Juliane Heinemann & Marco Mezquida
Juliane Heinemann & Marco Mezquida
Sing, My Heart. Autoeditado. 2016
Hay discos que por su sencillez evitan que el que los escucha se pierda, a veces, en complicados vericuetos que van desde una presencia exuberante de elementos sonoros a una parafernalia visual compleja. Sing, My Heart, es justamente todo lo contrario; y es precisamente en esa esencia que se ha destilado para lograr un perfume aún más concentrado, donde radica su excelencia.
Presentaban el disco en la Sala Jamboree sus autores, y por ello esta reseña va a tener más aire de crónica que de otra cosa. Juliane Heinemann & Marco Mezquida nos acercaban los temas del cedé ―y algunos más que no han sido recogidos en el mismo―, como una extensión de la sencillez que comentábamos, en un directo donde brillaban ambos, repartiéndose el protagonismo entre el piano de él y la voz ―y su querido ukelele― de ella.
Comenzaron su actuación con el primer tema de su disco, Detour Ahead, de Herb Ellis y John Frigo, que, al igual que en su trabajo discográfico, sirvió para marcar una fina línea en su actuación. Una línea que circunscribe sus intenciones interpretativas basándose en la especialísima voz de Juliane Heinemann, que recorre un amplio abanico de matices, circulando por caminos cercanos a la lírica, mientras, en otros momentos, pasa por senderos con reminiscencias casi infantiles, para desembocar, cuando le conviene, en puntuales estallidos de fuerza necesaria; y en el piano de Marco Mezquida, un piano con vida propia, en el que el intérprete sabe buscar y consigue mostrarse elegante, sutil, preciso o envolvente, según necesite, incluso utilizando técnicas que le llevan a manipular directamente las cuerdas con los dedos, o a percutir con las teclas mientras también manipula las cuerdas de forma directa. Crea con ello los diferentes sonidos que unidos a los que Juliane Heinemann produce con su voz, además del aporte, también de forma puntual, de su ukelele, abren toda esa gama de posibilidades que ellos dos explotan.
Era luego el tema, también en el disco, de Johnny Mercer, Michel Legrand, Eddie Barclay y Eddy Marnay, Once Upon a Summertime ―originalmente La valse des Lilas―, del que hemos oído muchísimas versiones, con músicos como Miles Davis; Sarah Vaughan; Oscar Peterson; la magnífica versión que junto a otros músicos, ofrecían Chet Baker y Ron Carter; o la inolvidable que Toots Thielemans y su armónica, interpretaba junto a Shirley Horn. Pero lejos de algunas de estas versiones, Juliane Heinemann y Marco Mezquida nos introducían en el mundo fantástico del propio Michel Legrand, y con la aparente sencillez de su propuesta nos acercaban a los ecos de aquellas melodías de Los paraguas de Cherburgo o Les demoiselles de Rocheford, buscando la frescura que estas incorporan.
Interpretaban el primer tema que no está incluido en su disco: When Most I Wink, el Sonnet 43 de William Shakespeare que musicalizó Rufus Wainwright para su disco Take All My Loves: 9 Shakespeare Sonnets, donde era interpretado por la soprano austriaca, Anna Prohaska. Y algo del lirismo de aquella interpretación buscaban Juliane Heinemann y Marco Mezquida, aunque, por supuesto, de una forma más íntima y directa.
Another Spring, Another Love, es un tema de Noel Paris y Gloria Shayne que cantaba Marlene Dietrich, en la película que protagonizaba junto a James Stewart, No Highway In The Sky ―conocida entre nosotros como Momentos de peligro―, que tampoco está en su disco, y que interpretaban porque, comentaba Juliane Heinemann: «Le gusta mucho a Marco Mezquida», aunque él no nos llegara a aclarar el por qué. Un precioso tema que ellos, alejándose del original, han acelerado levemente y le han dado un aire mucho más cantarín, ayudado, también, por la intervención del ukelele, que por primera vez traía a escena la cantante.
Volvían al disco con Sea Song, el tema que compuso Robert Wyatt y que grabó en su trabajo Rock Bottom. Marco Mezquida hacia una introducción tocando directamente las cuerdas del piano, un piano que a lo largo del tema iría en un crescendo potente, que la voz de Juliane Heinemann iba siguiendo, en uno de los momentos más lírico del recital. Una versión más amplificada, tanto en tiempo como en fuerza, que la que encontramos en su disco, y que fue una de las canciones más aplaudidas.
