Julio Pane & Hugo Rivas

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Julio Pane &  Hugo Rivas
Torquato Tasso, Buenos Aires. 17 de abril de 2014

Segunda noche en el Torquato Tasso y de nuevo maravillosa velada de tango. Abrieron la noche el trío del violinista Ramiro Gallo, con Ernesto Méndez a la guitarra y Andrés Pilar al piano, aun que Gallo se presentó como un humilde aprendiz de los maestros que vendrían a continuación, sin lugar a dudas él es ya uno de los grandes músicos que podemos escuchar en Argentina. Basan su repertorio en el folklore de su país, chacareras, gatos, chamames, sambas, son las composiciones que fueron destilando en un concierto sensacional que arrancaba los aplausos de un público que sabe bien lo que escucha. El violín de Gallo, ejerce de solista mientras que la guitarra de Méndez, sencilla pero eficaz te lleva a viajar por este país cargado de melodías. Quizás el piano fue el más discreto sin llegar a destacar en su ejecución, tuvieron que hacer un bis ante la insistencia del público y bajaron con la seguridad de que la noche no acababa aquí. Subieron a escena Julio Pane y Hugo Rivas, este par de músicos parece ser que actúan todos los jueves en el Tasso, seguro que hay muchas personas que repiten, ya que no se trata de un concierto estándar, ni mucho menos, son dos tipos que en vez de encontrarse en casa de uno de ellos, se encuentran aquí; el objetivo e mismo, compartir algunos tangos y pasarlo bien, Pane estaba hablador, con ganas de contar sobre su infancia, sus recuerdos de barrio, sus ganas de homenajear a Troilo en su centenario y su manera de compartir con Rivas su amor por la música. Empezaron con tres temas de Troilo, y a un servidor le daban ganas de subir y abrazarlos. Estos hombres no recreaban tangos, no hacían versiones, lo que hacían era conversar sobre recuerdos mutuos, explicarnos a los asistentes la grandeza de esas composiciones y explicarlas desde la certeza de lo conocido y admirado. De repente Pane, propone un juego, él cogerá un tema para hacerlo solo y después Rivas hará su propio solo, el tema escogido fue Los Mareados, podría haber sido otro, el resultado seguramente hubiese sido igual pero fue este. Mientras tocaba Pane, pensaba en Las Meninas, vistas desde Velázquez y vistas desde Picasso, así lo sentí. Pero después vino Hugo Rivas, su guitarra parecía crecer, parecía tener cuerdas infinitas, sus manos parecían acariciarlas, tocarlas suavemente y me di cuenta que lo que ese hombre estaba haciendo era magia pura, por supuesto que era consciente de que tocaba un tango pero eso era lo de menos. Como no podía ser de otra manera volvieron a juntarse para seguir charlando sobre el tango, no sé cuanto duró ni que temas hicieron solo escuchaba absorto la manera en que jugaban con sus instrumentos, sin prisa, sin alardes. Para acabar invitaron al violín de Gallo que por supuesto merecía estar en el cielo de los grandes, cierre perfecto para una noche inolvidable, que da la sensación que podrá repetirse el próximo jueves. + info | relacionados | Candido Querol