Mafalda Arnauth

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Mafalda Arnauth
ND Ateneo. Buenos Aires. 9 de mayo de 2013

La dueña de esa voz capaz de transportarnos al corazón de la Alfama sin escalas, para hacernos partícipes de ése sentir al que los lusófanos llaman “saudade,” se llama Mafalda Arnauth. Un par de canciones bastaron para que la artista portuguesa fuera capaz de hacernos intuir aquel sentimiento cuya traducción literal al español no existe y para meterse de inmediato “a todo el público en el bolsillo”, como se dice por éstos pagos.

Junto a Ramón Maschio en guitarra, Carolina Cajal en contrabajo, Jerónimo Peña en percusión y Pablo Bronzini en piano y acordeón fue recreando los temas que integran su último disco “Fadas”, con el cual rinde un sentido homenaje a las voces de mujeres que influenciaron su carrera, como la mítica Amalia Rodrigues, Herminia Silva y Celeste Rodrigues, entre otras. Y en ésa presentación fue  crucial el trabajo cuasi arqueológico de los músicos locales que aquella noche lograron suplir la ausencia de la guitarra portuguesa gracias a unos extraordinarios arreglos que condujeron sutilmente al fado hacia la orilla rioplatense.

A lo largo del concierto, hubo algunos momentos sublimes que fueron sazonando la velada…

Momento instrumental: Ramón Maschio, el guitarrista y arreglador integral del show junto a sus músicos hicieron gala de fado con variaciones “a la argentina”. Impecable.  

Momento tributo: En la tierra del tango, Mafalda se animó con “Invierno porteño” cuya música pertenece al gran Ástor Piazzolla y la letra a Eladia Blázquez. Su versión generó una buena repercusión en el auditorio, sin embargo, su interpretación de “La boheme”, el clásico de los clásicos de Charles Aznavour fue, simplemente, “ma-ra-vi-llo-sa”.

Momento piano-guitarra: Otra vez Maschio fue el artífice de unos de los grandes momentos de la noche, pero en ésta oportunidad lo hizo acompañado del pianista Pablo Fraguela, invitado para la ocasión. Juntos entablaron un diálogo que alternó tango, milonga y fado, y en medio de ése torbellino, un guiño mozartiano impensado y sin dudas, memorable.

Momento invitado estrella: Tras una confesión de idolatría, invitó a Pedro Aznar para que la acompañe a cantar el clásico “Foi Deus”. ¿Y adivinen qué? Sí, también al fado el músico argentino lo bordó.

Sobre el final, un poco a pedido del público y un poco porque Mafalda quería seguir autocomplaciéndose, lo volvió a invitar, pero esta vez de un modo más intimista, y bajo una luz tenue, Pedro, Mafalda y Maschio, recrearon con su música la atmósfera típica de una taberna de la Alfama.

El público ovacionó de pie y ella también aplaudió a su público, y a Pedro, y a sus músicos, y agradeció al teatro y a la producción. Se la notaba radiante, tanto, que Mafalda se despidió del escenario aplaudiendo, también, su amor por el fado. + Info | Relacionados | María Eugenia Montenegro

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