Ialma

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“Nova era”
DiscMedi
www.ialma.be

Recuperar los ancestros comporta siempre dos peligros: desvirtuarlos o mitificarlos. Pasa lo mismo con las músicas de raíz. La intención de Ialma es, sin embargo, éticamente irreprochable. Hijas y nietas de emigrados gallegos en tierras belgas, las cinco integrantes se unieron para una causa común: rendirle culto a unos lejanos orígenes entre el ideal y la morriña, aunando modernidad con tradición. En su animosa y juguetona exploración mezclan aires tropicales y mediterráneos, pero también hibridaciones curiosas –rigas reggaes, heavy jotas y son chanson–. Aunque a veces el uso de ritmos pregrabados y programaciones se convierte en un apoyo demasiado omnipresente, por lo que el resultado final se resiente un poco de ese regusto por lo artificioso que rezuman esos productos que se venden con la etiqueta de la multiculturalidad. Y aunque Nova era contiene perlas más puristas, como el juego de contrastes vocales de Amores ¾, la hipnótica Non vai de risa o Añas (un escandaloso y esplendoroso canto de romería, pandereta en ristre), quizás hubiera sido mejor aplicar en el resto la fórmula “menos es más”. Cierto es que abrir con una particularísima versión de Under the bridge de Red Hot Chilli Peppers (¡qué bien casan funk y muñeira!) pone el listón muy alto. Pero los arreglos en música deben ser siempre un aderezo decorativo, no el principal reclamo, por más invitados que se unan a la fiesta –Guadi Galego, que aporta dos temas, Mercedes Peón, la kora de N’Faly Kouyalé, el acordeón de Sophie Chavez, componentes de Radio Cós y un pellizco final de las Damas de Laxoso registrado en directo hace dos años en el festival Voix de Femmes–. Pese a la sobreproducción, es evidente el respeto por las esencias. No en vano, el grupo gestiona Muziek Publique, un centro cultural de Bruselas que es hoy ya un referente para el fomento de la world music y demás manifestaciones de arte popular. Iniciativas como ésta deberían hacer que las instituciones de este país se murieran de envidia: si no aprenden es porque no preguntan. // Iván Sánchez Moreno