Lenine | Chão

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Lenine

Chão Universal, 2012

Chão es el disco más personal de Lenine. Su anterior disco Perfil, también era el disco más personal de Lenine. Y el anterior, Labiata, también. Y así, llegaríamos hasta el primero.

Cada proyecto, cada trabajo de Lenine es como un empezar de nuevo. Muchos artista buscan repetir su éxito anterior perpetuando, o intentándolo al menos, la formula mágica que una vez les funcionó. Él, más pendiente del aspecto creativo, busca expresar lo que le interesa en cada momento, de la forma que cree conveniente, sin importarle la posible comercialidad del resultado.

En Chão, Lenine prescinde de la percusión; hace diez temas de una duración inferior a los 4 minutos, por lo que el CD dura menos de media hora; incorpora los sonidos que se producen a su alrededor; y califica su trabajo como una suite que se ha de oír seguida.

Solo este último aspecto ya nos indica por donde van las cosas, pues si en un momento en que la música se consume en pequeñas cápsulas, cuando los intérpretes al preguntarles qué orden han dado a los temas en su disco, te dicen que no importa porque la gente va a coger canciones sueltas, las que les gusten, y las van a poner en su reproductor junto a otras de otros interpretes de forma aleatoria, va Lenine y afirma que su trabajo es como un todo algo menos que inseparable. Esta yendo contracorriente, o, mejor dicho, está dejándose llevar por la suya propia. Y algo de eso hay, porque ciertamente Chão no es un CD que se pueda oír sin prestar atención, si así lo haces te puede pasar desapercibido. O estás oyéndolo o no te enteras de nada, porque es una música acompañada de unos textos, que requiere atención. Como música de fondo, no funciona.

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Lenine | ChãoLenine ha calificado este trabajo como el más experimental y minimalista; como electrónico, orgánico y concreto; como personal, pasional e intransferible.  Un trabajo ante el que dice que se siente un poco desnudo, porque todos los sonidos que aparecen en el disco son los cotidianos de su entorno. Hace referencia a lo que tiene a su alrededor, como su nieto que con el chupete en la boca, encima del artista, que le hace de chão, está en la portada del disco como único elemento cotidiano visual. Porque Chão, que algunos han traducido como suelo, es más que eso. Para Lenine es “todo aquello que me sustenta”, un sonido onomatopéyico que tiene además este significado.

Y hablando de los sonidos, no tengo muy claro, porque en algún caso las declaraciones de Lenine parecen casi contradictorias, si la no utilización de la percusión fue sustituida a posteriori por los ruidos cotidianos que acompañan la grabación o al revés, los ruidos desplazaron a la percusión, relegándola. Lo que sí queda claro es que fue gracias a, o por culpa de, Federico VI que se incluyeron los sonidos en el disco. Grabando el tema Amor é para quien ama con la puerta abierta del estudio, el canario belga de su suegra, llamado Federico VI, empezó a cantar de tal forma que Lenine, su hijo Bruno y Junior Tolstoi, que le acompañaban en ese momento, se quedaron sorprendidos, pues el pájaro seguía las harmonías de la canción. Inmediatamente decidieron grabar sus trinos e incorporarlos al disco. Y a partir de ahí, otros sonidos cotidianos, “sin manipular”, concreta Lenine, se fueron añadiendo a las canciones, cumpliendo la parte rítmica, o mejor, creando un ambiente, una base, un sustento.

En cuanto a la duración del disco, Lenine, que en un momento determinado trabajó para una gran productora, y ahora tiene la suya propia, o sea que hace lo que le da la gana, decidió que si el CD no llegaba a los 30 minutos, pues no llegaba.

Dentro de esta idea de suite se van sucediendo los temas empezando por Chão, el primero que creó para este trabajo, junto a Lula Queiroga con quien compuso ya su primer disco, Baque solto, en el 1983,  y que es el que abre el trabajo, que se sustenta por los pasos de Sofía Caesar, una artista visual que camina por la gravilla del orquidiario que tiene Lenine en Pernanbuco, con cientos de tipos de orquídeas, y junto al que quiere, en un futuro próximo, trasladarse a vivir.

