Julian Kanevsky

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”Julian Kanevsky”
 
Gaztelupeko Hotsak,  2008 
www.hotsak.com

Argentino de nacimiento y afincado en España, Julián Kanevsky es un guitarrista que un día llegó y se quedó. Madrid podría ser su ciudad de adopción. Como guitarrista profesional, durante los últimos veinte años, su periplo musical lo ha paseado por territorios pop, rock, blues, country, funk, metal, o reggae, por ejemplo. Además, ha compartido escenarios y trabajos con personajes como Jaime Urrutia, de Gabinete Caligari, Nacho Campillo, de Tam Tam Go, o Steven Adler, de Guns’n Roses, por citar algunos. También ha sido miembro de La Cabra Mecánica y Def Con Dos, y actualmente es guitarrista de la banda de acompañamiento de Andres Calamaro
Con ese historial, Kanevsky se ha decidido a grabar un larga duración, si todavía puede llamarse así, junto a sus compañeros Javier Vacas (bajo) y un tocayo mío, Antonio Álvarez Pax (batería y percusión). El trabajo tiene algunas consideraciones que lo ensalzan como curiosidad o divertimento de este artista con bastantes batallas a sus espaldas. Huyendo del virtuosismo y de demostraciones técnicas, Julián Kanevsky se marca un disco en donde la guitarra marca protagonismo. El sonido instrumental se transforma en canciones o temas cortos que se vuelven como caramelos de rápida degustación, aunque no por ello, empalagosos o amargos.  El guitarrista bebe de los Beatles, pero también se inspira en guitarristas que le han marcado su trayectoria, como George Harrison, John Fogerty, James Burton, Chet Atkins o Jimmi Hendrix, por mencionar sólo unos pocos. 
El madrileño/argentino parece sentirse bien en el cuerpo a cuerpo con la guitarra y se siente ágil arrinconando temas, simpáticos unos, y otros de corte más clásico. Así, parece repasar el mundo del blues, del country o del folk más profundo, a la vez que se deja acariciar por ritmos latinos, pop y el rock and roll más sabrosón, como se puede comprobar en el primer corte. La breve duración del disco también comporta cierto elemento positivo, pues en lugar de crear extensas composiciones para su lucimiento, prefiere abreviar. Tal vez, Julián Kanevsky piensa que en el tarro pequeño está la buena confitura. Sin ser un disco que despierte demasiada admiración o brille como un diamante, convencido estoy, que no provocará sueño en los oyentes. En la sorpresa de los estilos que se avecinan en cada tema, en la sencillez de la propuesta y en la sugerente resolución de las interpretaciones está su capacidad de conexión // Antonio Álvarez