Julia León: “Vamos a querernos, a vivir sin amo y a mirarnos en igualdad”

Para celebrar sus 54 años en el mundo de la música, la cantautora madrileña Julia León publica nuevo disco, “Que soy del aire”, esta vez acompañado de un libro de poesía, aunque se pueden adquirir de forma independiente. El libro, de título homónimo, recoge su poemario, ilustrado por pinturas y dibujos de diferentes autorías. Este disco, el número dieciocho de su trayectoria, es muy especial para Julia, pues contiene canciones propias, más otros temas inéditos: una canción de su hijo León Ruiz; otra del padre de su hijo, Raúl Ruiz; una canción cantada en galego con letra de Rosalía de Castro (Probe Galicia); otra cantada en catalán de Eivissa (Sa serena) y Txori Txori, un tema en euskera obra de Mikel Laboa y Josean Arce. El pianista Antxon Sarasúa se ha ocupado de la dirección artística y los arreglos de “Que soy del aire” y Amaia Lainez es la autora del diseño del disco y el libro.

Hablamos con Julia a principios del mes de octubre, en el local El Teatre més petit del món, situado en el barrio de Gràcia de Barcelona. La veterana cantautora, cofundadora del colectivo musical Canción del pueblo en 1966 (al que también pertenecieron nombres ilustres como Hilario Camacho, Elisa Serna o Adolfo Celdrán) ha elegido este lugar, que hace realmente honor a su nombre, para la presentación del disco y la lectura de algunas de sus poesías, acompañada por el gran Quico Pi de la Serra y el activista cultural y director de BarnaSants, Pere Camps; y arropada por el pianista y compositor Luis De Arquer, anfitrión del lugar. Antes del acto, Julia León accede amablemente a contestar algunas preguntas para BRtimos.

Julia, explica quién es Julia León a las nuevas generaciones.
Pues para empezar me definiría como una persona que he luchado toda la vida por ser yo misma, y que he tenido que salir de una familia muy tradicional y romper con muchas cosas que me han dolido y luchar en una época en la que era muy difícil hacerlo. Casi como ahora, que vuelve a serlo como antes, pero incluso peor. Porque ahora es más engañoso. Me identifico con todos los jóvenes luchadores que nos están abriendo nuevas puertas, a las que yo me apunto.

Viniendo de una familia tradicional, algunas de tus hermanas, como Eva y Rosa León, también son muy rompedoras.
La verdad es que rompedoras totales. Mi padre ya decía en broma “la culpa la tiene tu madre”. Pero ella en realidad no hizo nada especial. Era una mujer muy culta y una rebelde a su manera que siempre nos dio muy buenos consejos.

Pero tú, además de ser rompedora, y antes de ser una de las fundadoras de Canción del pueblo, también lo fuiste del movimiento feminista en Madrid.
Sí, pero en realidad sin ser consciente de hacer nada feminista. Simplemente yo no quería repetir la vida de mi madre. Pensaba que la vida podía ser de otra manera. Y ahí empecé a buscar en un contexto en el que la injusticia social era muy fuerte. Así que lo primero que hice fue irme de casa a los cuatro días de morir mi madre, literalmente. En aquella época la mayoría de edad de las mujeres era los 25 años, así que mi padre me dijo que si me iba de casa me metería en un correccional, a lo que yo le respondí que estaba de acuerdo, que estaría mejor que viviendo con él. Entonces me dejó ir. Así que mi primera lucha fue como mujer, pero después me identifiqué con todas las luchas sociales. Porque había un sentimiento, que es el que yo deseo que se extienda hoy, como era la solidaridad, el sentimiento de que todos juntos podemos, que formamos parte de una misma cosa. Y poco a poco empecé a hacer mis canciones. La estrofa final de mi primera canción, que compuse a los diecinueve años y se titulaba “La bella Lola”, decía así: “Mira madre qué viví. De la vida que viviste, aprendí a decir que no”.

Y con sólo 22 años te fuiste a Estados Unidos y tuviste relación con diferentes personajes del mundo de la cultura vinculados a la lucha por los derechos civiles. Háblanos de esa experiencia.
Pues mi amigo Andrés Linares, que es director de cine, me ayudó a escribir a todas las universidades norteamericanas que tenían un departamento de actividades españolas ofreciéndome para cantar allí y también escribimos a personas que habían pertenecido a la Lincoln Brigade. Y nos invitaron a visitarlos. Así que inicié una gira por varios estados y sus universidades. Allí me enteré de que habían venido a España tres mil voluntarios de la Lincoln Brigade a luchar por la república española, pero que sólo habían regresado a su país mil quinientos, de los cuales la mitad lo hicieron mutilados. A mí me daba vergüenza que cuando me veían me metían dinero en los bolsillos; “para la lucha en España”, me decían. Cuando llegué se lo di a Comisiones Obreras, pero fue tan impresionante el amor con el que me trataban… En los Estados Unidos también conocí a Barbara Dane, una cantante de jazz, folk y blues maravillosa que ahora tiene noventa y tres años y con la que sigo en contacto. Con ella grabamos una cinta para los soldados y desertores de la guerra de Vietnam, en la que Jane Fonda y Vanessa Redgrave recitaban extractos de cartas de las madres que habían perdido a sus hijos. Fue un documento muy interesante del que, desgraciadamente, no conservo ninguna copia, y en el que yo canté canciones de Chicho Sánchez Ferlosio, al que no conocía en aquel momento. Cuando volví a España quise conocerlo y le confesé que había grabado canciones suyas, por lo que le pedí su aprobación. Y me contestó algo que todavía recuerdo: “Las he hecho yo, pero no son mías. Haz con ellas lo que quieras. Vívelas”, me dijo. Así era Chicho. Todavía se me ponen los pelos de punta. Después de eso canté mucho con él y con su compañera Rosa.

