Kevin Johansen
Kevin Johansen
Sheldon Pub, Buenos Aires. 31 de julio de 2013
Me entero de que Kevin Johansen dará un concierto gratis en el Sheldon Pub. Vaticiné la multitud desde horas tempranas, y así fue. Cuando llegué, minutos antes de la hora señalada, el bar -anclado en el corazón de Palermo, el barrio más IN de Buenos Aires-, estaba atiborrado de gente. Ni hablar de la cola que esperaba afuera que sucediera el milagro de que se agrande el bar.
Johansen presentaba “simbólicamente” Bi, acompañado de bajo, guitarra eléctrica, batería y su clásica guitarra criolla, que fue alternando según la canción, con un ukelele y la mítica guitarra eléctrica rosa de Hello Kitty. “Simbólicamente” entre comillas porque el público se sabía los temas de su último disco doble de principio a fin, solo unos pocos tarareaban sus nuevas canciones.
Es curioso, pero tan variopintos son sus conciertos que tiene uno la sensación de asistir a varios shows en uno. Entre risas y juegos de palabras se mixtura a fuego lento la música andina con la bossa nova y la chamarrita con la milonga y la murga, por dar un ejemplo. La imagen de un spaghetti western se abroja a acordes rembéticos que obliga a abrazarse con desconocidos para bailar. Todo puede pasar. Cualquiera de sus canciones es un buen disparador de lo inesperado.
También Johansen fue muy condescendiente con lo que íntimamente la gente le iba pidiendo. Fue una propuesta casi a la carta. Es que el contexto daba para esa complicidad. Motu proprio hizo Modern Love de Bowie, versión que precisamente aparece en el disco 2 Fogo de Bi, y sobre esa decisión, no hay objeción alguna. Sabia elección.
Finalmente, el público terminó de pie e incluso algunos bailando sobre las sillas del bar la canción que anuncia “el principio del fin”. Con “Fin de fiesta”, Johansen y sus músicos suelen despedirse hasta la próxima cantando: “ya se acabó…ya es el fin de fiesta”, que según adelantó será en diciembre en el teatro Gran Rex.
Kevin Johansen insiste en autodefinirse como “desgenerado” y en ese sentido lo que él diga va a misa. Ahora que su “música” tiene mucho del “mundo” no se discute, ¿o sí? De cualquier forma, siempre es reconfortante oírlo, verlo en acción. Una sana terapia para el alma. + info | Relacionados | María Eugenia Montenegro