Ahora era el sonido de las teclas del piano, amortiguado directamente con la mano, el que nos introducía My Ship, una popular canción del musical Lady in the Dark, compuesta por Kurt Weill, con letra de Ira Gershwin. Un tema que también han incluido en su disco y que han versionado de una forma también ligera y divertida, contrastando con muchas otras versiones cantadas por sopranos clásicas. El acompañamiento de Marco Mezquida nos acerca, de alguna forma, al sonido y la técnica de interpretación de un banjo, salvando las distancias, con la voz de Juliane Heinemann como flotando por encima de él ―con efecto de platillito final incluido―.
Una composición de la propia Juliane Heinemann, While the Drums Keeps Waltzing, llena de lirismo con ascendencias impresionistas, con el piano doblando la voz, nos acercaba a esa faceta más íntima del recital y también del disco. Tras ella, y siguiendo con este aspecto íntimo y cercano que nos había dejado el tema anterior, nos interpretaban otra canción que también está en el disco, Polka Dots and Moonbeams, de Jimmy Van Heusen, con letra de Johnny Burke. Frank Sinatra con la orquesta de Tommy Dorsey hizo la primera grabación de la misma lo que le dio una gran popularidad, siendo interpretada, posteriormente, por un gran número de músicos. Una de las canciones, a nuestro gusto, más interesantes del disco, junto a la ya citada Detour Ahead, y Amateur, de la que hablaremos luego.
Volvían las composiciones de Juliane Heinemann, en este caso con Beautifulk She, perteneciente también al disco. Sobre un piano incisivo, una melodía muy marcada, que se repite, nos acerca al final a través de un crescendo acusado, que se desvanece. Otro tema del disco, The River is Blue, nuevamente de Kurt Weill, ahora junto a Ann Ronell como letrista ―una canción que, como explicó la propia Juliane Heinemann, es casi inédita, porque la compuso su autor para una película que nunca se llegó a filmar―, en una versión donde el piano de Marco Mezquida tomaba un papel relevante.
Nuevamente un tema de Juliane Heinemann, en este caso cantado por ella en solitario con el acompañamiento de su ukelele, dentro de ese estilo cercano al folk americano que tienen las canciones de la cantante alemana. Y para refrendarlo, una potentísima versión del clásico de Bob Dylan, Farewell, Angelina, esta vez con la compañía, además del ukelele, del piano, en un acompañamiento donde las notas se iban sucediendo con un precipitado orden, para pasar a momentos más líricos, mientras la voz ―como ocurriera en otros temas anteriores― circulaba por encima del acompañamiento.
Y llegaba el final oficial del concierto con el tema, antes citado, Amateur. Una composición de Marco Mezquida a la que Juliane Heinemann, como explicó, había puesto letra y que, además, significó el principio de la colaboración entre ellos dos. Uno de los temas más bonitos de la noche, y del disco, con una inspiradísima melodía ―como una delicada canción de cuna―, que habíamos oído también en el último disco a piano solo del compositor, que lleva el mismo nombre, y que aquí toma un aire distinto con la inclusión de la letra y, por supuesto, la voz de Juliane Heinemann.
Con el consabido bis, llegaban al final del concierto. Era Azure, una canción de Duke Ellington con letra de Irving Mills, que también sirve para cerrar el disco, y en la que ambos se acercan a la sonoridad de New Orleans, dejándose llevar de una forma libre alrededor del tema.
Fue una actuación ―un repaso de todo el disco, añadiendo cuatro temas más―, donde Juliane Heinemann demostró su valía, como cantante y como compositora, con esa forma de acercarnos sus propios temas, y los que versiona, de manera absolutamente personal; con ese timbre delicado que ella lleva hasta lugares distintos según las necesidades de la canción. A su lado, el piano de Marco Mezquida, brillante, siempre brindando ese acompañamiento instrumental que se mueve por los caminos de la música de jazz ―sin abandonar todas las influencias que ha ido recibiendo durante su carrera, desde la música romántica, la impresionista, la lírica; hasta la popular, pasando por el flamenco y el rock― y que le hace ser protagonista en muchos momentos del recital, como lo es en el disco. Juliane Heimann y Marco Mezquida han conseguido en Sing, My Heart, una fusión artística que ha dado como resultado uno de los mejores discos de los últimos tiempos, que presentan en unos directos absolutamente imprescindibles. +Info | Relacionados | Texto y fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO