Cheikh Lô / Jamm
Cheikh Lô
“Jamm”
World Circuit / Nuevos Medios (2010)
El cantante y batería de Bobo Dioulasso apenas ha variado el guión en el que es su quinto álbum. Sus constantes siguen practicamente intactas desde que publicara en 1990 Doxamdeme, aquella ópera prima que cautivó a Youssou N´Dour. La aleación de funk, mbalax, reggae y música cubana le funciona como un motor bien engrasado y sin necesidad de enredarse en experimentos que no vienen al cuento. Después de su último jalón, Sénégal-Brasil, donde si que se apreciaba algún flirteo con las sonoridades del coloso austral, tanto en instrumentación como en ritmos, el señor de los dreadlocks y del colorido atuendo baye-fall, invoca tanto al mbalax de cadencia melosa: Conia, con sus característicos scats; como a los sonidos que le acompañaron en su iniciación musical, en Jamm. Aquí el saxo de Pee Wee Elis, un fijo ya en sus producciones, se muestra de lo mas comedido y a la par magistral, mientras unos sensuales coros femeninos ponen la guinda al falsete de Lô. El acento latino que gastan la Orchestra Baobab o Laba Sosseh adquiere mayores tintes en Il n´est jamais trop tard. Warico es una pieza acústica donde mejor se aprecian las dotes de sus cuerdas vocales. Su cadencia recuerda mucho a Birima, el entrañable himno de Youssou N´Dour. En Sankara rinde homenaje a uno de los grandes luchadores del continente africano de forma melancólica y acompañado tan solo por el bajo de Thierno Sarr y el exultante saxo de Elis. Es esta una balada de las que dejan huella. El deje a lo Guantanamera sale a relucir en Seyni, otro número de inequívoco poso latino. Esta canción es la demostración que África y el Caribe solamente están alejadas fisicamente, que no musicalmente. Aquí Cheikh Lô chapurrea un castellano ininteligible, al igual que lo hicera años atrás la Etoile de Dakar en El hombre misterioso. Dieuf dieul, con nuevo lifting para la ocasión, ya que es un tema que había grabado Lô con anterioridad en su disco Inedits, comienza con unos arpegios y un recuerdo a Serigne Bara Mbacké, el malogrado líder de la cofradía mouride, que fallecía en junio de este mismo año. El funk africano destila elegancia y ritmo sensual. Bourama recurre al afrobeat con la batería maestra de Tony Allen, pero suena tonificante y diferente gracias a la distintiva fonética wolof, las elásticas líneas de guitarra y unos coros de llamada-respuesta africanos a más no poder. Latino vuelve a ponerse en Ne parti pas, con un ritmo no muy alejado al del calypso. Mientras que Folly cagne, romántico y evocador, tiene unos acordes que parecen emular de forma casual y no intencionada a los de Walk on the wild side de Lou Reed. Como en todas sus producciones la calidad y el buen gusto obran como credenciales para este músico burkinabé, pero senegalés de corazón. http://www.myspace.com/cheikhloofficial Relacionados // Miguel Ángel Sánchez Gárate