¿Fue fácil ser mujer y cantautora en aquel momento?
No, y menos cuando llegó la transición, que tuvieron que eliminar a los cantautores porque ya se había conseguido todo, ja, ja, ya ves tú lo que se había conseguido… Pero estorbábamos y directamente se nos deterioró, nos dejaron de contratar y empezaron a decir que cantábamos mal y que éramos muy aburridos. Así que se quedaron con cuatro figurones que les servían y nos eliminaron al resto. Por lo que desde 1978 hasta hace poco me dediqué a la música sefardí. Conecté con ella, he aprendido mucho y me encanta. Además me parece una parte de nuestra cultura a la que no tenemos que renunciar. Ese trabajó me permitió viajar a Israel y Palestina muchas veces y contactar con gente muy interesante, con lo que al final me introduje a fondo en ese tema.

¿Y qué te ha hecho volver a grabar como cantautora de nuevo?
¡La urgencia! “Que soy del aire” es mi segundo disco de canción de autora después del trabajo con la música sefardí; y he querido hacerlo ahora porque la situación está tan límite, tan necesitada de tomar conciencia a toda velocidad que si no lo hacemos ya el tsunami nos va a arrasar a todos. Porque ahora hay un paradigma nuevo. Antes había guerras, morían varios millones, pero sobrevivían unos cuantos, altos, rubios y con dinero a ser posible. Y la humanidad seguía. Pero ahora, si se contamina el agua, los ríos, el aire, hasta los hijos de esos rubios altos y con dinero están en peligro. Eso es nuevo en la historia de la humanidad. Ahora estamos todos en peligro si no tomamos conciencia de que todos somos uno y nos tenemos que ayudar a vivir. Aquellos también son tú. No da igual que se mueran en el Mediterráneo o que les hayamos robado todo. Ya nada da igual, tenemos que unirnos todos para seguir adelante porque ya no tenemos tiempo. Como dice Manu Chao, dejar de consumir es la única solución para la Tierra, porque ya no da más de sí. Vamos a querernos, a vivir sin amo y a mirarnos en igualdad. Porque todas y todos somos seres humanos. Nada más.

“Que soy del aire” hace el número dieciocho en tu discografía, ¿qué vamos a encontrar en él?
Pues he querido reflejar mi yo más auténtico. De hecho, la última estrofa de la canción “Del aire” dice así: “¿Tú me viste? ¿Quién me vio? Fui mi único testigo de que fui yéndome voy”. Esa soy yo. La mayor parte de las canciones son de mi autoría, pero también interpreto un tema sefardí, una canción del padre de mis hijos, el poeta Raúl Ruiz, una de mi hijo León Ruiz, una con letra de Rosalía de Castro cantada en galego, otra cantada en catalán de Eivissa y también una cantada en euskera. Y todas con la dirección artística y los arreglos del fabuloso pianista Antxon Sarasúa.

Y junto con el disco también presentas un libro de poemas con el mismo título.
Sí, es mi primer libro de poemas porque aunque hace mucho que escribo poesía nunca me he sentido poeta y no tenía la idea de trascendencia con esta faceta. Pero la verdad es que cuando empecé a hacer canciones tampoco me sentía cantante ni cantautora. Fue mi amiga Elisa Serna la que me hizo darme cuenta de que aquello se había convertido en mi profesión. El libro tiene tres secciones: Como la vida, Amores y más y Retratos. Y cada poema está ilustrado con un cuadro de un autor diferente, amigos y familia que con el tiempo me han ido regalando sus cuadros; como mis hijos León y Rocío, o mi sobrina Mercedes Resino, o Blanca Gibert y Pepa Beotas, o la famosa pintora cubana Zaida del Río. Nos ha salido un auténtico libro de arte del que es muy responsable la diseñadora Amaia Lainez, que ha creado un diseño precioso y muy original. Y me gustaría resaltar que se cierra con el poema “Tu voz cantará conmigo”, dedicado a mi querida Elisa, fallecida hace un año.

