Konono nº 1 meets Batida

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Konono nº 1

“Meets Batida”, Crammed Discs, 2016

Para una banda africana de vanguardia que ha actuado con propuestas tan singulares como Tortoise o The Ex el inmovilismo puede jugar en su contra. Su revolucionaria electrónica con instrumentos reciclados rescatados de los basureros y las calles de Kinshasa impactó en Congotronics, su puesta de largo. Pero la publicación de sus sucesivos trabajos ha lastrado un poco el efecto sorpresa inicial. Todo hay que decirlo, Konono nº 1 son una banda eminentemente de directo, de las de epatar en las raves en que convierten sus conciertos. En los surcos quizás su propuesta quede un poco eclipsada ante el componente visual y la incitación a la fiesta con los que espolean sus frenéticos directos. Pero a estas horas nadie es nadie para exigir resurrecciones a lo ave Fénix en el discurso musical de los congoleños. En esta ocasión la pretendida vuelta de tuerca viene de la mano de Batida , alias del angoleño Pedro Coquenão (que ha colaborado con Damon Albarn ( Blur ) en el proyecto África Express). Batida, que ha coproducido este trabajo junto a Vincent Kenis, creador de la serie Congotronics para Crammed Discs y productor también de bandas como Kassai All Stars o Staff Benda Bilili, introduce el influjo de esa música bailable que es el kuduro – y que junto al coupé decalé o el afro-house tanta trascendencia ha tenido entre los jóvenes oyentes africanos abocados a la modernidad más absoluta -, así como el semba, un género más tradicional en cuanto a esquemas musicales. No es que Konono nº 1 truequen su música en la de Os Turbantes o Buraka Som Sistema, dos de las formaciones más populares que ha dado este estilo de Angola, si no que sus patrones rítmicos encajan como anillo al dedo con el hacer del ensamble centro-africano, por la tribalidad y minimalismo que comparten. Entre los pianos de pulgar habituales (likembés) y los samplers también encuentran su sitio colaboradores que ponen el contrapunto, añadiendo un punto de aderezo especial al libro de estilo de la casa. Hablamos del guitarrista Papa Juju, de los mestizos portugueses Terrakota; el productor y MC angoleño Sacerdote; la enérgica cantante mozambiqueña Selma Uamusse; y el vocalista y artista multimedia AF Diaphra, procedente de Guinea Bissau. Al escuchar temas como Bom dia, con sus palmas y sus coros casi ancestrales; el fondo psicodélico que los likembés imprimen a Nlele kalusimbiko; o los trotones once minutos de Nzonging familia, uno no puede más que reafirmarse en que Konono están con cada pie entre dos mundos, el de sus remotos ancestros y el de los nuevos cachorros de la música africana, dado lo ambiguo y a la vez entreverado de su cancionero urbano. El resultado del álbum es como si aquellos maestros africanos de la percusión contemporánea que hicieron ruido hace unas décadas – hablamos de Guem o Les Tambours du Burundi – se embutieran en unas deportivas último grito, la camiseta de su equipo de fútbol favorito y se calaran la gorra rapera. No vamos a decir eso de que aunque la mona se vista de seda mona se queda, ya que tras el poso del latir primitivo subyace ese impulso vital que insufla “gasolina” y el latido iniciático al hombre digital del siglo XXI, ávido de emociones que inciten al resorte primigenio del baile. + info I Relacionados Miguel Ángel Sánchez Gárate

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