Jally Junior Jawara. Profundamente mandinga y espiritual
Jally Junior Jawara es un joven músico mandinga de Casamance (Senegal) que vive y crea en Diannah, una pequeña población cercana a Kafountine, un pueblo mucho más grande donde podemos encontrar turismo y playas, pero también es uno de los enclaves importantes de la pesca en Casamance, con todo el ritual caótico y delirante (para alguien de fuera) que le caracteriza.
Hasta ese lugar mágico del globo terrestre llegaron el fotógrafo Juan Miguel Morales y el actor, director y guionista Iván Morales para escuchar in situ y disfrutar de la buena música de Jally Junior Jawara. Y junto a él pudieron gozar de largos paseos, de deliciosas comidas y de interesantes charlas.
Desde B!ritmos queremos compartir la historia y la esencia de este interesantísimo artista que no debes ignorar si amas la música africana. La colaboración del profesor Xavier Navarro a la hora de traducir algunos momentos de aquellas conversaciones grabadas ha sido también fundamental.
“Mi abuelo nació en Mali -explica Jawara- y vino a vivir a Casamance, en Senegal, desde muy joven. Él era un gran artista, un gran músico. Un griot muy tenido en cuenta. La kora en sus manos sonaba espectacular. Y mi padre también es músico, tocador de kora. Por eso yo aprendí a tocar el instrumento a la misma vez que aprendía a hablar y a caminar”.
La kora es un instrumento mandinga, normalmente de 21 cuerdas, mezcla de arpa y de laúd, construido con calabaza, madera y piel.
Pero también es uno de los grandes instrumentos místicos del África Occidenta al que se le atribuyen poderes ocultos.
“Es un instrumento intermediario entre el mundo terrenal y el espiritual -explica Jawara-. Cuentan que un griot llamado Dyali Madi Wuleng caminaba por el bosque cuando escuchó una música increíble, y siguiendo su rastro encontró a un Jinn, un ser fantástico que puede adoptar formas humanas o de animales o plantas, tocando la kora.
El espíritu aceptó enseñarle a tocar si se casaba con su hermana y permanecía en el mundo de los espíritus para siempre.
Y Wuleng aceptó. Pero después de algunos años, el griot se escapó y trajo la kora al pueblo mandinga.
De ahí que todos los mandingas conozcamos este instrumento, vivamos en el país que vivamos: Mali, Senegal, Gambia, Guinea-Bisáu o Sierra Leona.
Las 21 cuerdas tienen también una simbología importante: 7 para sanar el pasado, 7 para ser conscientes en el presente y 7 para proteger el futuro. Es un instrumento que normalmente tocan solamente los hombres”.
“¿Y qué es un griot?”, le pregunto yo.
Jally no duda ni un instante: “Yo soy un griot y vengo de una larga estirpe. El griot es el que canta fuerte, es el artista de la comunidad. El juglar, en definitiva. Pero también tenemos un rol importante como mediadores cuando hay un problema entre familias, en las ceremonias, como pregoneros a la hora de hacer circular alguna noticia, un nacimiento, un fallecimiento o lo que sea.
Incluso ejercemos de casamenteros comunicando palabras de amor a una chica de parte de su pretendiente.
También somos intermediarios cuando hay un problema con otra etnia e incluso, históricamente, acompañábamos al rey al campo de batalla relatando después sus hazañas en nuestros cantos.
En el bosque sagrado de los mandinga, el Dialamkoto, encontramos un lugar para rezar, para pedir, para reencontrarnos con los ancestros, para tocar la kora hasta llegar al trance, para los diferentes rituales, para los festivales, para informar y concienciar a la comunidad cuando hace falta”.
Éste es el sólido sustrato del que parte la obra y la personalidad de este joven artista de Casamance, pero Jawara es compositor y su impulso es investigar y crear una voz propia como músico a partir de todo ese legado que le otorga la tradición mandinga.
“He compuesto más de 75 canciones -nos relata-. Creo que puedo aportar mucho y me interesa investigar para llegar a un sonido que sienta propio.
Quiero desarrollar una música profunda, enraizada con la tradición, pero también tener la opción de poder tocar con banda un estilo más festivo, más experimental.
Y he conseguido hacer ambas cosas. El problema aquí, en Casamance, es la falta de recursos para todo: para comprar equipo, para grabar en condiciones óptimas, para exponer tu trabajo al público local y al público internacional… No hay dinero y es difícil encontrar un mecenas o una institución que apueste por ti. No hay infraestructura para apoyar la cultura y cuesta tirar adelante”.
“Jawara, ¿es posible trabajar, sin caer en alguna contradicción, la música tradicional y la fusión con otros sonidos que vienen de otras culturas?”, le pregunto.
“Creo que cada músico ha de expresarse según lo que sienta y cómo lo sienta -me cuenta-. Hay músicos que se expresan con sus composiciones propias, a partir de su búsqueda personal, otros siguiendo fielmente la tradición. En el fondo no importa. Importa el resultado, lo que son capaces de expresar.
Yo prefiero componer porque así consigo expresar cosas que tienen que ver conmigo mismo y con la actualidad. Consigo desarrollar un diálogo. Me interesa seguir los pasos de la tradición y a la misma vez incorporar cosas que vienen de fuera, instrumentos de Europa o América. Investigar los sonidos y cómo interactúan cuando se mezclan. Y eso no es contradictorio. Hay tiempo y momento para todo.
He crecido con el sonido de la kora tradicional, pero también he escuchado diferentes músicas que me han gustado y me han influenciado, por eso disfruto emprendiendo proyectos con otros músicos donde investigo nuevos arreglos, diferentes fusiones con otros estilos como el Sabar, el Afrobeat, ciertos sonidos extranjeros… Expones cada proyecto en momentos y situaciones diferentes. Cada uno tiene sentido en su lugar”.
Me parece admirable la coherencia de su discurso. Jally Junior Jawara es un tipo sabio a pesar de su juventud, como queda patente en sus palabras:
“De todos modos, creo que la vía actual del músico de kora es ser creativo. A menudo lo exclusivamente tradicional se convierte en monótono, en algo viejo, sobre todo a la hora de internacionalizarte y expresarte de cara a un público amplio.
Hay muchos músicos que tocan de manera tradicional, algunos de una manera más europeizada, pero realmente hay pocos que combinen ambos sonidos, ya que es mucho más complejo. Yo me considero tradimoderno”, me confiesa sonriendo.
Nada que objetar ante este vocablo que se atribuye. Sólo hay que escuchar su música y dejarse llevar.
Foto: Juan Miguel Morales