Justamente, la última vez que estuviste en Barcelona fue actuando en un concierto junto a ella en el festival BarnaSants. ¿Qué recuerdos tienes de ella? ¿Cómo era y qué significa para la canción popular y comprometida Elisa Serna?
Para mí y para mucha otra gente Elisa es un icono y de haber nacido hombre, actualmente estaría considerado como uno de los mayores representantes de la música de vanguardia. Era muy buena compositora y hacía letras muy revolucionarias. Pero tuvo la desgracia de nacer con coño, y sigue sin estar considerada en la medida en que tendría que estarlo. Como persona ha sido para mí una compañera de vida y canto a lo largo de casi sesenta años. Toda la vida hemos sabido que podíamos contar la una con la otra, nunca hemos competido y siempre nos hemos ayudado muchísimo. Nos hablábamos casi todos los días; ella me llamaba morenita y yo a ella la rubia plateada, porque tenía el pelo blanco. La última vez que hablamos fue por teléfono, y se despidió deprisa y corriendo porque tenía que coger el tren para ir a dar un concierto a favor de la asociación cultural y social Kali Panoa y me dijo: “Te llamo después del concierto”. Y ya no llamó más, porque le dio un infarto al día siguiente. Fue tan sorprendente… Por una parte fue un consuelo pensar que murió cantando hasta el último de sus días y además con éxito, porque ofreció un gran concierto. Pero, por otro lado, aún no me he repuesto y, como le escribo en el libro, lo que más me duele es que se ha ido de verdad. Pero, como también le escribo, su voz cantará conmigo hasta el final.

¿Tú crees que hay suficiente apoyo para la canción de autor en el estado español o hacen falta más iniciativas como BarnaSants?
¡Ojalá existiera un BarnaSants en cada ciudad! Porque no existe, no hay ningún apoyo. La cultura es la televisión. ¿Para qué queremos más cultura? Si con la televisión no tienes ni que pensar; te lo dicen todo… Coge manía a éste, ahora a éste otro apóyalo… No hay ningún apoyo para la cultura, y más desde 2008, que pasaron de contratarte por un dinero a proponerte alquilar el teatro para poder actuar. La cultura hay que apoyarla y subvencionarla. Actualmente, yo canto más fuera del Estado español que aquí, y eso es muy triste. Como he dicho antes, ojalá existiera un BarnaSants y un Pere Camps en cada ciudad.

En estos momentos se está realizando un documental sobre tu experiencia personal con el nacimiento del movimiento feminista en Madrid, ¿qué nos puedes contar?
Pues es un documental titulado “Por ser mujer”, con guion y dirección de mi sobrina Mercedes Resino y surgió cuando pensamos que era una pena que no hubiera un documento que hablara de la primera época del feminismo, cuando ni siquiera sabíamos que éramos feministas. Fue a mi vuelta de Estados Unidos cuando unas cuantas mujeres nos empezamos a reunir para hablar de libros de Simone de Beauoir o, incluso, de Castilla del Pino, y poco a poco empezamos a hablar también de cosas de las que no habíamos hablado nunca, como la masturbación femenina, o el lesbianismo, llegando a formar un grupo de unas cincuenta mujeres. Y, de pronto, los partidos políticos de izquierda se empezaron a plantear qué es lo que estaba pasando y, efectivamente, todas las organizaciones de izquierdas empezaron a tener reivindicaciones femeninas. Por un lado estaba bien, pero nosotras éramos asamblearias, no éramos un partido. Además, en aquella época se consideraba que un grupo de más de cuatro personas era una reunión ilegal, pero a nosotras nos daba igual. Porque nos estábamos empezando a conocer a nosotras mismas y descubriendo que sí que teníamos algo por lo que unirnos, y algo de lo que hablar y que reivindicar. Al entrar los partidos políticos aquello dejó de ser asambleario y pasó a ser jerárquico, porque en aquel momento no podías hacer algo clandestino que no fuera jerárquico, por definición. Y aquello a nosotras no nos interesó, y seguimos por libre. Y es todo esto lo que explica el documental, que plasma toda aquella época, no sólo nuestra actividad. El título ya lo dice todo, porque por ser mujer no te escuchaban, te pagaban menos, eras invisible; y era natural, lo asumíamos como normal, ese era el problema, siempre lo es la falta de conciencia. Ahora, el documental está en fase de post producción, y nos gustaría presentarlo en Cuba el próximo mes de febrero.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Pues ya tengo varias canciones acabadas que seguramente formarán parte de mi próximo disco, y en febrero voy a cantar a Cuba invitada por Silvio Rodríguez para presentar “Que soy del aire” y el poemario y acompañarle en su gira por los barrios. Aprovecharé también para presentar el libro de poemas en la Feria del Libro de Cuba. Después actuaré dentro del Festival BarnaSants 2020, una edición muy especial porque celebra el veinticinco aniversario de su creación, así que estoy muy contenta de que me programen. Tengo muchísimas ganas de cantar en Barcelona, ciudad en la que residí, concretamente en La Floresta, en unos años en los que daba alegría de vivir porque, a pesar de la dictadura, en aquella época había muchísima luz debido a que existía un sentimiento de solidaridad muy importante que reivindico desde aquí. Como yo les digo a mis hijos, sé que hay luz detrás de esa oscuridad tan grande en la que parece que vivimos ahora, porque yo la he visto.

Fotografía: Juan Miguel Morales

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