Kase-o | Jazz Magnetism
A estas alturas de la película, ya nadie pone en duda que el ex-líder de Violadores del Verso es un letrista y rapsoda excepcional. Su último trabajo, además de eclipsar el de otros artistas renombrados en la XIII edición de los Premios de Música Aragonesa, demuestra con creces que Javier Ibarra, más conocido como Kase-O, tiene las ideas muy claras, y que su flow brilla incluso más allá del hip-hop. Para ello se ha aliado con un cuarteto de jazz y varios amigos que colaboran puntualmente a lo largo de la hora larga que ocupa el disco. Aunque tan sólo la mitad son inéditas, la transformación a la que ha sometido su propio cancionero es una lección magistral de ingenio. La conversión estilística no ha hecho una mala mella en su obra sino todo lo contrario, remarcando cuán fina es la línea que separa las músicas entre sí. Al respecto, la base rítmica de bajo y percusión resultan esenciales, junto al fraseo melódico del saxo (Hugo Astudillo, que aquí se atreve también con algunas voces solistas) y una guitarra muy funky a cargo de Dani Comas. Gonzalo Lasheras (Esclarecidos, Aute, Corcobado, Demonios Tus Ojos) asume el control de la tabla de mezclas. En cuanto a Kase-O, nos deleita con unos textos muy sinceros y autobiográficos, entre otros que hablan sobre la creación metaliteraria y que son verdaderos cantos de amor a la poesía.
Para la ocasión, la banda no se vale de samplers, sino de riffs prestados de los estándares del cool y free-jazz –o sea, la santísima trinidad negra: Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane– en un alarde de improvisación, elegancia y tejido rítmico. Aunque el experimento no es nada nuevo –ya antes lo habíamos oído de la mano de Us3, Beastie Boys o Erik Truffaz, por citar sólo algunos–, Kase-O aporta una sensibilidad inusual en lo que narra y en cómo lo narra. Títulos como A solas con un ritmo, Libertad o ese cinematográfico Tributo a Mr. Scarface, que es de lo mejorcito del disco, apuntan las maneras del buen hacedor de versos, entre otros más anodinos (Escandaloso Xpósito), roqueramente agrestes (Domingos de cal) y estribillos pegadizos pero encantadores (Como el sol). Tan sólo el inquieto rastro de un dial de radio que de vez en cuando interrumpe la emisión –amén de una sensualísima voz de mujer que suelta procacidades la mar de inspiradoras– hace de nexo de unión en todo el conjunto, repartiendo muy democráticamente el peso en todos un cada uno de los músicos sin que impere la voz cantante.
Aunque haya perdido velocidad en sus rimas, Kase-O construye unas imágenes de una claridad sin igual. Como ya tenemos todos una edad, no estará feo decirlo, pero éste es un ejemplo de madurez del que muchos nenes con gorra p’atrás deberían aprender, empezando por la honestidad con que el artista expone sus flaquezas y debilidades en muchas de sus canciones. Sin subterfugios, sin artificios ni clichés de peli yanqui. El vitalismo que, frente a la adversidad, provoca con sus filosofía de la vida pone las cosas en su sitio, que no es sino la tarima del buen maestro. Y que siga así por muchos años. | + info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno