Es entonces cuando la elegida aparece —cogida, arrastrada, elevada, manipulada por todos, al estilo del citado coreógrafo inglés—, hasta acabar de pie, en una posición estática, por encima del resto de los bailarines. Comienza la, Action Rituelle des ancêtres [Accion ritual de los ancianos], durante la cual van trasladando grandes bloque de piedra al centro del escenario, sobre los que se sitúa la virgen elegida, siempre estática—pero girando imperceptiblemente sobre ella misma, hasta dar una vuelta completa. Llegabamos entonces a la Danse Sacrale [Danza Sacra ], del final. Un final en el que el Malandain Ballet de Biarritz se aparta de la tradición con la que se ha representado normalmente, pues no es aquí la virgen elegida que se va a ser sacrificada la que interpreta este frenético baile que la ha de llevar hasta la muerte, sino que es el resto de miembros del ballet quienes lo hacen, potenciando esa forma de entender el ballet, que ellos practican: la acción coral en los momentos más potentes de las coreografías que interpretan. Así son los bailarines los que danzan, los que se mueven frenéticamente, para que, tras un momento de oscuridad absoluta, aparezca en el centro de la escena —siempre estática—, la figura de la virgen sacrificada, de pie, sobre el altar de piedra que le han ido construyendo, con unas cintas rojas alrededor de su cuerpo.

Una versión muy potente, adecuadísima a este ballet, que apuesta por el conjunto de bailarines, más que por las grandes individualidades. Tal como ya había ocurrido en su versión de Noé, que pudimos ver en este mismo escenario hace unos años, el Malandain Ballet de Biarritz me dejó al acabar —aunque no literalmente—, pegado a la silla. 

P.S. Un apunte. Hacia unos días que había podido ver la película, Alcarràs, de Carla Simón, donde esa pasión por la tierra, casi irracional para el que no la vive, también queda reflejada. Aunque, afortunadamente, sin sacrificios humanos rituales. Pasan los siglos, y seguimos encontrando referentes… +Info|Relacionado| Fotos:Malandain Ballet de Biarritz Texto: Federico Francesch | DESAFINADO 

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