Con ese sonido natural, sin editar que interpreta Sofia Caesar, comienza el recorrido que empalma la respiración cansada de la artista con los sonidos de un corazón que están en Se não for amor eu cegué, una canción, como la anterior, en colaboración con Lula Queiroga. Un corazón que es el del hijo del propio Lenine y que quiere significar que para hacer cualquier camino ha de haber mucho amor.

Y llegamos al tercer tema, Amor é para quem ama, donde el protagonista es el citado Federico VI, un tema en colaboración con Ivan Santos, donde es el pájaro quien también crea su propia música.

En Seres extraños, también junto a Ivan Santos,  aparece el sonido de la máquina de lavar centrifugando, el chão de esta ciudad hipotética poblada por tantos tipos, por tantos seres, ejemplo de la diversidad del país, marca de Brasil. La unión de muchas experiencias y razas que conforma esa maravillosa mezcla que ese hipotético centrifugado une.

“Yo soy un tío que vive del café”, confiesa Lenine y por eso ese hervidor que pita constantemente en las casas, y en Um canção e só, anunciando que llegó la hora de preparar la bebida.

Envergo mas não quebró compuesta junto a Carlos Rennó, es un tema un tanto autobiográfico, acompañado todo el rato con el sonido de una motosierra y que culmina con la caída de un gran árbol, lo que refuerza el discurso de la canción.

Malvadeza es un tema pasional y amoroso con las cigarras de fondo, las mismas que ensordecen a la gente….

Tudo o que me falta, nada que me sobra, escrita con Lucky Luciano, surgió por una charla de Facebook, “en un ping-pong digital”, como comenta Lenine, por lo que es la única sin elemento sonoro cotidiano.

De onde vem a canção cuenta con los sonidos de un metrónomo y una máquina de escribir como un homenaje a la creación artística, con esos dos elementos significativos en el momento de la creación musical.

Y acaba su trabajo con Isso é só o començo. Como hemos dicho el álbum fue concebido como un solo tema, como una suite. “No es un libro de cuentos, es un romance”, explicaba Lenine; y esta canción es el epílogo. Compuesta junto a Carlos Rennó, la base fue montada sobre todos los elementos sonoros que aparecen en el trabajo, pero esta vez sí, editados. Una canción, ésta, que en los directos abre el concierto, “porque la vida es un eterno comienzo”, dice él, por eso le da un significado totalmente distinto aquí que en las actuaciones.

Cuánto tiempo ha pasado desde que Lenine estaba un día en casa de Elba Ramalho y cantó su tema A roda do tempo y ésta lo quiso grabar, lo que le abrió las puertas para componer para otros cantantes y, al fin, acabar grabando sus propios discos. Unos discos que para él son como una tarjeta de visita, el punto de partida para una gira. “El futuro del artista es el escenario” nos decía Lenine.

Un Lenine que consciente del país que habita, muy grande, demasiado, con muchos extranjeros desde hace muchos años, con los invasores portugueses por el medio, con situaciones muy complicadas que intenta reflejar en sus temas. Un país en evolución al que ve como un adolescente al que va acompañando en sus cambios, con sus canciones, su música, que es lo único que tiene. Una música hibrida fruto de todas esas influencias que el país ha tenido, en la que persigue melodías y sonidos bellos con la palabra como elemento fundamental, siempre manteniendo sus ideas más o menos impolutas, que, nos dijo, se basan en dos premisas inmutables para él: “La única cosa importante en la vida: honestidad y justicia”. 

Chão es un paso más, imprescindible, en la carrera de este artista que busca la creación libre y comprometida, que cuando se le pregunta sobre la clave de su éxito responde: “La curiosidad y la cabezonería”. Así es Lenine y así su música. Info | Federico Francesch |Desafinado Radio-Lenine

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