Javier Ruibal
BarnaSants
L’ Auditori, Barcelona.13 de febrero de 2014
Nueva visita del gaditano a Barcelona dentro del Festival BarnaSants y, como no podría ser de otra manera, un completo disfrute. Ruibal venía a presentar su nuevo y recomendable disco, Quedate Conmigo (Lo Suyo Producciones, 2013), que ha editado en su propio sello y que ha contado con la producción de su hijo Javi Ruibal (percusionista-batería) y de los arreglos de José Recacha (guitarras).
A Ruibal lo hemos visto en múltiples formatos, él solo, acompañado de la guitarra de Antonio Toledo, acompañado de la guitarra de Tito Alcedo, en trío, en cuarteto, etcétera, pero de verdad que resultó un lujo verlo con esta nueva banda. Una banda formada por unos músicos que él ha visto crecer, los mencionados Javi Ruibal y José Recacha, junto a Diego Villegas, flauta, clarinete y armónica y Daniel Escortell con bajo y contrabajo. A su vez estos músicos han crecido con la música de Ruibal a su lado. Quizá por eso se les vio a todos disfrutar en grande de ese encuentro.
La sala 2 de L’Auditori no estaba abarrotada, pero la platea estaba completa y en las gradas había bastante público.
Puntualmente saltó él solo al escenario, armado con su guitarra, su impresionante voz y su gracia gaditana y el público le demostró que había venido con conocimiento de causa, porque la ovación fue importante. Agradeció que el BarnaSants le invitara año tras año y que este era un festival que él sentía como suyo, dicho todo esto en catalán. Y justo antes de empezar a cantar dedicó su concierto al recientemente fallecido Santiago Feliú, carismático cantautor cubano y uno de los grandes de La Nueva Trova, que además compartió en alguna ocasión escenario con Ruibal. Así que se arrancó con Sueña que te Sueña. Nada más acabar apareció José Recacha que le acompañó en Tu Piloto Cariñoso, otra de las canciones de su reciente disco y que según dijo era un alegato contra el “lowcost”. Al acabar ya se incorporaron el resto de la banda, Diego, Daniel y su hijo Javi con un completísimo set de percusión-batería.
Ruibal siempre tiene comentarios para todo, y uno de gracioso fue el decir que estaba con está banda de jóvenes, porque así se ahorraba operaciones de estética.
Una a una fueron recreando las canciones de ese último disco, Once de Abril, Los Mares del Surf, Quédate Conmigo o El Príncipe de los Parias, que dedicó a esos 800 millones de niños que, según informes, trabajan en el mundo.
Tras estas canciones hizo, lo que él llamó, “un cambio garantizado”, o sea cantar algunas de esas canciones que le han encumbrado entre sus seguidores. Entonces pudimos escuchar la preciosa Un Ave del Paraíso, que el público coreó, y La Rosa Azul de Alejandría, que siempre marca un punto álgido en su repertorio, por esa pasión que pone al cantarla, además arropada rítmicamente de manera contundente por la banda. Y de nuevo retomó el disco, con uno de sus temas sobresalientes, A Roma no quiero ir, junto a la que ha dedicado a su abuela, Viñera de Postín. Tras este bloque dejó que la banda se luciera. Hay que decir que tres de ellos forman Glazz, una banda de jazz progresivo y flamenco, que aquí contó con el añadido de Diego a la flauta, y se marcaron un par de lustrosos temas. Al final del segundo, Ruibal se incorporó haciéndoles unos coros remarcables.
“Volvamos a la poesía” dijo Ruibal, para volver a su nuevo repertorio. Mi Pequeño Buda, y la melancólica y también guasona Cine Macairo fueron la continuación. Después hubo una conjunción de pasado, con Pensión Triana, y presente, con Los Huérfanos de la Pensión Triana, esta con una letra que denuncia a los que se creían que iban a cambiar el mundo y luego cayeron en la tentación de llenarse los bolsillos.
Este fue el final del concierto, virtualmente, porque Ruibal casi ni se fue. Volvió él solo para tocar la preciosa canción que ha dedicado a su hija bailaora, Baila Lucia y después una nueva que dedicó a Enrique Morente, y que nosotros sepamos no está grabada, y donde dice “Morente fue Morente y la gloria fue más gloria”. Al acabarla entró la banda y tocaron La Reina de África, “contra el desagravio” y su ya clásico final con la coreada Isla Mujeres.
Pocos adjetivos nos quedan por escribir valorando lo que Ruibal hace, así que preferimos acabar con un texto que encontramos en su página web donde le define como “un buscador de aromas, un perseguidor de la fábula y el ensueño, un explorador de la belleza, un acólito de la mística de lo profano”. No podríamos encontrar palabras más acertadas. +Info | Relacionados | Miguel Amorós.