Juan Carlos Romero
Juan Carlos Romero
«Paseo de los cipreses», Karonte, 2015
«Se canta lo que se pierde» dijo Don Antonio Machado, y esa es la idea que ha querido desgranar Juan Carlos Romero en este su cuarto disco. Mientras pasea por los cipreses ha ido homenajeando a unos cuantos personajes claves en su vida. Al primero de todos , como no a su padre. A partir de ahí, músicos, literatos y gente relacionada con el arte que de alguna manera han marcado la vida de este guitarrista onubense que tanta delicadeza muestra en todos sus trabajos. Empieza con la rumba que da título al disco, Paseo de los cipreses, dedicada al técnico de sonido Antonio Moreno. Una rumba que no abusa del ritmo, aun que disfrutes con las palmas que acompañan, ha escogido para el tema el bajo de Manolo Nieto, sutil pero eficaz, y el bandoneón de Marcelo Mercadante, siempre dispuesto a hermanar su música con el flamenco (no olvidar sus colaboraciones con Poveda). Sigue con una bulería para Paco de Lucía, Gracias innumerables, el título lo deja claro, cuanto le debe cualquier guitarrista actual al maestro. Una bulería rápida que parece necesitar al cantaor, pero poco a poco la guitarra llena todos los espacios ¡Ay Enrique! es , por supuesto una granaina al gran Morente. Despacio va entrando el duelo, despacio esos pequeños jadeos de las cuerdas y los dedos precisos que peinan el tiempo, poesía en las seis cuerdas que diría Lorca. Un tema muy complejo y bello. Encogiéndome de hombros son unos tangos para el escritor Félix Grande colabora al cante Pedro el granaino y unas percusiones muy suaves y bonitas de Agustín Diasera y Ané Carrasco. Tantas dudas y asombros que me quedo sonriendo y encogiéndome de hombros. Canta jondo el granaino y asoma el dolor por la perdida. Que mejor que una taranta, En el nombre de mi padre, para sacar el dolor de muy adentro. Que mejor que buscar en los cantes de Levante esa tragedia que llevaron los almerienses a las minas de La Unión, donde tuvo que ennegrecerse a fuerza de dolor. De repente entre tanto luto, aparece un tema fresco, marinero, con un colorido que te llama la atención, es un vals flamenco del Niño Miguel, es el único tema que no firma Romero y como todo lo del Niño te deja maravillado. Una composición libre que nos lleva a la frase de Machado, Se canta lo que se pierde, otra vuelta al mundo más calmo, más reflexivo, después del expresionismo del vals, vuelve ese mirar hacia dentro, un toque que se investiga a sí mismo, un explorar la sutileza del toque, un jugar con el sonido sin etiquetas, por supuesto que es flamenco, pero sin patrones. Para acabar el disco, como suele ocurrir en los directos, que mejor que la gracia de una bulería. La vida al encuentro, es un guiño a la esperanza ¡de acuerdo que nos han dejado estos grandes hombres! pero con lo que nos han ofrecido como legado, podemos hacer mucho por el flamenco. Se despide Romero, con la ayuda de los palmeros con esos aires jerezanos, que te invitan a moverte y a sentir esas ganas de vivir que llevan consigo las bulerías. + info | relacionados | Candido Querol